500 aniversario

Primera vuelta al mundo: Cabo Vírgenes, a las puertas del Estrecho

Primera vuelta al mundo es una serie de artículos en la que el marino Ignacio Fernández Vial recrea cada sábado el viaje de Magallanes y Elcano

El plano del Estrecho que descubrió Magallanes en octubre de 1520

Ignacio Fernández Vial

A pesar de que soplaban vientos del SE, al amanecer del jueves 18 de octubre del 1520, las naves de la Armada del Maluco abandonan Santa Cruz. Con mar picada y el viento de proa, avanzan penosamente hacia las zonas australes dando numerosas y cortas bordadas para no perder en ningún momento de vista la costa. Magallanes estaba convencido de que no muy lejos de estas tierras se encontrarían con el paso al mar del Sur que el cosmógrafo Martín de Bohemia había dibujado en el mapa, que él mismo había mostrado al rey Carlos I para convencerlo de la bondad de su proyecto. Navegan dos días en estas condiciones hasta que, para suerte de todos, cuando se encontraban a la altura de la desembocadura de Río Gallegos , les rola el viento al NE, lo que les permite navegar por la aleta y ganar millas con un buen andar rumbo al SSO.

Así nos narra Francisco Albo el hallazgo de la entrada al estrecho. «A los 21 del dicho (mes de octubre) tomé el sol en 52 grados limpios a cinco leguas de tierra y allí vimos una abierta como bahía, y tiene a la entrada a mano derecha, una punta de arena muy larga y el cabo que descubrimos antes de esta punta se llama el cabo de las Vírgenes». Un tripulante anónimo portugués, que nos ha dejado una breve relación del viaje, nos cuenta que «nos encontramos en un estrecho al cual pusimos nombre de estrecho de la Victoria, porque la nave Victoria fue la primera que lo vio, aunque algunos lo llamaron el estrecho de Magallanes, porque nuestro capitán se llamaba Fernando de Magallanes ».

Entre el cabo y la punta de arena que se observa más al S., pudieron apreciar una ancha entrada que conducía a una aún amplia bahía, por lo que Magallanes da la orden de dirigir los barcos hacia allá. Ese mismo día, el 21 de octubre, las cuatro naves fondean a unas 25 millas a poniente del cabo Posesión, en el surgidero Estonewall , decididas a esperar el alba del siguiente día para iniciar la exploración de estas aguas.

Pocas oportunidades más le quedaban al capitán general para conseguir descubrir el tan ansiado paso, pues su latitud ya era extrema, las condiciones meteorológicas cada vez eran más duras y el agotamiento de los hombres, provocado por el continuo maniobrar y las bajísimas temperaturas, alcanzaba ya límites preocupantes. Pigafetta nos expresa el sentir general de sus compañeros con estas palabras: «Toda la tripulación creía firmemente que el estrecho no tenía salida al Oeste y que no sería prudente buscarla sin tener los grandes conocimientos del capitán general, el cual tan hábil como valiente sabía que era preciso pasar por un estrecho muy escondido, pero que había visto representado en un mapa hecho por el excelente cosmógrafo Martín de Bohemia y que el rey de Portugal guardaba en su tesorería».

Nada más despuntar las primeras luces, Magallanes ordena que las naos San Antonio y Concepción leven anclas y se dirijan navegando hacia el interior de la bahía. Él mientras, acompañado de la Victoria, permanece fondeado, no sin dificultad, a la espera del resultado de este primer reconocimiento. Las dos naos adelantadas alcanzan la Primera Angostura , que atraviesan sin dificultad, y a continuación se adentran en la bahía Felipe . Estando aquí, les llega la noche y con ella un durísimo temporal del NE. Intentan en vano volver al surgidero Estonewall , pero el viento de proa se lo impide, por lo que le ponen la popa al temporal, que los empuja irremediablemente a lo que ellos creían un fondo sin salida.

Temerosos de perder sus naves contra las costas que limitan estas aguas, y con ello sus vidas, al amanecer divisan con satisfacción que a su proa tenían otro estrecho, la Segunda Angostura , por el que se introducen, no por su voluntad, sino obligados por las fortísimas rachas de viento que les azotan sin piedad. Diez Millas navegan por este estrecho que les lleva a una tercera bahía, Paso Ancho, donde, después de 36 horas de duro embate, el viento se calma. Habían navegado 58 millas por el interior del estrecho de Magallanes, lo suficiente para comprobar que las aguas seguían siendo tan saladas como en la mar y los capitanes de las naos San Antonio y Concepción llegaran a la conclusión de que no se encontraban en la desembocadura de ningún gran río, sino que por fin estaban dentro de un estrecho que unía dos mares. Gozosos por el descubrimiento, vuelven sus proas hacia el fondeadero donde los esperaba el capitán general, para anunciarle lo que habían visto.

Tan complicado y arriesgado era navegar por este legendario estrecho que cuando se inicia el comercio marítimo con la América oriental, los barcos prefieren pasar del Atlántico al Pacífico, por el mítico cabo de Hornos, célebre por su extrema dureza. Por cierto, el cabo de Hornos fue cruzado por primera por vez por la carabela San Lesmes en 1526, capitaneada por el marino español Francisco de Hoces . De hecho el mar que baña por el Sur a este cabo, recibió el nombre del mar de Hoces, y así se sigue llamando en España y buena parte de Hispanoamérica.

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