El sacerdote caldeo Douglas Bazi durante la entrevista con ABC en la sede de Ayuda a la Iglesia Necesitada
El sacerdote caldeo Douglas Bazi durante la entrevista con ABC en la sede de Ayuda a la Iglesia Necesitada - isabel permuy
persecución de los cristianos

Douglas Bazi: «A los cristianos en Irak, la muerte nos persigue por todas partes»

El sacerdote caldeo recuerda que 120.000 familias viven en los campos de refugiados «al borde de la emergencia»

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Sobrevivió a dos ataques con misiles en su parroquia en Bagdad, un tiroteo y un cruel secuestro en el que le rompieron los dientes y el tabique nasal. Como recuerdo de toda esa violencia del mal llamado Estado Islámico también le quedan dos balas en su pierna izquierda. Sin embargo, nada en el rostro del padre Douglas Bazi (Bagdad, 1972) lleva a pensar en el odio o la venganza. Todo lo contrario. «Tenemos que perdonar para dejar que la gracia de Dios se transmita de generación en generación. De no hacerlo renacerá el odio y el dolor», asegura.

Desde hace dos años este sacerdote caldeo es párroco de la Iglesia de San Elías en Erbil (Kurdistán) donde acoge a decenas de familias iraquíes refugiadas que han huido de los terroristas del ISIS.

Gracias a instituciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada, les proporciona alojamiento, comida y medicinas.

—¿Cuál es la situación de los cristianos en Irak?

—Podemos decir que estamos al borde de la emergencia. La vida no es normal porque la gente que vive en los campos de refugiados ha perdido muchas cosas. No tienen trabajo y muchos de ellos todavía vive en carabanas. La vida de muchas familias han sido destruidas. Además la gente esperaba que esto durase dos meses y ya van para un año y no tienen garantías de que su situación vaya a ser resuelta en el corto plazo. La gente también tiene miedo porque hace unos días –el 17 de abril– una bomba estalló en frente del consulado americano en la ciudad de Erbil (capital de la región autónoma del Kurdistán iraquí) y murieron tres personas. La muerte nos persigue por todas partes.

—¿Cuántos cristianos viven todavía en el país?

—Antes de 2003 había más de dos millones. Ahora no hay más de 250.000, pero yo creo que el número puede ser incluso menor.

—¿Cómo es la vida de los cristianos fuera del Kurdistán iraquí?

—Entonces tenemos que hablar de Bagdad, Basora y Kirkuk. Todo el mundo en general en Irak es un objetivo, pero los cristianos son

«Gracias al Papa no tendremos que esperar cien años para que se hable del genocidio de los cristianos en Irak»

el punto más débil. Todo está en nuestra contra. Ser cristiano significa correr muchos riesgos porque nadie nos protege. El resto de los iraquíes que no son cristianos nos preguntan por qué seguimos en Irak, por qué no nos vamos al Kurdistán. Nos dicen que nosotros ya no pertenecemos a esa región. Eso es una vergüenza.

—¿Sabemos que hace dos años tuvo que dejar Bagdad después de que volaran su parroquia y que además estuvo más de una semana secuestrado?

—En realidad no quiero que la gente me mire como un héroe porque no lo soy. Yo solo soy un iraquí que ama su país. Tengo fe como cristiano y mi vida es ser sacerdote y servir a la gente pese a que he vivido situaciones terribles. Si me he decidido a contar lo que sucede es porque la historia es la que es. Yo no represento a la gente, soy la gente. En Bagdad volaron mi parroquia, todavía tengo dos balas en la pierna izquierda. Fui secuestrado durante nueve días por un grupo islámico. Me rompieron la nariz y me quitaron algunos dientes, pero el daño ha sido más emocional que físico.

—¿Pensó en algún momento que podía morir?

—Yo pensé que moriría muchas veces, pero si me preguntas si sentía miedo a morir, te diré absolutamente que no. Tenía miedo por lo que pudiera pasarle a mi gente, a la gente que quiero. Esa podría ser para mí la pregunta.

—¿Cómo se logra vivir con tanta violencia alrededor?

—Hay que decir que estamos acostumbrados a vivir entre dos fuegos. Llevamos cien años viviendo esa experencia. Por eso no estoy sorprendido de que ataquen a mi gente, estoy sorprendido de cómo mi gente sobrevive en Irak. Cuando transmitimos la historia a los niños también les hablamos del gran poder del perdón. Tenemos que perdonar para dejar que la gracia de Dios se transmita de generación en generación. De no hacerlo, renacerá el odio y el dolor.

—Cuál es la situación de los cristianos en Kurdistán? ¿Cuántos cristianos viven refugiados allí?

—Más de 120.000 familias. Si no existiera el Kurdistán mi gente hubiera desaparecido. La gente es muy fuerte porque no es fácil encontrar un trabajo. Hay mucha gente que necesita comida, medicinas, una casa donde vivir.

—¿Cree que la comunidad internacional hace lo suficiente por los cristianos de Oriente Medio?

—Es una buena pregunta. Mucha gente está preocupada y me pregunta por qué la comunidad internacional se olvida de nosotros, por qué no les interesan nuestros problemas, por qué no se ocupan. A mi centro han venido miles de organizaciones y han hecho muchas promesas, pero solo han vuelto un centenar de ellas. Si seguimos por este camino vamos a perder el último grupo con educación cristiana en Irak.

-¿Ha estado con el Papa Francisco?

-Me encantaría. Me gusta ese hombre. Es muy sencillo, es inteligente y actúa con el ejemplo. Además comprende lo que significa la vida de los sacerdotes y de las comunidades cristianas en Irak. Gracias al Papa Francisco quizás no tengamos que esperar cien años para que se hable del genocidio de los cristianos en Irak como los que tuvieron que pasar para que se reconociera el genocidio armenio.

-¿Piensa que el Papa Francisco está llamando la atención de la comunidad internacional?

- El Papa está haciendo que se hable de nosotros. Puede ser nuestra última oportunidad.

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