El Papa Francisco saluda a un niño este miércoles en la plaza de San Pedro
El Papa Francisco saluda a un niño este miércoles en la plaza de San Pedro - efe

El Papa pide una «nueva ética civil» que frene el empobrecimiento de las familias

«El sistema económico no incluye en su balance el inmenso trabajo de la familia», critica el Pontífice

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Advirtiendo con toda claridad a los gobernantes que «la espiral perversa entre familia y pobreza nos lleva al desastre», el Papa Francisco propuso el miércoles «una nueva ética civil», que sea más realista y constructiva.

Continuando sus catequesis sobre la familia, el Santo Padre denunció ante unos cincuenta mil peregrinos que «la economía de hoy se ha especializado frecuentemente en el disfrute de bienes individuales, pero practica ampliamente la explotación de los lazos familiares», dejando las cargas en manos de las familias.

El Papa advirtió que «esta es una contradicción grave». Como «el inmenso trabajo de la familia no se incluye en el balance», sucede que «la economía y la política son avaras en el reconocimiento» de la enorme contribución social de la familia.

Pero, de hecho, la sociedad «tiene como pilar la formación interior de la persona y el encauce social de los afectos. Si se quita eso, se desploma todo».

Abordando específicamente algunas de las vulnerabilidades más graves de la familia, el Papa se refirió tanto a la pobreza como a la guerra, «que es, verdaderamente, ‘la madre de todas las pobrezas’ pues empobrece a la familia y destruye las vidas, las almas y los afectos más sagrados y queridos».

Al margen del texto escrito, el Santo Padre insistió varias veces en que respecto a la pobreza no bastan las consideraciones o las ayudas genéricas pues «todos nosotros conocemos algunas familias en dificultad porque el padre o la madre han perdido el empleo», y la Biblia nos indica «no apartarás tu mirada del indigente».

Con gran energía afirmó que « la Iglesia es madre, y no debe olvidar nunca este drama de sus hijos. La Iglesia debe ser pobre para volverse fecunda y responder a tanta miseria. Una Iglesia pobre practica una sencillez voluntaria en su propia vida –en sus instituciones, en el estilo de vida de sus miembros- para derribar todo muro de separación, sobre todo de los pobres».

Hacia el final de la audiencia, el Papa se refirió a la tragedia fluvial en China que puede haber costado la vida a unas cuatrocientas personas. Francisco manifestó su «cercanía al pueblo chino en este momento difícil a causa del desastre del ferry en el rio Yangtsé. Rezo por las víctimas, por sus familias y por todos los que colaboran en el salvamento».

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