La Universidad de Georgetown
La Universidad de Georgetown - REUTERS

El perdón público de Georgetown dos siglos después

La prestigiosa universidad de Washington ofrecerá la admisión preferente a los descendientes de los 272 esclavos que vendió en el siglo XIX

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«Reconocemos vuestra presencia con profunda gratitud y humildad». La frase pronunciada por el rector, John J. DeGioia, desató la ovación de quienes asistían el jueves a uno de los actos más emotivos que ha vivido la Universidad de Georgetown. Los destinatarios del reconocimiento, varias decenas de descendientes de esclavos, recibían casi dos siglos después una formal petición de perdón.

La prestigiosa institución estadounidense, colaboradora con un pasado de esclavitud y tradicional bastión de la enseñanza superior para la raza blanca, abrazaba a los representantes de los 272 cautivos que en 1838 fueron vendidos por la universidad a terratenientes del algodón en el estado de Luisiana, por 115.000 dólares (unos 3.300 millones de hoy).

El gesto, que se materializaba con el ofrecimiento de matriculación preferente para todos los familiares, forma parte de la etapa revisionista iniciada por Georgetown, decidida a enmendar el lado más oscuro de su pasado.

No ha sido el único paso adelante de la universidad, desde que en 2015 pusiera en marcha un panel de estudio para indagar en su pasado y reparar el mal cometido, presionada por un creciente movimiento de protesta entre los alumnos.

La institución completó esta semana la iniciativa emprendida a finales de 2015, cuando acordó suprimir los nombres de dos salas del emblemático edificio enclavado en Georgetown, llamadas hasta entonces Mulledy y McSherry. La demanda estudiantil había logrado que los dos sacerdotes que llevaron a cabo la venta de los esclavos, en su condición de correctores de la universidad, fueran borrados de cualquier recuerdo.

El rector consumó el movimiento esta semana al anunciar que una de esas estancias se llamará Isaac, en homenaje al primer esclavo que aparecía en la lista de venta, y la otra, Anne Marie Becraft, en recuerdo de la primera mujer esclava de color que ganó la libertad.

Satisfacción a medias

Jessica Tilson, sexta bisnieta de Isaac y estudiante en la Universidad de Luisiana del Sur, conducía su coche junto con su madre cuando recibió un correo electrónico de Georgetown con la noticia. Detuvo el coche en una gasolinera para leerlo, antes de que ambas rompieran a llorar. Se lo iban a contar a su abuelo Tilson, de 80 años, para compartir el momento de alegría: «Me encanta la idea. Hay sentimientos que no se pueden expresar con palabras», declaró.

Pero la reacción de los descendientes ha desprendido una satisfacción a medias. Una mezcla de agradecimiento y de reivindicación. Sandra Green Thomas, de 54 años, celebra la petición de perdón, pero confía en que «se traduzca en acciones más significativas y en un cambio cultural. La reconciliación no puede ser unilateral». Pero el histórico reconocimiento ha salpicado de emociones a muchos familiares, y no solo en la capital estadounidense.

El relato histórico sitúa a la universidad entre otras tantas instituciones estadounidenses que apoyaron y se beneficiaron de la esclavitud, hasta el punto de convertirse una de sus fuentes de ingresos.

Más esclavos de lo que se creía

Fundada por la Compañía de Jesús en 1789, la más antigua de las universidades católicas de Estados Unidos decidió paliar sus depauperadas arcas con la una operación que diseñaron al alimón los sacerdotes. No sin controversia, porque la Iglesia en Roma respaldaba la emancipación.

La investigación realizada ha concluido que el campus de la Universidad de Georgetown contaba entonces con más esclavos de los que se creía. Aproximadamente, una de cada diez personas. Algunos servían a estudiantes. Otros, estaban alquilados propietarios de esclavos.

El campus de la Universidad de Georgetown, que mantiene hoy una especial conexión con España al tener al Rey entre sus orgullosos exalumnos, como titular del máster en Relaciones Internacionales, está integrado hoy por 7.500 alumnos. De ellos, un 6% son afroamericanos, un 8% latinos y un 10% de origen asiático.

Con su declaración de perdón, la institución de los jesuitas se suma a otras universidades estadounidenses que la última década han emprendido el camino de la asunción de culpas por un pasado de colaboración con el esclavismo en Estados Unidos. Entre ellas, la Universidad de Virginia, cuyo rector, Kirt Von Daacke, celebra la decisión de Georgetown con esta sentencia: «No es un acontecimiento aislado. Todas las universidades que existían en nuestro país en el siglo XIX tuvieron conexión con la esclavitud. Esta una historia nacional».

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