El Papa Francisco conversa con un grupo de artistas circenses durante la audiencia general
El Papa Francisco conversa con un grupo de artistas circenses durante la audiencia general - EFE

Un circo ameniza la audiencia general del Papa en la plaza de San Pedro

Francisco recuerda que Dios «no es indiferente al sufrimiento humano»

Madrid Actualizado: Guardar
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La audiencia general ha vuelto a celebrarse este miércones en la plaza de San Pedro. Con unos agradables 9 grados en Roma, el Papa Francisco retomó con fuerzas la catequesis en el exterior y recorrió en papamóvil la plaza durante unos 20 minuto. De nuevo, se han repetido las escenas del Papa bendiciendo y besando a multitud de bebés, algunos incluso de días.

Ha continuado con su ciclo de catequesis sobre las señales de la misericordia divina en la Biblia. En primer lugar, ha invitado a las personas a reconciliarse, sobre todo, «a los hermanos de una misma familia que se distancian y no se hablan». El Año de la Misericordia «es una buena ocasión para reencontrarse, abrazarse, personarse y olvidar las cosas feas», ha explicado.

El Papa Francisco insiste en su mensaje de misericordia para hacer llegar el mensaje del amor de Dios a todos los rincones. Por eso, ha repetido que tal y como sucedió con la historia del pueblo de Israel en Egipto que narra el libro del Éxodo, «Dios no es indiferente, no aparta la mirada del dolor humano» y lo demuestra «suscitando hombres capaces de sentir el grito del sufrimiento y de actuar en favor de los oprimidos».

«Sujetos de misericordia»

Pero el Santo Padre no solo ha pedido a los fieles que sean sujetos pasivos de la acción de la misericordia sino también artífices de ella, «mediadores», como Moisés fue mediador de la misericordia divina en la liberación del pueblo de Israel; «mediadores» con obras de misericordia para «dar consuelo y lograr unidad, se pueden hacer muchas cosas buenas», ha concluido el Papa Francisco.

La misericordia de Dios siempre «actúa para salvar» y lo hace en cada persona de forma concreta con un amor «particular, exclusivo y privilegiado». Una herencia que proviene del propio Jesús, -ha señalado el Pontífice-, y que como «hijos de Dios tenemos la posibilidad de tener», apostilló.

Al concluir los saludos en varias lenguas y de forma sorpresiva, un circo obsequió al Papa con un colorido espectáculo sobre el mismo altar. El Santo Padre, muy sonriente, ha disfrutado con las piruetas, acrobacias y trucos de estos artistas y, en agradecimiento, les ha dirigido unas palabras improvisadas: «Sois creadores de belleza, hacéis la belleza y la belleza hace bien al alma, la belleza nos acerca a Dios».

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