Localidades con nombres repetidos

TopónimosLa España de los nombres repetidos necesita un nuevo marqués de Foronda

Un siglo después de la reforma promovida por el geógrafo e historiador, que llevó al cambio de denominación de más de 500 municipios españoles, aún hay 34 con topónimos duplicados

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«Es necesario un nuevo marqués de Foronda» y no porque exista problema alguno con el título nobiliario que creó el rey Alfonso XIII a favor de Manuel de Foronda y Aguilera en 1916. Quienes así lo sostienen son dos expertos españoles en toponimia que proponen revisar los nombres de municipios, carreteras, embalses o picos repetidos a lo largo y ancho de la geografía española que generan actualmente muchos inconvenientes.

En el centenario del Real Decreto por el que más de 500 pueblos españoles tuvieron que cambiar de nombre para evitar confusiones, el profesor de la Universidad Politécnica de Madrid y secretario del Departamento de Ingeniería Topográfica y Cartografía, Antonio Vázquez Hoehne, y el investigador del mismo Ayar Rodríguez de Castro han analizado el panorama toponímico actual y su conclusión es clara.

Hace falta emprender una labor análoga a la impulsada por el geógrafo Manuel de Foronda en 1916 para modificar algunos topónimos repetidos. Así lo defendieron en las V Jornadas de la Comisión Especializada de Nombres Geográficos (CENG) celebradas el pasado 3 de abril en la sede del Instituto Geográfico Nacional con la colaboración de la Real Sociedad Geográfica.

«Es una quimera que deje de haber nombres repetidos (isotopónimos)», explicó Vázquez Hoehne, bien porque « a veces intencionalmente se ha buscado» esa repetición (en el caso por ejemplo de poblaciones en América) o porque «repetir es una estrategia adaptativa natural del hombre para no tener que memorizar tanto» (economía cognitiva). Pero en determinados casos, la duplicidad de nombres acarrea incómodas confusiones.

Pese a ese gran hito de normalización toponímica llevado a cabo hace un siglo, «hay 34 municipios con nombre repetido (17 repetidos)», destacó el experto en toponimia.

Cuatro de estos topónimos fueron adoptados después de la reforma. Es el caso de Castejón, en Navarra, inscrito con dicho nombre en 1927 cuando ya existía uno en Cuenca; El Campillo de Huelva, de 1931, posterior al de Valladolid; Fonfría, en Teruel (1930), que vino a coincidir en el nombre con el de Zamora; o Rebollar, en Cáceres (1930), que ya existía en Soria.

Otros municipios tenían otro nombre en 1916 y cambiaron posteriormente a otro repetido, en muchos de los casos al suprimir su «apellido». En 1981, Arroyomolinos de Montánchez pasó a quedarse en Arroyomolinos y Molá de Tarragona se rebautizó como El Molar, confundiéndose a partir de entonces con las localidades madrileñas del mismo nombre. Ese mismo año Mieras de Gerona pasó a llamarse Mieres. En principio, no había problema porque el de Asturias era Mieres del Camino, pero también éste cambió a Mieres.

Torrente de Valencia se pasó a Torrent (como el de Gerona) en 1980, Cabanas de Gerona se quedó en Cabanas (como el de Castellón) en 1991 y diez años después hizo lo propio Zarza de Alange, en Badajoz, pasando a denominarse La Zarza, como el de Valladolid.

Hasta el censo de 1960, Infantes no volvió a llamarse Villanueva de los Infantes, como la localidad vallisoletana, y Moya, en Cuenca, que se llamó Santo Domingo de Moya, al recuperar su nombre original creó ambigüedad con el de Las Palmas.

De todas estas repeticiones posteriores al Real Decreto de 1916, Vázquez Hoehne culpó a la Administración por haberlas permitido. «Tratándose de municipios, hay que tener más cuidado», subrayó.

Solo en un caso, un municipio volvió al nombre previo al cambio de Foronda. El marqués había añadido a Sada, en Navarra, el apellido «de Sangüesa», pero el pueblo volvió a preferir Sada, como la localidad coruñesa.

Sada, en Navarra, volvió a su topónimo anterior a la reforma de 1916
Sada, en Navarra, volvió a su topónimo anterior a la reforma de 1916 - WIKIPEDIA

Para los últimos cuatro isotopónimos de la lista, el secretario del Departamento de Ingeniería Topográfica y Cartográfica de la UPM no encuentra explicación, pues en tiempos del marqués de Foronda ya se llamaban así: Sancti-Spíritus (en Salamanca y Badajoz), Cieza (en Cantabria y en Murcia), Villaescusa (en Zamora y Cantabria) y Sobrado (en La Coruña y León). «El Sobrado de León se llamó Cabarcos (1842), Portela (1857) y Portela de Aguilar (1860-1877-1887-1897), pero era Sobrado en tiempos del Marqués de Foronda», explicó.

