Sensación de «impotencia» en Unicef ante los más de ocho millones de niños desnutridos en República Democrática del Congo

Se trata de un país «frágil» en el que las epidemias de ébola son constantes, afirma la responsable de nutrición del Fondo de la ONU para la Infancia en el país africano

Inés Lezama, responsable de nutrición en Unicef en RDC Belén Díaz Alonso
María Lozano

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Más de ocho millones de niños sufren desnutrición crónica aguda en la República Democrática del Congo (RDC), una situación que provoca una «sensación de impotencia» en Unicef, relata Inés Lezama, responsable de nutrición del Fondo de la ONU para la Infancia en el país africano. «Solo en los últimos tres años hemos tratado casi un millón de casos, pero es un 30% de las necesidades. No llegamos a más»,lamenta.

Lezama, que aterrizó en RDC hace unos cuatro años, ha confesado esta mañana en un encuentro con periodistas que cuando llegó «no podía creer» cómo podía haber tanta hambruna en un país tan rico, comparado otros del Sahel. Uno de los principales problemas es que «solo el 10% de las tierras son explotadas» , razón por la que «no se produce lo suficiente para alimentar a los congoleños».

La experta en nutrición apunta a la falta de acceso a las tierras de la población y de la escasa y difícil distribución por todo el territorio. «No hay apenas carreteras, ni trenes y el transporte a través de los ríos es deplorable», señala.

Además, es un país «frágil» en el que las epidemias son constantes. El sarampión y la poliomielitis siguen siendo un riesgo para la población pese a las vacunas de las que disponen en RDC y, de manera periódica, se producen brotes de ébola. El último comenzó a finales del año 2018 y continúa activo ahora mismo.

Unicef

La distribución de la población no ayuda en la contención de las epidemias ni para la cosecha de las tierras. Los conflictos y la violencia obligan a los congoleños a desplazarse continuamente, lo que también acarrea problemas a nivel educativo. «La mayoría, al no encontrar un campo de refugiados o un espacio destinado para acoger a los desplazados, se instalan en escuelas. la vuelta al colegio en septiembre es muy difícil en regiones como Kasai», explica Lezama.

La responsable de nutrición de Unicef señala que los congoleños llevan más de dos décadas sufriendo una desnutrición severa . Sus consecuencias más directas son que «a nivel físico pueden morir y puede provocar un retraso en su crecimiento, y a nivel intelectual afecta a su desarrollo cognitivo», detalla.

Pese a los esfuerzos de Unicef, del propio gobierno de RDC y de otras organizaciones, para este 2020 se estima que haya más de tres millones de casos de desnutrición aguda en niños y mujeres y, según Lezama, es «casi imposible» que el país consiga cumplir con las metas fijadas para 2030 en materia de nutrición.

Para revertir la situación, el Fondo de la ONU ha extendido el tratamiento para la desnutrición severa en todo el territorio y ha conseguido que el Banco Mundial destine 500 millones de dólares en cuatro años para ayudar a la RDC. Se trata de un proyecto que Unicef quiere que se destine en su mayoría para mejorar la salud de los congoleños con un programa de los 1.000 días que ayude a prevenir la desnutrición.

«Una recaudación así es difícil de lograr», admite Lezama, que es consciente de que «el ángulo económico es más potente que el humano». Frente a esto, lanza un mensaje a los países desarrollados: «Europa envejece y de aquí a unos años, la mano de obra, ¿de dónde vendrá? Si al final la gente que sobrevive tiene cierta discapacidad intelectual, ¿dónde irá el mundo? ».

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