Entrevista

Gabriel Núñez Ollero: «El Covid-19 se va a quedar en un catarro como ocurrió con la gripe española de 1918»

El investigador e inmunólogo sevillano, que dirige un laboratorio en Michigan desde hace treinta años, cree que la pandemia acabará este año y ve muchas similitudes y algunas diferencias con el precedente de hace un siglo

Gabriel Núñez Ollero durante la entrevista concedida a ABC Vanessa Gómez

Jesús Álvarez

El investigador e inmunólogo sevillano Gabriel Núñez Ollero nació en el barrio de Heliópolis hace 67 años, se crió con su familia en el de los Remedios y estudió Medicina en el campus de la Universidad de Sevilla . Al poco de licenciarse, viajó a Dallas (Tejas) para mejorar su formación postdoctoral e iniciar su carrera académica e investigadora en la Washington University de San Luis (Misuri) y la Universidad de Michigan, donde actualmente es titular de la cátedra de Patología Paul de Kruif. Lleva 43 años viviendo en Estados Unidos pero no se le ha olvidado su idioma natal, que pronuncia con un ligero acento mexicano. Director de un laboratorio de Biología Molecular con relevantes logros investigadores, es miembro de la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos y autor de más de 350 artículos en revistas especializadas como Nature, Sciencie y Cell , entre otras. Su investigación sobre los genes NOD1 y NOD2 de inmunidad innata ha sido citada más de cien mil veces y le ha llevado pronunciar más de 450 conferencias por todo el mundo. Confiesa su beticismo desde que su tío lo llevaba al Benito Villamarín siendo niño y dice que ve toda la liga española de fútbol por una plataforma americana de pago.

¿De dónde le viene la vena investigadora?

Siempre me ha atraído la investigación, desde que estaba en el Bachillerato. En la Facultad de Medicina de Sevilla estaba casi todo el día metido en los laboratorios. Recuerdo a Hugo Galera, uno de mis grandes profesores con el que aprendí Anatomía Patológica y por el que sentía una una gran admiración. Recuerdo que sus clases eran diferentes a las del resto y se notaba que había estado en Estados Unidos.

A donde se fue usted también a finales de los años setenta, cuando muy pocos titulados sevillanos viajaban allí para mejorar su formación.

Creo que ahora tampoco, aunque entonces sería aún más raro. He conocido a muy pocos sevillanos en Estados Unidos en los 43 años que llevo viviendo allí. Sí que conozco a bastantes madrileños o barceloneses. Creo que Sevilla es una ciudad tan bonita y con un clima tan bueno que no es fácil que un sevillano quiera irse a vivir a otro sitio.

¿Y por qué se fue usted?

Porque antepuse la ciencia a todo, pero esto tampoco es normal. No censuro a nadie porque se quede en su ciudad natal a hacer su carrera. Mi filosofía de vida es que uno sea feliz con lo que hace y eso puede ocurrir en cualquier ciudad. Yo soy feliz en Estados Unidos haciendo investigación pero también se puede hacer en España.

Ahora quizá sí, pero antes supongo que no. No a ese nivel.

En Sevilla tenemos ahora el IBIS, el Instituto de Biomedicina e Investigación de Sevilla, que es un centro más que aceptable y que hace cosas muy interesantes y de muy buen nivel en Neurobiología, donde han captado a científicos muy buenos. No conozco muchos más pero eso no quiere decir que no los haya. Hemos mejorado mucho en investigación en España respecto a cuando yo me fui. He tenido la oportunidad de conocer el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y me sorprendió el nivel tan elevado que tiene. De todas maneras, tenga en cuenta que Estados Unidos es un país mucho más grande que España, casi un continente, y tiene muchas más universidades y laboratorios, por lo que es lógico que tenga muchos más medios para investigar que en España y que tenga un ambiente científico más alto. Sin embargo, he decir que en Alemania he visto laboratorios de un nivel parecido al de los mejores de Estados Unidos.

¿Hoy no hay mucha diferencia entre el nivel de investigación científica entre Estados Unidos y el de Europa?

Esa diferencia se ha reducido mucho respecto a la que había en los años 90, por ejemplo, aunque EE.UU siga dominando aún la ciencia. En todo caso, lo importante no son sólo los laboratorios o los medios técnicos sino las personas. Sin ellas, da igual los medios que pongas a su alcance.

Usted dirige uno en Michigan que hace investigaciones punteras en inmunología. Pero empezó en Dallas, la capital de Tejas. ¿Por qué decidió ir allí?

