El coronavirus destapa el mal estado de algunas residencias de ancianos y la Fiscalía abre investigación

Defensa confirma que los militares levantaron acta en centros de mayores en «situación extrema» y la Fiscalía abre diligencias por esta grave denuncia

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Soldados de la UME desinfectan la residencia San Carlos de Celanova, en Orense EFE

Érika Montañés y Isabel Vega

Un comentario casi al vuelo de la ministra de Defensa, Margarita Robles , ayer durante una entrevista en Telecinco ha destapado una de las realidades más duras del impacto del coronavirus sobre las personas mayores que viven en residencias: «El Ejército en algunas visitas se ha encontrado con ancianos abandonados, cuando no muertos en sus camas». Había residentes «conviviendo» con cuerpos, dijeron fuentes militares. Según avanzó Cadena SER, uno de esos centros está en Valladolid.

En el departamento de Robles confirmaron los hechos, y más allá de afirmar si se trataba de más de un caso, mantuvieron un absoluto hermetismo y discreción a la hora de detallar en qué provincias, en qué centros residenciales y en manos de quién deberá recaer la responsabilidad. Sí está claro que los militares levantaron acta en algunas residencias ante los lamentables hallazgos y en calidad de agentes de la autoridad en el contexto del estado de alarma. También que esos atestados serán remitidos a la Fiscalía General del Estado.

El Ministerio Público no es ajeno a lo que ocurre en las residencias. Ya la semana pasada informó de que la observancia de la protección de los más vulnerables es parte de su hacer cotidiano. A última hora de la tarde de ayer, no se habían recibido denuncias elevadas por miembros de la UME, según fuentes consultadas por ABC , pero ante la situación descrita por Robles, se optó por actuar de oficio: Fiscalía General del Estado ha incoado diligencias y ha puesto al frente al fiscal del Tribunal Supremo Manuel Dolz para que investigue lo sucedido. En el comunicado, el Ministerio Público habla de la «alarmante» situación de «ancianos, enfermos, en situaciones extremas y de mala salubridad».

«El Ejército halla ancianos abandonados conviviendo con cadáveres en las camas»

Fuentes militares consultadas por ABC apuntan, no obstante, a la posibilidad de que los cuerpos encontrados no obedezcan a ninguna negligencia, sino que permaneciesen en las camas porque se había activado el protocolo especial para el Covid-19, según el cual deben pasar unas horas entre el deceso y el traslado del cadáver. Los fallecidos por el virus Covid-19 se desplazan a un habitáculo refrigerado (nevera o túmulo) donde se espera a que lo recojan los servicios funerarios y en ciudades desbordadas como Madrid, ese plazo puede superar las 24 horas de plazo.

Un protocolo especial

Ante la sospecha de contagio, el protocolo dicta que no se toque al finado hasta que llegue el facultativo y el personal de la funeraria, equipados con bolsas y equipos de protección, permaneciendo mientras tanto el cadáver en la cama. El cuerpo se sella con silicona y cinta americana y no se toca.

En todo caso, Robles incidió en que el Gobierno será «absolutamente implacable y contundente con el trato que se dé» a los mayores en las residencias, donde el virus, cuando llegua, impacta con más fuerza.

El trabajo para la UME no cesa. La UME se había desplegado ayer en 73 geriátricos de todo el país, 14 en Madrid, de los casi 200 (un conteo oficioso realizado a partir de la denuncia de los trabajadores y familiares) donde se estima que han registrado contagios, según comunicó el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Miguel Villarroya. Solo durante la jornada del lunes, 2.550 militares de la UME y de los tres ejércitos trabajaron para luchar contra la pandemia en todo el país, tal y como indicó el Jemad.

Los soldados cuentan el impacto que sufren ante estos lugares con personas tan vulnerables. El Ejército fue reclutado por el Gobierno dentro de la llamada «operación Balmis» para luchar contra el coronavirus y apoyar en labores logísticas, de transporte, gestión, tareas de desinfección, control y ayuda, lo que está siendo clave en el desarrollo de la infección en España. La propia Robles elogia su capacidad sobrehumana y de digerir situaciones tan terribles.

El Covid-19, de norte a sur

En lugares como Celanova, cuyo geriátrico desinfectaron ayer los soldados, las trabajadoras son conscientes. Trece operarias de la plantilla en la residencia San Carlos están infectadas y el resto teme que muera «mucha gente». El alcalde, Antonio Puga, busca alternativas para reubicar a los infectados allí donde puedan recibir atención sanitaria. Mientras, el resto de la plantilla, plantada en la puerta principal, clamaba entre lágrimas: están «desbordadas». Hasta el momento se cuenta un residente fallecido y 25 infectados aislados, pero la «importante carga vírica» del interior las asusta.

A 900 kilómetros de allí, 9 horas en coche, el alcalde de Alcalá del Valle (Cádiz), Rafael Aguilera, comparte preocupación. Más del 60% del personal de su residencia está contagiado. Por eso, no extraña que se declare «impotente» ante la falta de soluciones viables: «Hay mucha gente que se puede salvar, no podemos estar pordioseando cada vez que tenemos que poner oxígeno a alguien». A las puertas del centro Dolores Ubarruri, donde tres ancianos han muerto, espetó: «El virus mata, pero lo que está matando a la gente es el sistema». Hasta 38 de los 42 residentes que quedan han enfermado de coronavirus.

En total en España, sin cifras oficiales y solo por las denuncias formuladas por trabajadores y familiares, se ha superado el centenar de ancianos muertos en estos centros donde se han producido brotes.

El grito, en los dos puntos tan distantes del país, es unánime: «Necesitamos ayuda. La necesitamos ya».

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