ABC, un periódico europeísta

La mayor parte de nuestra vida cotidiana discurre bajo las reglas, garantías y privilegios propios de nuestra condición de ciudadanos europeos. La información y el análisis que provienen de Bruselas son clave y ABC apuesta por ellos

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En la vieja sala de prensa del edificio del Consejo Europeo, en Bruselas, se exhiben las portadas de los principales diarios del continente del día 26 de marzo de 1957, en las que aparece la noticia de la firma solemne del Tratado de Roma por el que se instituyó lo que hoy es la Unión Europea. A España le faltaban aún 28 años para convertirse en miembro de ese proyecto, pero allí está la crónica de ABC en la portada de tipografía, celebrando el nacimiento de «Una nueva era para la seguridad y la economía de Europa». Incluso entonces, otra de las noticias de la portada de ABC se refería -tal vez con cierto exceso de voluntarismo- al «inminente ingreso» de España en la OTAN, que con el tiempo sería también otro de los pilares del anclaje europeo de nuestro país.

Siempre me he sentido muy orgulloso de tener como trabajo narrar para los lectores de ABC esa vida europea cuyo inicio proclamó en estas páginas hace más de sesenta años Julián Cortés Cavanillas, a la sazón corresponsal en Roma de este periódico, con un lenguaje muy de la época pero que transmite inequívocamente el deseo de que lo que parecía un crucigrama institucional incomprensible tuviera el éxito que auguraban sus fundadores.

ABC ha mantenido un permanente interés por los asuntos europeos durante este medio siglo largo de la existencia de la UE, casi siempre con un corresponsal en Bruselas, como la expresión más evidente de la importancia que atribuye al anclaje vital de España en Europa. La mayor parte de nuestra vida cotidiana discurre ya bajo las reglas, garantías y privilegios propios de nuestra condición de ciudadanos europeos. Entre los jóvenes, la percepción de esa conciencia europea se extiende de forma natural porque muchos en las generaciones más inmediatas han nacido de una mezcla de las viejas nacionalidades. Cualquier definición de información de interés para el lector tiene que incluir forzosamente el pulso político o económico de la UE. En la misma medida, para que un país pueda tener influencia en Europa, sus ciudadanos han de contar con la mejor y más amplia información sobre los asuntos comunitarios. Todo indica que en el futuro esta tendencia no va a disminuir, sino todo lo contrario, lo que hará más acuciante la necesidad de periódicos con una buena información europea, analizada desde Bruselas, desde otras capitales europeas y también desde Madrid.

Siendo una construcción dinámica, no siempre se puede definir exactamente qué es hoy la Unión Europea si no es en sus objetivos de lograr «una unión cada vez más estrecha» entre los países que la componen. A veces, la utilización frívola de esa imagen laberíntica por la que discurren las decisiones en la política comunitaria se convierte en abono de la demagogia nacionalista, como ha sucedido en el Reino Unido, que ha cometido el peor error de su historia. El papel de los medios de comunicación es esencial para mantener las coordenadas necesarias para las sociedades europeas modernas.

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