Estando en la mili, aprovechando un descanso de verano, me fui a un encuentro de Inmunología que había en Roma y coincidí con un profesor tejano, al que sentaron junto a mí en un restaurante tras el «meeting». Empezamos a hablar y al final de la conversación cambié mis planes de hacer mi residencia en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid y cambiarla por Dallas.

¿Siempre le atrajo formarse y trabajar en Estados Unidos?

Sí. Creo que era el único estudiante en Medicina de Sevilla en mi época que estudiaba en inglés. Aprendí muy rápidamente el idioma porque trabajaba los veranos de camarero en Inglaterra y tuve una novia americana. Ahora llevo 30 años en Michigan y he tenido a unos 65 posdoctorales, muchos de los cuales son ya profesores en distintos países como Alemania, España y Japón.

¿Qué ha investigado en estos años?

Empecé investigando el cáncer en San Luis (Misuri). Luego me centré más en la inmunidad y descubrí una serie de genes implicados en la respuesta antimicrobiana, lo que me llevó a especializarme en la inmunidad innata. Esos genes están implicados en algunas enfermedades raras y otras mucho más frecuentes como el mal de Crohn.

Usted ha dicho alguna vez que somos más microbianos que humanos desde el punto de vista celular.

Sí, porque la colección de microbios que tenemos en el tubo digestivo es muy superior al número de células que tenemos. Los últimos diez años de mis investigaciones los he centrado en el estudio de la microbiota, la colección de microorganismos que nosotros tenemos en nuestro cuerpo. Esto tiene mucho que ver con los procesos fisiológicos relacionados con la lucha contra las bacterias. Estos microorganismos nos ayudan a luchar contra ellas, a impedir que nos invadan, y nosotros a cambio le damos comida y un refugio en nuestro cuerpo. Por eso cuando nos morimos, esos microorganismos se quedan sin comida y ya nos comen a nosotros. Es como la última cena.

Ha dado más de 4.500 conferencias por todo el mundo, tanto por Estados Unidos e Iberoamérica como por el Oeste asiático, Japón, China y Corea. ¿Cuál es la imagen de España en esos países?

España es un país pequeño de menos de 50 millones de habitantes y también lo es lógicamente desde un punto de vista científico. Inglaterra, Francia y Alemania son muchos más conocidos en el campo científico. No obstante, España es un país con un nivel científico más alto que el de la mayoría de los países del mundo, como corresponde a la duodécima economía del mundo. Pero no está entre los diez primeros.

¿Cómo se ha vivido la pandemia en Estados Unidos?

Ha habido cuatro pandemias en la humanidad: la primera, al final del periodo romano; luego, la peste; la tercera fue la gripe española de 1918, un nombre que no es preciso ni correcto. Y estamos en la cuarta, la del coronavirus, que es la que más se parece a la anterior, durante la cual murieron entre 25 y 100 millones de personas. Aunque hay dos diferencias importantes respecto a la de la gripe: entonces no había vacunas y murieron muchos jóvenes.

La mal llamada «gripe española» duró dos años. ¿Durará lo mismo la del coronavirus y acabará este año también?

Yo creo que sí. Va a evolucionar de forma parecida y durará lo mismo, de modo que se convertirá en una epidemia como pasó con la gripe española. Aunque entonces no había aviones y hoy sí, lo que permite extender la infección a una velocidad increíble casi desde cualquier lugar del mundo. Tenga en cuenta que en África queda mucha gente por infectarse y apenas hay gente vacunada. Puede ser un gran reservorio del virus.

La vacuna ha evitado muchas muertes y hospitalizaciones pero no la infección.

La vacuna es muy eficaz para evitar muertes y el colapso del sistema sanitario, pero no impide la colonización y transmisión del virus. Yo creo que los datos reales de infectados en España deben de ser del orden del doble o del triple de los oficiales. Si no me equivoco, a finales de enero estarán casi todos los españoles inmunizados, bien por el avance de las vacunas, bien porque la infección habrá afectado ya a casi todos los españoles. Junto con los nuevos fármacos que se han aprobado en Estados Unidos y Europa que impiden que se replique el virus en el organismo, la Covid-19 se se va quedar en un catarro. Como pasó hace cien años.

¿Hay muchos «antivacunas» en Estados Unidos?

