Santiago Martín

Continuidad sin ruptura

Detrás del elogio de Benedicto a Müller sólo hay una cosa: la reivindicación de que la continuidad es posible

Santiago Martín

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Justo antes de acabar el año, Benedicto XVI, nos ha regalado una nueva y breve intervención , en forma de prólogo a un libro homenaje al cardenal Müller, con motivo de sus setenta cumpleaños. Lo que ha escrito ha sido muy sencillo. Ha centrado su elogio en el papel que le correspondía como prefecto de Doctrina de la Fe, a la vez que en la fidelidad manifiesta hacia el actual Pontífice: «Has defendido las claras tradiciones de la fe, pero en el espíritu del Papa Francisco has tratado de comprender cómo pueden ser vividas hoy». Estas palabras han sido ya interpretadas como una humillación infringida por Ratzinger a Bergoglio, puesto que fue éste quien decidió no renovar en el cargo a Müller cuando se cumplieron los cinco años de su mandato. Cualquiera que conozca mínimamente al Papa emérito sabe que eso sería lo más alejado de sus intenciones. Sin embargo, sí que hay una cierta reivindicación del antiguo prefecto de Doctrina, pero no contra el actual Pontífice, sino más bien de una línea que está siendo injustamente vapuleada en la Iglesia.

Las tensiones en el seno de la Iglesia son tales, que hoy decir una palabra a favor de San Juan Pablo II, por ejemplo, es considerado por algunos como una gravísima ofensa a Francisco. Algunos de sus supuestos amigos -digo supuestos porque considero que son sus peores enemigos-, están pretendiendo ofrecer una imagen de la Iglesia que hace tabula rasa con los dos mil años de historia precedentes, incluidas las enseñanzas de la Escritura. Ya ni siquiera se mira al Vaticano II como referencia, pues sus documentos son considerados frutos del consenso y, por ello, superados por una interpretación de ruptura total con todo lo anterior. El referente de esta «nueva Iglesia» no sería Jesucristo, sino el Papa Francisco. Con él empezaría todo y lo anterior debe ser olvidado e incluso escarnecido. Estoy absolutamente seguro de que ésta no es la intención del Papa Francisco, pero así lo están presentando algunos de sus amigos, haciéndole a él un enorme daño y haciéndoselo también a la Iglesia.

Detrás del elogio de Benedicto a Müller sólo hay una cosa: la reivindicación de que la continuidad es posible y que la ruptura sirve a los que quieren destruir la Iglesia.

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