Repetidos dos y tres veces

Entre las entidades de ámbito territorial inferior a municipio, las EATIM, «la situación es todavía más preocupante», añadió Sánchez Hoehne. De estos 3.712 topónimos, hay 61 repetidos dos veces y 13 en tres ocasiones (Arrieta, Barrio, Fontecha, Frenedo, Otero, Renedo, Riaño, San Andrés, Sobrepeña, Valdeprado, Viloria, Villaverde, Villasuso), según sus datos. De la suma de 161 entidades en total con nombre repetido, llama la atención que 65 son de Cantabria, 33 de León y 29 de Burgos.

Ayar Rodríguez de Castro expuso diversos ejemplos de repeticiones en nombres de carreteras (como GI-nº se llama a las carreteras provinciales de Gerona y de Guipúzcoa, así como a las locales de Gijón, y como CA se denominan en Cantabria y en Cádiz). «Un nuevo Foronda podría solucionar algunos problemas», resaltó este experto que propuso revisar las codificaciones de autopistas y autovías, para que en ningún caso coincidan en su denominación con carreteras de igual o menor nivel, así como revisar el resto de las vías, tanto autonómicas como provinciales y comarcales y las pertenecientes a las capitales de provincia y sus circunvalaciones, para tratar de corregir coincidencias.

Los embalses tampoco se salvan de esta isotoponimia. Rodríguez de Castro detalló los casos del embalse del Obispo (en Gibraleón y Chiclana de la Frontera, ambos en Andalucía), el del Infierno (en Ceuta y la Puebla de los Infantes) o el embalse de la Atalaya (en Cazalla de la Sierra, Villamiel y Gibraleón). «El buscador de Iberpix del IGN devuelve el de Cazalla y Villamiel, mientras que el de Google Maps, el de Cazalla y Gibraleón. Solo aparece el de Villamiel (paradójicamente mayor) si se busca con referencia a la comunidad autónoma, en este caso Extremadura, a la que pertenece», señaló.

Esta repetición de nombres, que puede generar dudas en la consulta y gestión de aguas y en el análisis de registros históricos, podría solucionarse con tan solo incluir la ubicación específica del embalse junto al topónimo. Para evitar duplicidades, los expertos propusieron revisar las denominaciones registradas en las conferencias hidrográficas y los distintos consejos insulares de agua.

En el caso de los vértices geodésicos, este fenómeno es muy recurrente. De los 11.146 registrados en la Red Geodésica, hay 3.446 denominaciones repetidas. Solo con el nombre de San Cristóbal existen 44, algunos repetidos en la misma provincia, aunque el caso más destacado es el de Atalaya, una denominación empleada para 57 vértices.

Playa de Punta Prima, en Menorca
Playa de Punta Prima, en Menorca - ABC

También hay repeticiones en otras entidades de importancia referencial, como Sierra Cebollera (en la Comunidad de Madrid y en la provincia de Soria), o Punta Prima (en Mallorca, Menorca y Alicante), o ríos con idéntica denominación como río Salado (hay 3), río Alhama (2), o río Tera (2).

«Aunque no es tan urgente, sí es necesario un nuevo Foronda. Eso sí, con mucha participación, debate y escucha, como corresponde a los tiempos actuales», concluyen ambos expertos que proponen una revisión exhaustiva de la isotoponimia española según el tipo de entidad, diferenciando aquellas en las que se debería evitar (como en municipios, o en las calles de una misma población), de otras en las que esas repeticiones generan menos problema o son irrelevantes.

Ayar Rodríguez de Castro y Antonio Vázquez Hoehne señalan a ABC que aún no han hecho llegar sus propuestas a las instituciones correspondientes para abordar posibles cambios en las denominaciones, pero «sí que tendríamos el interés y la intención de continuar profundizando en esta línea de trabajo a través de colaboraciones con las distintas administraciones competentes en materia de toponimia».

«Es pronto pensar en cualquier actuación administrativa al respecto que, en cualquier caso, debería contar con el previo informe y apoyo de la CENG», apunta Fernando Arroyo Illera, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y compañero de ambos expertos en la Real Sociedad Geográfica.

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