El Papa Francisco besa a un niño durante la audiencia general de este miércoles
El Papa Francisco besa a un niño durante la audiencia general de este miércoles - reuters

El Papa expone el drama de «las esclavas sexuales, las mujeres obligadas a casarse y las vendidas con vistas al matrimonio»

El Pontífice invita a boicotear productos provenientes de trabajo esclavo

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Siguiendo la vigorosa línea marcada en las cumbres mundiales de jefes de policía y de líderes religiosos celebradas en el Vaticano, el Papa Francisco expone de nuevo la vergüenza de la esclavitud contemporánea en su mensaje para el Día Mundial de la Paz, que se celebra el uno de enero del 2015.

Entre los dramas que afectan a más de treinta millones de personas explotadas en régimen de esclavitud, el Papa destaca los más sórdidos: «los esclavos y esclavas sexuales; las mujeres obligadas a casarse, las que son vendidas con vistas al matrimonio o las entregadas en sucesión, a un familiar después de la muerte de su marido, sin tener el derecho de dar o no su consentimiento». Se trata de millones de mujeres, sobre todo en África y Asia.

Otro de los peores abusos, hoy a la vista de todos, es el de «las niñas y mujeres» secuestradas como esclavas sexuales por grupos terroristas, igual que el de los «niños soldado», cuyo número aumenta con rapidez.

Finalmente, el Papa incluye entre las categorías más inaceptables «los niños y adultos víctimas del tráfico y comercialización de la extracción de órganos».

El Santo Padre pide acción a los responsables de los Estados y de las grandes compañías multinacionales, pero también a los ciudadanos de a pie pues «a la responsabilidad social de la empresa hay que unir la responsabilidad social del consumidor». Según el Papa, «cada persona debe ser consciente de que comprar es siempre un acto moral, además de económico», como enseñó Benedicto XVI en su última encíclica, «Caridad en la Verdad».

En esa línea, el Papa Francisco invita a «realizar gestos de fraternidad con quienes se encuentran en un estado de sometimiento». Pero, al mismo tiempo, a romper las cadenas de explotación en el supermercado evitando «elegir productos que con probabilidad podrían haber sido realizados mediante la explotación de otras personas».

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