El padre Enkh Baatar (en la imagen con las flores), el primer sacerdote católico mongol
El padre Enkh Baatar (en la imagen con las flores), el primer sacerdote católico mongol - ABC

El número de sacerdotes nativos se ha duplicado en los territorios de misión en casi tres décadas

Un tercio de los seminaristas del mundo surgen en las misiones

Madrid Actualizado: Guardar
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El número de sacerdotes autóctonos en los territorios de misión se ha duplicado en casi tres décadas. Según los datos de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de España, el crecimiento de las vocaciones «ha sido espectacular», al pasar de las 46.932 en 1989 a 88.138 en 2016.

Enkh Baatar es el primer sacerdote católico de Mongolia. «Soy el fruto de las palabras de esos primeros misioneros», asegura este joven sacerdote a través de un vídeo, con motivo de la celebración este domingo de la doble Jornada de las Vocaciones Nativas y de la Oración por las Vocaciones.

Desde hace tres años, la Iglesia celebra conjuntamente ambas jornadas con el objetivo de fomentar las vocaciones de especial consagración --sacerdocio, vida consagrada, sociedades de vida apostólica-- y apoyar espiritual y económicamente las que ya existen en países de misión.

La Iglesia en Mongolia «es pequeña y está en pañales», recuerda el padre Baatar. Después de 66 años de dictadura comunista, Mongolia redactó su primera Constitución en 1992. En ella reconoce por primera vez la libertad religiosa. La Iglesia católica se hizo presente en el país hace 25 años de la mano de la Congregación del Inmaculado Corazón de María. «El primer fruto vocacional es el padre Baatar», explica la hermana Esperanza Becerra Medina, amiga de este sacerdote mongol. La religiosa de la Consolata ha pasado estos días por Madrid para dar cuenta de la labor de los misioneros en este país, donde los cristianos representan apenas el 2% de la población.

Francisco Javier (misionero), Beatriz García (juniora) y Esperanza (misionera)
Francisco Javier (misionero), Beatriz García (juniora) y Esperanza (misionera) - ABC

«Los misioneros tenemos muchas dificultades porque hay muchas diferencias con el pueblo mongol. Necesitamos de la ayuda de todos para que este pueblo también pueda madurar su experiencia de fe», afirma la hermana Esperanza.

Gran parte del sostenimiento de estas vocaciones está a cargo de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, encargada de la Jornada de las Vocaciones Nativas. En 2014, esta organización ayudó a 75.209 aspirantes a sacerdotes. En los territorios de misión se forman nada menos que un tercio de todos los seminaristas que hay en el mundo. España aportó el 9% de los fondos que distribuyó esta obra el año pasado, que fueron 20,9 millones de euros.

La idea de contribuir al crecimiento del número de seminaristas y novicios autóctonos en los territorios de Misión en Asia, África, América y Oceanía surgió en 1889 por iniciativa de dos mujeres, Estefanía y Juana Bigard, madre e hija. Después de leer una carta del obispo francés de Nagasaki, en la que contaba que los cristianos japoneses, por temor a la persecución, tenían miedo a acercarse a los misioneros extranjeros, decidieron movilizar a la Iglesia para implicarla en el sostenimiento de las vocaciones en los territorios de misión.

Ellas estaban convencidas de que si los sacerdotes eran naturales de su mismo país favorecería el crecimiento de las comunidades cristianas. El Papa Pío XI asumió esta iniciativa privada como suya y en 1992 le dió carácter de «pontificia». Desde entonces, las Obras Misionales Pontificias, a través de la Obra de San Pedro Apóstol, apoya esta labor. La OMP estima que con 350 euros se puede financiar un año de estudio a un futuro sacerdote en los territorios de misión, y con 2.000, los ocho años que dura su formación.

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