ABC y la libertad de expresión

En momentos como éste, en los que se amenaza ydescalifica a periodistas críticos e incómodos, cobra especial relevancia la existencia de medios solventes e independientes como ABC, comprometidos con el rigor informativo y la calidad periodística

Álvaro Ybarra Pacheco

Vivimos tiempos difíciles para la libertad de expresión, un derecho que es tan consustancial a la democracia como puede serlo la división de poderes, también amenazada en estos días inciertos desde el radicalismo populista. En España las amenazas contra la libertad de expresarse no son tan cruentas como la que acaba de materializar un terrorista yihadista en París contra Samuel Paty. El profesor Paty fue degollado el pasado viernes 16 de octubre por enseñar tolerancia y libertad de expresión a sus alumnos a través de las legendarias caricaturas de Mahoma del semanario «Charlie Hebdo». Se trata de un caso de violencia extrema, pero el objetivo de los enemigos de la libertad es siempre el mismo: silenciar a quienes objeten del pensamiento único que tratan de imponer.

La memoria histórica

El proyecto de ley de Memoria Histórica que promueve el Gobierno de Sánchez/Iglesias contiene el intento de incluir en el Código Penal algo tan ambiguo e interpretable como la apología del franquismo. Se trata, según parece, de reinstaurar la censura sobre todos aquellos discrepantes de la verdad oficial establecida por una ley de buenos y malos que pretende reescribir la historia y dividir de nuevo a los españoles en dos bandos irreconciliables.

La tercera España de los Machado vuelve a ser una quimera. El intento de reinstaurar de forma velada y a propósito de la Memoria Histórica la censura es el último eslabón de una larga cadena de ataques a la libertad de expresión que se han sucedido en España en los últimos tiempos. Con el telón de fondo del estado de alarma decretado por la pandemia se han celebrado ruedas de prensa sin preguntas o con periodistas seleccionados; se ha amenazado y descalificado a periodistas críticos e incómodos desde altas instancias del Ejecutivo; se ha dejado de aplicar de forma sistemática la ley de Transparencia, cuyo objetivo es que los ciudadanos estén informados de las actividades que se realizan desde las administraciones públicas; y, en definitiva, se ha creado un clima de presión y sometimiento del libre ejercicio del periodismo.

Es en momentos como éste cuando cobra especial relevancia la existencia de medios solventes e independientes como ABC, comprometidos con el rigor informativo y la calidad periodística. La independencia de un medio no significa la ausencia de principios o valores sino el compromiso de que la línea editorial no interfiera con el relato honestamente subjetivo de la realidad. La defensa de la libertad de expresión ha sido una constante en la trayectoria de ABC.

La historia del periódico está salpicada de sanciones, secuestros, ceses y hasta de la propia incautación del diario por quienes se sentían agraviados por su línea informativa. En 1931, en virtud de la ley de Defensa de la República, que convirtió a ABC en una de sus víctimas preferidas, se constriñó la libertad de expresión a base de sanciones y se instauró la censura. En 1932 Azaña decretó la suspensión de la publicación de ABC durante tres meses y medio por hacer «apología de la monarquía». Finalmente en 1936 el diario fue incautado por el Gobierno de la República y su Redacción se trasladó a la edición de Sevilla. Durante el franquismo también se sucedieron en ABC constantes tropiezos con la censura, pese a que la línea del periódico monárquico y de talante liberal no era antifranquista. Tal vez la controversia más sonada fue la que motivó el secuestro del diario en 1966 por un artículo de Luis María Anson titulado «La Monarquía de todos».

Si el compromiso con la libertad de expresión ha sido siempre una seña de identidad de la Casa, la innovación, el afán por disponer de los últimos avances tecnológicos para conectar con nuestra audiencia, ha sido otro leitmotiv en la historia de ABC. Ahora las dos apuestas, la de la independencia, el rigor y la defensa de la libertad y la de la innovación se aúnan con ABC Premium, un proyecto que sitúa al viejo rotativo en la vanguardia digital. El propósito es el mismo de siempre: mantener el compromiso con una buena parte de la sociedad española sin renunciar a nuestros principios esenciales pero adaptándolos en forma y contenido a la evolución de los tiempos. Sin esa constante renovación desde la lealtad y el respeto por lo que somos hubiera sido imposible que ABC mantuviera con sus lectores la conexión que ha sostenido a lo largo de su centenaria historia.

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