SANIDAD

Los profesionales sevillanos aprenden de la experiencia en los atentados de Barcelona

La coordinadora de los servicios de emergencias que prestó asistencia tras el ataque terrorista comparte su experiencia con alumnos del máster de Atención en Catástrofes de Escuela SAMU

La doctora Judit Sánchez ABC

ELENA MARTOS

El atentado terrorista de Barcelona puso a prueba la capacidad de los servicios sanitarios, que respondieron con una tremenda eficiencia y profesionalidad. Su labor ha sido reconocida internacionalmente y han recibido la Medalla de Oro de la ciudad. Pero eso no significa que hubiera carencias y que se hicieran muchas cosas mal durante aquella trágica tarde del 18 de agosto. De los errores se aprende y sirven para reforzar protocolos, equipamientos y métodos de coordinación. De ello se encarga la doctora Judit Sánchez Castro , responsable del Servicio de Emergencia catalán, que estuvo a pie de calle durante la jornada y que ha compartido la experiencia con los alumnos del Máster sobre Atención Prehospitalaria en Catástrofes de Escuela SAMU.

La especialista ha explicado el escenario que encontró cuando recibió el aviso y la estrategia de coordinación puesta en marcha, en la que fue clave el diálogo fluido con los cuerpos de seguridad . «Todo fue útil aquel día, fundamentalmente la experiencia previa y el conocimiento de los recursos y la capacidad de la que disponíamos», ha señalado en una ponencia ofrecida en la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología.

La experiencia previa

La amenaza de un posible atentado yihadista se veía cada vez más próxima, en vista de lo ocurrido en ciudades vecinas. La doctora Sánchez Castro reconoce que « no fue una sorpresa cuando conocimos la noticia ». Ya para entonces se habían revisado los protocolos y se establecieron nuevos planes para dar respuesta. Según ha relatado a los alumnos del máster, «fue fundamental el simulacro que realizamos en el centro comercial Diagonal Mar ». Aquella prueba permitió detectar muchas carencias en la seguridad de los propios profesionales.

Poco tiempo después llevaron los nuevos métodos implementados a la práctica con el accidente de tren ocurrido en la Estación de Francia tras el choque de un Cercanías en 29 de julio. «No hubo víctimas mortales, pero nos abrió los ojos y nos mostró otro escenario con el que todavía no nos habíamos enfrentados: cuando no sólo se trata de salvar vidas, sino de que se mueran los menos posibles», ha detallado esta especialista, que admite haberse enfrentado a numerosos conflictos éticos tras lo ocurrido.

Dos agentes controlan el tráfico tras los atentados EFE

La primera respuesta

El aviso del atentado llegó en medio de una reunión de coordinación. Aquello fue una enorme ventaja, porque los principales responsables estaban en la misma sala, entre ellos la doctora Sánchez Castro, que tuvo que movilizar a todo el personal hasta la zona del ataque. «Lo primero que hicimos fue constituir el comité de crisis y activar los recursos », ha contado. Llegó la Unidad de Intervención y Soporte , que está especializada en conflictos y trabaja directamente con los cuerpos de seguridad. Luego se activaron los equipos logísticos y de psicólogos y se estableció el Puesto de Mando Avanzado, que en un principio se situó en la Plaza de Cataluña .

Desplegados los medios, se procedió al triaje básico, que en este caso permitió detectar los fallecidos y los heridos críticos . Y con la información de primera mano, se establecieron las distintas áreas sanitarias. «Lo ideal es montar una, pero dada la enorme extensión, optamos por crear varias», ha señalado.

Las víctimas

En total s e atendieron a 139 pacientes, de los que 13 fallecieron en el acto , 16 estaban graves, 23 tenían heridas leves y otros 50 resultaron ilesos. «Estos últimos son los que llamamos pacientes verdes, aunque aquella tarde ninguno podría considerarse como tal, porque el choque es tan grande que todos necesitaron ayuda psicológica». En las 72 horas posteriores, que son en las que se mide la eficacia y la capacidad de respuesta de un dispositivo, únicamente murió una de las víctimas, que llegó al hospital en estado crítico.

No hubo confusiones en el número de muertos ni tampoco en la identificación de los afectados. Esta profesional ha reconocido que « quizá el tiempo que se precisa para tener toda esa información es más largo de lo deseado , pero es fundamental no cometer errores y que se contacte con los familiares cuando no haya ningún tipo de dudas». Ha admitido que se conocía la situación de algunas víctimas y ha puesto como ejemplo el niño australiano que se dio por desaparecido y que fue una de las víctimas mortales. «Lo habíamos visto, pero era necesario seguir todo el procedimiento para que no hubiera confusión alguna», aunque eso dilatara la espera de los padres.

El día siguiente

Durante la jornada trágica se siguió dando respuesta al resto de emergencias que se produjeron. Los servicios sanitarios recibieron alrededor de 500 llamadas al margen del atentado y también se atendieron. «Lo pudimos hacer gracias a los recursos de los que disponemos, a que contamos con tres hospitales de primer nivel con áreas de Traumatología a pleno rendimiento», ha reconocido. También gracias a la coordinación y a que se destinó un equipo en exclusiva para el ataque terrorista que trabajó de forma aislada.

Todos los profesionales que atendieron a las víctimas necesitaron también asistencia psicológica , porque «había que seguir trabajando al día siguiente, tuvimos compañeros que tenían guardias asignadas y no se podía paralizar el servicio», añade la coordinadora que ha considerado «imprescindible» el equipo de psicólogos destinados a atender a los sanitarios.

Los errores

El balance fue bueno, pero hubo graves errores que hay que corregir. La doctora Sánchez Castro pone el acento en la seguridad de los propios sanitarios. Admite que « los equipos entraron en la zona caliente sin la seguridad suficiente de que estuviera fuera de peligro». De ese riesgo se percataron en seguida cuando estallaron varios petardos que hicieron sospechar de la presencia de uno o varios tiradores activos. «Menos mal que no hubo tirador, porque ahora no estaría aquí dando esta ponencia», ha reconocido.

Igualmente ha destacado la necesidad de mejorar la comunicación entre los propio equipos y con los centros sanitarios. «En este caso hubo línea directa con los hospitales, porque se designó un portavoz en cada uno de ellos que nos informó del número de camas disponible en UCI, de los quirófanos y del personal».

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