Extracción de gas por fracturación hidráulica
Extracción de gas por fracturación hidráulica - afp

El proyecto de fracking en Alemania no contenta a nadie

La hidrofracturación es vista por los alemanes como un riesgo a nivel de la energía atómica

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Después de la catástrofe en Fukushima, la canciller alemana Angela Merkel anunció un apagón nuclear para 2022. Hasta aquí todo bien, se reconciliaba con la opinión de una amplia mayoría de alemanes. Sin embargo, no está siendo fácil para Berlín conciliar la energía que necesita este país con la «Energiewende»: el martes y firmado por la ministra de Medio Ambiente Barbara Hendricks, entró al Parlamento federal una propuesta de ley que permite –con amplias restricciones– el uso de la fracturación hidráulica –hidrofracturación o fracking– para acceder a las reservas de gas que Alemania tiene en el norte del país.

El fracking consiste en perforar la tierra e inyectar agua, arena y productos químicos para fracturar la roca y poder acceder a reservas de gas y petróleo.

Los defensores del medio ambiente aseguran que la práctica contamina el agua y pone en peligro el medio ambiente: «La prioridad la tendrá la protección del medio ambiente y el agua potable», destacó Hendricks al presentar el proyecto que a partir de 2019 y tras perforaciones de pruebas, las empresas empezarán a explotar esta práctica que estará prohibida en «zonas sensibles», zonas naturales protegidas o acuíferos que suministran agua a ciudades alemanas.

La hidrofracturación en Alemania –según el proyecto de ley– con fines comerciales estará prohibida hasta 2021 en roca con vetas de pizarra y carbón y sólo se permitirá en proyectos de investigación. Otro límite será la profundidad: sólo se permitirá por debajo de 3.000 metros de profundidad, algo que no ha gustado a la industria, que asegura que la mayoría de reservas está entre 1.000 y 2.000 metros. Las empresas deberán solicitar perforaciones de prueba para investigación sobre las que deberán decidir los estados federados.

Opinión pública en contra

El proyecto no ha dejado contento a nadie: «Con esta ley el gobierno ha roto de forma unilateral el consenso nacional contra el uso del fracking en Alemania», criticó el ministro de Medio Ambiente de Renania del Norte Westfalia, Johannes Remmel. «Prohibido y permitido en una sola ley», criticó también el ministro del ramo de Baden Württemberg, Franz Untersteller. «El lobby del fracking se ha impuesto», ha indicado el parlamentario Hubertus Zdebel.

La hidrofracturación es vista por los alemanes como un riesgo a nivel de la energía atómica: el fracking no debe permitirse a escala comercial por las grandes lagunas de conocimiento en su utilización. Así reza parte de un informe entregado el año pasado por el Consejo de Expertos para Cuestiones Medioambientales (SRU, por sus siglas en alemán) a petición de Berlín. Según el SRU, el fracking no es «necesario en términos de política energética» y no reduciría los precios del gas a nivel nacional ni aumentaría la seguridad del suministro.

Una de las recomendaciones del SRU fue el retiro por parte del Ejecutivo del proyecto de ley para regular el fracking en territorio germano, indicación que Merkel no ha obedecido, pese a que Alemania tiene desde los años 60 una tradición marcadamente verde: un ejemplo es que el partido ecologista fue el cuarto más votado en las elecciones federales de 2013 y cuenta con 63 diputados en el parlamento.

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