El Papa durante la oración del Ángelus por la festividad de la Asunción de la Virgen
El Papa durante la oración del Ángelus por la festividad de la Asunción de la Virgen - EFE

El Papa lamenta el «vergonzoso silencio» ante las masacres en Kivu del Norte

En la solemnidad de la Asunción de la Virgen también recordó a las mujeres víctimas de la trata

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El Papa Francisco ha vuelto a dar una sacudida a la conciencia colectiva desde la ventana de su estudio del Palacio Apostólico. Durante el rezo del Ángelus ha resumido en dos frases en qué consiste lo que él mismo define como «globalización de la indiferencia».

Lo hizo al recordar a las víctimas de la reciente masacre en la ciudad de Beni, en Kivu del Norte, República Democrática del Congo, donde el grupo ugandés de corte islamista Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) ha acabado, -a machetazos y hachazos-, con la vida de al menos 60 personas. Se desconoce la cifra definitiva de muertos porque la emprendieron contra sus víctimas en plena calle, en las carreteras, en los cultivos o incluso dentro de sus propias casas por lo que se siguen encontrando cadáveres.

Este grupo busca imponer la ley islámica en Republica Democrática del Congo para lo que podría incluso contar con ayuda de Al Shabab y Boko Haram. El Santo Padre ha lamentado que «estas víctimas formen parte de los muchos inocentes que no tienen ningún peso en la opinión mundial». Desde octubre del 2014 han sido asesinadas en la zona unas 1.500 personas pese a la presencia de la MONUSCO.

Francisco ha recordado este lunes precisamente esto, que estas masacres se producen desde hace tiempo «en el vergonzoso silencio, sin ni siquiera llamar nuestra atención».

Es de nuevo la paradoja de una tierra preñada de oro, diamantes, coltán, petróleo o níquel cuya riqueza es precisamente su condena. Entre 30 y 70 milicias buscan apropiarse de esta zona a base de aterrorizar a la población con brutales masacres o violaciones en masa.

El sufrimiento de las mujeres

En la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, el Pontífice no ha querido pasar por alto tampoco el sufrimiento de millones de mujeres en todo el mundo: «Las mujeres abrumadas por el peso de la vida y el drama de la violencia, las mujeres esclavas de la prepotencia de los poderosos, las niñas obligadas a trabajos inhumanos, las mujeres obligadas a entregarse en cuerpo y espíritu a la codicia de los hombres».

Ha pedido a Dios para ellas «una vida de paz, justicia y amor» y que «las lleve de su mano por el camino de la vida y las libre de esa esclavitud». El viernes él mismo se encontró cara a cara con esta realidad del tráfico de personas que ha descrito en el Ángelus de este lunes. Visitó a 20 mujeres liberadas de la prostitución a las que pidió perdón por todos los hombres que las habían hecho daño, en especial por todos aquellos que eran «católicos o creyentes».

El Santo Padre, al hablar del sufrimiento de la Virgen María, ha pedido que se no se olvide a estas otras mujeres que también llevan una pesada carga. Pero, al mismo tiempo, ha recordado que «Dios se inclina sobre los humildes para levantarlos», como hizo al elegir como madre «a una joven de un pueblo perdido en la periferia del Imperio romano» a la que después llevó consigo en cuerpo y alma a los Cielos.

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