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En el PP sevillano hay quien se ha molestado de forma exagerada y exacerbada por la encuesta que sacó este ABC el pasado domingo

Juan Espadas, Javier Millán, Beltrán Pérez, Susana Serrano y Daniel González Rojas ABC
Francisco Robles

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Decíamos ayer, al más puro estilo de Fray Luis de León, que el Partido Popular se conforma con ganar en los entrenamientos. Puestos a ser justos, que es lo necesario en este oficio del articulismo, digamos que hay peperos andaluces que reniegan de ese conformismo que ha llevado al partido de la derecha a convertirse en el sustento de la Consejería de la Oposición. De esta manera, el Régimen lo englobaría todo, incluidos los opositores que viven de ejercer esa labor hasta el extremo, en algunos casos, de la simulación que por aquí se llama paripé. Es el síndrome del portero suplente, que cobra a fin de mes sin necesidad de recibir balonazos ni de sufrir la humillación del gol que se ha tragado.

En el PP sevillano hay quien se ha molestado de forma exagerada y exacerbada por la encuesta que sacó este ABC el pasado domingo. ¡Ojo! No están cabreados por los resultados de ese sondeo que pone en evidencia la gravísima crisis por la que atraviesa el partido. No están rabiosos por el posible adelanto de Ciudadanos, lo que llevaría al PP al tercer puesto en el rango municipal. No. Eso no les importa. O así lo parece. Lo que subleva a estos profesionales del politiqueo es el hecho de que alguien diga la verdad sobre lo que está pasando. Y la verdad que no quieren leer ni escuchar es así de dura para ellos. Desde que Zoido ganó en 2011 con aquellos míticos veinte concejales, el partido de la gaviota o el charrán no ha hecho más que bajar y bajar. De derrota en derrota hasta la victoria final, pensarán.

Un mal que afecta a la derecha andaluza, y a la sevillana en particular, es el derecho de propiedad que se arrogan. Una corriente pepera cree en su fuero interno que ciertos elementos que configuran el tejido de la sociedad son suyos por derecho propio. Las cofradías, por ejemplo. Y algunos medios de comunicación. Las criaturitas no se enteran de qué va esto, aunque vayan de enterados por la vida. Porque una cosa es coincidir en algún que otro punto de un ideario, y otra muy distinta que un medio se pliegue a los caprichos de un grupo de profesionales de la política, o de aspirantes a vivir de ella durante toda su vida. Se equivocan de pitón a rabo. La libertad es algo que no ven los que están sometidos a la férrea disciplina de un aparato. Hoy adoran al líder que destronarán mañana. O se someten a sus designios en lugar de llevar a cabo la eliminación del padre para llegar a la edad adulta, que diría Freud.

Que Susana esté cada vez más fuerte en San Telmo, y que Espadas tenga todas las papeletas para repetir en la Granja de San Francisco, es algo que debería provocar la reflexión de esos peperos que no quieren ver en los sondeos porque confunden el dedo con la luna. El problema del PP sevillano no está en un periódico ni en una encuesta, sino en su propia capacidad de unión para luchar contra el adversario. Claro está que, como dijo Churchill, los verdaderos enemigos siempre se encuentran dentro del partido. Y a eso se dedican, cuando deberían hacer algo distinto en Andalucía. Ganar las elecciones y gobernar la Junta. Por ejemplo…

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