Desgraciadamente, sí. Por eso sólo se ha vacunado el 60 por ciento de la población, un porcentaje muy inferior al de España. El negacionismo es amplio y hay mucha gente en EE.UU. que opina que el coronavirus no está matando más que una gripe o que matan más las vacunas. Esto es muy fácil de desmontar viendo los datos de los vacunados que están en UCI de los hospitales con Covid-19, pero a los negacionistas no les preocupan los datos contrastados. Todo es ideológico y se trata de un movimiento con conexiones políticas con el presidente anterior.

Una reciente encuesta de la Organización Medica Colegial de España dice que el 60 por ciento de los médicos españoles se jubilaría ahora mismo si pudiera. ¿Los médicos estadounidenses están tan agotados y quemados como los españoles?

Este agotamiento o desencanto pasa con otras profesiones, no sólo con los médicos. En Estados Unidos hay mucha gente que ha dejado de trabajar por la tensión desde que empezó la pandemia. Pero es evidente que2020 fue un año muy duro para todos los sanitarios porque se jugaban la vida. Sé que hubo hospitales en Madrid con mil enfermos ingresados con Covid-19 y una situación así quema mucho a cualquiera. Es el motivo por el que mucha gente se quita de en medio, si puede. En Estados Unidos hay mucha gente que trabaja desde casa y cada vez más.

¿Pero no le parece llamativo que más de la mitad de los médicos españoles se planteen abandonar su profesión?

-Creo que dentro de dos o tres años esto se superará. Pero no me extraña la tensión que la pandemia ha traído a los profesionales que trabajan en hospitales y centros de salud. Todo esto genera conflictos entre los usuarios y los sanitarios por las esperas y la imposibilidad de atender a todo el mundo a tiempo.

¿Los médicos estadounidenses sufren, en general, la misma tensión que los españoles?

No. Su tensión es inferior porque el sistema sanitario es mixto: público y privado. Y con un seguro cualquier usuario elegir el centro que quiera. Aquí los problemas se concentran y la situación está más colapsada. En Estados Unidos se cobran unos 20 dólares por consulta médica para evitar que la gente vaya más de la cuenta. Si acreditas que no tienes ingresos, no se cobra nada.

¿Sería partidario de implantar una medida parecida en España para aliviar la presión asistencial?

Quizá aliviara las consultas pero el pago de una consulta en la sanidad pública es un tema político que nadie creo que se atreva a implantar porque supondría perder votos. Lo mismo que con el cobro de alguna cantidad por los medicamentos para evitar abusos. Sin embargo, opino que si se pusiera un precio razonable para una consulta, como el de la entrada de un cine y muchos menos que la de un partido de fútbol, podría funcionar como disuasión. Y sin cobrar nada a los que no tienen dinero, como sucede en Estados Unidos pagar.

Los centros de Atención Primaria se agarraron al principio de la pandemia a la telemedicina pero no han podido evitar el colapso en la sexta ola.

La telemedicina puede ayudar a evitar estos colapsos y a quitar presión asistencial. En Estados Unidos está muy desarrollada en algunas especialidades y funciona francamente bien.

De todas maneras la sanidad pública española funciona muy bien, en general, comparada con la de otros países de nuestro entorno. Y atiende a todo el mundo

Sin duda. En Estados Unidos es casi imposible que puedas recibir asistencia médica o visitar a un médico si no tienes trabajo. Sin seguro es casi imposible pagarla porque es tres veces más cara que en Europa. Dos semanas en un hospital norteamericano pueden ser 300.000 euros. Sólo en el caso de que no tengas nada, es gratis en ciertos hospitales de beneficencia. Pero si tienes algo, aunque sea muy poco, estás perdido porque no puedes acogerte a nada para que te vea un médico.

Voces que salen de los sanitarios de Atención Primaria dicen estos días que si esto no cambia el sistema sanitario público se convertirá a este paso en una sanidad para pobres, porque la clase media se desentenderá de ella y optará por seguros privados.

Es posible que esto pueda ocurrir, aunque no creo que a corto plazo. El peso del sector privado es pequeño aún en España y tendría que crecer mucho para que absorbiera a una gran parte de la población. Pero en diez años podría ocurrir. En España los buenos médicos, con algunas excepciones, permanecen en la pública, aunque eso podría cambiar. En Estados Unidos hay una gran competitividad para atraer a los mejores profesionales y los hospitales les pueden doblar su sueldo. Y les dejan traerse a sus propios pacientes.

¿Cada hospital va a su bola?

Incluso los públicos. Todos son económicamente independientes, no dependen de nadie concreto como en España y pueden gastar el dinero de las compañías de seguros con mucha libertad Pueden contratar a profesionales externos, incluso los departamentos de cada hospital son independientes. En España no hay esta flexibilidad.

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