España es el octavo país del mundo en envío de correos basura
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Las empresas sortean la ley para seguir enviando spam

Pese a las normas para proteger al usuario, los buzones aún se llenan de mensajes basura

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Uno tiene la cabeza tan ocupada que no tiene reparos en dejar plasmada en cualquier parte su dirección de correo electrónico. En muchas ocasiones eso deriva en algo que se repite desde que internet es internet: recibir el temible «spam», el correo basura. Parece que hablamos de algo prehistórico, pero sigue plenamente vigente. España es en la actualidad el octavo país que más «spam» envía del mundo, en una lista liderada por EE.UU., Rusia y Ucrania. La cantidad de basura en el tráfico de correo fue del 59,2%, seis puntos menos que en el último trimestre de 2014, según la firma de seguridad Kaspersky Lab.

Más allá de la ciberdelincuencia, los correos basura continúan siendo un importante negocio que, pese a las limitaciones jurídicas, las empresas utilizan para fines comerciales.

Las triquiñuelas para captar los datos de los usuarios son variadas. Si bien en muchos casos el usuario, al registrarse en una determinada página o realizar una compra online, tiene la posibilidad de desactivar un botón para evitar recibir mails comerciales, pocos realmente lo hacen.

También sucede que, pese a los esfuerzos de los organismos competentes, el «spam» telefónico ha derivado en un acoso hacia los consumidores y en un incremento de los mensajes «premium», en formato SMS o a través de aplicaciones de mensajería como WhatsApp. Hasta el punto de que las reclamaciones de los usuarios de telefonía móvil al Ministerio de Industria se han duplicado hasta el 13,1% en 2013, según el informe de la Oficina de Atención al Usuario de Telecomunicaciones.

El consumidor puede reclamar a través de instituciones públicas o hacer uso de la famosa lista Robinson de exclusión comercial, que garantiza el cese de estas prácticas invasivas, aunque los usuarios «no son muy conscientes» de su existencia, señala Víctor Domingo, presidente de Internautas. «La ley es bastante garantista respecto al usuario. Tenemos la posibilidad de denunciar cuando recibimos información de este tipo. En España no hay empresas de reconocido prestigio que envíen este tipo de mensajes», subraya.

Recopilar direcciones de correo electrónico es sencillo. Se puede realizar por medio de robots que capturan las direcciones de forma automática o al darse de alta en una página. «Las empresas van buscando vericuetos para evitar la legalidad», agrega Domingo, que advierte: «Contra el spam no se puede hacer nada, salvo poner filtros en el buzón».

La lista Robinson está gestionada de forma independiente por la Asociación Española de Economía Digital ( Adigital), y cuenta en la actualidad con más de 400.000 registros. Su director general, José Luis Zimmermann, reconoce que el «spam» es «un problema global» difícil de atajar, dado que el marco de actuación de la lista Robinson tiene un «alcance limitado». La razón: no tiene más aplicación que nuestras fronteras y la mayoría de los correos basura provienen de fuera.

Además, el mailing marketing ha afinado su público objetivo. «Hay muchos puntos de contacto con los clientes y las empresas empiezan a racionalizarlos». Y continúa: «No vemos que haya ahora un problema mayor con el spam. Los sistemas de correo han desarrollado mecanismos sofisticados para evitarlo y las empresas son más conscientes del retorno que tiene todo esto».

La Agencia Española de Protección de Datos tiene competencias sobre las comunicaciones comerciales por medios electrónicos, recogidas en la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI). La norma es clara: se prohíbe el envío de comunicaciones publicitarias o promocionales por correo electrónico u otro medio de comunicación electrónica que previamente no hubieran sido solicitadas o expresamente autorizadas por sus destinatarios.

Excepción a la norma

Pero hay una excepción, que exista una relación contractual previa, «siempre que el prestador hubiera obtenido de forma lícita los datos de contacto del destinatario y los empleara para el envío de comunicaciones comerciales referentes a productos o servicios de su propia empresa que sean similares a los que inicialmente fueron objeto de contratación con el cliente».

Precisamente, la Ley Orgánica de Protección de Datos recoge que quienes pretendan efectuar un tratamiento relacionado con las actividades de publicación o prospección comercial deberán previamente «consultar los ficheros comunes». Aunque existen mecanismos para evitar recibir este tipo de correos, como desactivar una casilla de verificación que debe aparecer por ley. Pero en realidad, «nadie se lee las condiciones de contratación y eso es un problema. Muchas empresas se aprovechan», subraya Zimmermann.

Todo ello remite a uno de los mayores negocios de internet: el comercio de bases de datos de usuarios. «Hay una auténtica especialización en esto», asegura Víctor Domingo, por lo que no es de extrañar que el usuario reciba en más de una ocasión un mail comercial de una empresa de la que nunca ha tenido contacto alguno.

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