La encina, el árbol patrio

Si hay una especie representativa el territorio forestal español, ésa es la escogida por el PP como nuevo emblema

Encinas en la provincia de Ávila Juan Piedra
Anna Cabeza

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Oficialmente y representado hasta en su bandera, el árbol nacional de Canadá es el arce sacarino; el araguaney, el de Venezuela; el pino piñonero es el árbol autóctono de Italia; y el roble común, el alemán. La lista podría continuar hasta dar con una pregunta: ¿cuál es el árbol «marca España»? «Si tuviéramos que escoger un árbol representativo del país, ese sería, sin duda, la encina», dice Antonio Rigueiro, catedrático de Producción Vegetal y Botánica Forestal de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). «Arraigado, resistente, apreciado por sus valores agrarios y abundante en España, es una especie (la Quercus ilex) todoterreno del Mediterráneo y protagonista de la mayor parte de las dehesas del territorio nacional», coinciden Regueiro y Juan Carlos Moreno, profesor de Botánica Forestal de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Biología de Conservación de las Plantas.

Y, en efecto, según el último Inventario Forestal Nacional, en este país hay casi 7.000 millones de árboles y la encina, con más de 2,8 millones de hectáreas, es la especie predominante, respresentando un 11,82% de la superficie forestal nacional.

Todos esos valores y la «hegemonía» indiscutible en España es lo que ha querido imprimir el Partido Popular al escoger la encina y su simbología dentro de su nuevo logotipo. Al estrenarlo recientemente y para su debut en la próxima Convención Nacional que tendrá lugar en Sevilla, el coordinador general del PP, Fernando Martínez Maillo, reivindicaba a la encina como el árbol de la «robustez» en parangón con lo que quiere trasladar su formación, alimentado, además, con el lema «Contigo crece España». A juicio de los expertos consultados, no es un desatino que el PP haya entroncado a esta especie de la familia de las fagáceas que vegeta en todo tipo de suelos con su ánimo de «expandirse y hacerse fuerte» en el país. De hecho, para Moreno, se podría establecer el paralelismo de los territorios donde hay más encina en el país con los lugares donde es más representativo el dominio de los populares (no lo es en Andalucía, comenta este profesor).

«Contigo crece España», lema del PP

La encina, añade Susana Domínguez, presidenta de la ONG Bosques Sin Fronteras, es además una especie con muchas variedades singulares, habiendo catalogado esta entidad unas 700-800 encinas particulares. Domínguez destaca su extraordinaria resistencia, pero también su aprovechamiento para otros usos. «Alrededor de las encinas crece suelo nuevo, ayuda al reciclado importante de nutrientes y ayuda, incluso, a la transpiración», detalla. Todo ello, llevado al juego de paralelismos con el PP, podría suponer que la formación da cabida a personas diferentes, pero siempre remando en aras del crecimiento del partido.

Los tres botánicos subrayan que el PP se ha aferrado a la característica principal de la encina, de hoja perenne, como es la «profundidad de sus raíces». Con el árbol más común de España querría seducir al votante, en suma. Preguntados por el resto de los partidos, Moreno bromea y sugiere al cerezo pruno, que tiene flores violetas, como la especie idónea para representar a Podemos; el naranjo a Ciudadanos; y el PSOE escoge una flor, la rosa.

En detrimento de pinos

Al margen de la elección política, la radiografía de la encina es la de una especie expansiva. Está sustituyendo a los pinos, sobre todo por la gestión de los bosques más reciente y el cambio climático. Así lo constata un estudio del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona, que destaca que la colonización de encinas es más rápida de la esperada.

Tradicionalmente, había dos grandes grupos de explotación forestal con ambas especies, aunque con la llegada del combustible fósil a las casas estos bosques dejan de ser rentables y acaban abandonados. Con ello, la diversificación de árboles ha ido al alza y es cuando las encinas –junto con robles y hayas– se están expandiendo mejor que los pinos, detalla Jordi Vayreda, investigador del CREAF. Su proliferación, de hecho, es fácil cuando están en el sotobosque de los pinares, mientras que la supervivencia de pinos en encinares es más complicada. El motivo es que los pinos necesitan mucho sol. Las encinas, en cambio, aguantan mejor el calor y pueden germinar sin problemas en terrenos sombríos. Además, las semillas de los árboles planifolios se dispersan gracias a los animales y pueden colonizarse en mayor espacio y con mayor celeridad.

La sequía y el aumento de incendios han fomentado ese cambio. «Los pinos están más expuestos y sufren más los efectos de la poca precipitación y las temperaturas altas», relata Vayreda, que destaca que la encina, a pesar de ser un árbol más pequeño que el pino, tiene menos problema para buscar agua.

Tras la investigación, el CREAF también da cuenta de una preocupación creciente para ver si a medio o largo plazo estos cambios en la gestión forestal pueden acabar derivando en un problema para la estabilidad de los bosques, especialmente en el norte de España, donde había muchos ejemplares típicos del centro de Europa –como el pino silvestre o rojo, menos adaptados al clima mediterráneo–, que se están sustituyendo por hayas y. cómo no, también encinas

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