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Análisis

«Mario Party 10»: una fiesta a medio gas

El clásico del entretenimiento con minijuegos para toda la familia no alcanza la cumbre como otras sagas en Wii U

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Los «Mario Party» son videojuegos formados por pequeñas pruebas independientes, como unos juegos reunidos, protagonizadas por el icono de Nintendo y otros personajes de su mundo. El entretenimiento depende de la diversión de los minijuegos, repartidos en pruebas sobre un tablero virtual; pero sobre todo depende de la competición con otros jugadores y la posibilidad de compartir partidas fáciles y rápidas. Todo en menos de un minuto; sencillos, aunque muchas veces simples.

La serie Mario Party tiene un defecto congénito que esta décima entrega no ha conseguido superar: el excesivo tiempo gastado en el tablero. El proceso de lanzamiento de dados, uno a uno por cada jugador, es tedioso a pesar de los pequeños alicientes en el paseo por las casillas.

Demasiado largo en comparación con la brevedad de las pruebas, la auténtica salsa del juego. «Mario Party 10», la primera edición en Wii U, cuenta con 70 minijuegos diferentes basados habilidad, puntería, reflejos, lógica o pura suerte. Fútbol haciendo malabares sobre una pelota, escapar de las bombas en una ruleta, huir del fuego en un tablero, acertar en un bingo... Todos fáciles de jugar, aptos para toda la familia; aunque la sencillez a veces da lugar a pruebas excesivamente simples. La diversión del juego depende del entretenimiento coral, potenciado con el multijugador local, un estilo que Nintendo cuida más que las demás compañías, en detrimento del online, prácticamente ignorado.

La principal novedad es la inclusión de un modo de juego asimétrico. El jugador que juega con el Game Pad maneja al villano, Bowser, mientras que el resto de jugadores, con los Wii Motes, hasta cuatro, son los participantes sometidos a las pruebas. El problema de esta modalidad es el escaso número de pruebas disponibles. Al final, se vuelve repetitivo. Un problema que también sufre la modalidad con los Amiibo, las figuras de la franquicia introducidas en el juego a partir de la tecnología NFC. La escasa variedad de pruebas, sumado al pesado acercamiento constante del muñeco al lector del mando, convierte las partidas en repetitivas. El tradicional modo Mario Party, al final, es el más completo de los tres, con sus cinco tableros y los setenta minijuegos disponibles.

A diferencia de «Super Smash Bros. para Wii U» y «Mario Kart 8», lanzados el año pasado, «Mario Party 10» no consigue llegar a las cotas de excelencia que marcaron las otras entregas de las series en Wii U, hitos en sus respectivas sagas. Aún así, la buena ambientación gráfica y sonora del universo Mario, la variedad de modos y de pruebas (a pesar de la simpleza de algunas) conforman un título que cumple con su vocación de entretenimiento colectivo para todos los públicos. No es el único en su especie en la consola de última generación de Nintendo. Wii Party U ofrece unas pautas de entretenimiento similares con 80 minijuegos no repetitivos.

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