El rincón de...

Fernando Fernández: «Me pregunto que cuando se mueven mosaicos y esculturas es para llevarlo a otro sitio»

Fue director del Museo Arqueológico de Sevilla y en alguna ocasión, bien como conferenciante o por artículo en prensa, mostró su oposición al proyecto museístico que cambiará su fondo y su forma

Fernando Fernández fue durante 28 años director del Museo Arqueológico de Sevilla ABC

Félix Machuca

Se llevó 28 años al frente de la dirección del Museo Arqueológico sevillano y asegura que, procediendo de Madrid, se sintió siempre bien acogido en la ciudad, en la que lleva desde 1974.

Dice que es una leyenda urbana que en los sótanos del Museo existan piezas importantes desconocidas para el público . Y valora como excepcional la sala de los bronces jurídicos. Su rincón preferido es el parque de María Luisa donde, en las mañanas de trabajo, disfrutaba del café y la naturaleza.

Entiende que es un absurdo dedicarle a la mujer romana una sala futura por el simple hecho de que esté de moda y lamenta que Al-Andalus sea tan solo un apéndice de los recorridos. Cree que el futuro museo será más un centro lúdico que científico .

¿Qué le lleva a ser tan poco optimista sobre el futuro museo?

La redacción del proyecto museológico que conocemos, aunque se nos ha dicho que no va a ser ese el que se lleve a cabo.

El proyecto de restauración vigente ¿contempla los mismos usos añadidos que recogía el primer proyecto?

Es que no existe, que sepamos, un segundo proyecto.

¿Conoce, si la hay, la reforma del proyecto original?

El proyecto original era demencial. Pretendía dividir el contenido unitario, diacrónico, del Museo en tres recorridos distintos para que el visitante pudiera elegir. Uno para la Prehistoria, otro para la Antigüedad y la Edad Media, y un tercero para la historia del Museo.

Lo que si parece claro es que muchos de los usos añadidos que recortaban espacio para salas expositivas se han desechado por criterios de austeridad. ¿Mejor así, verdad?

Se dice que se han desechado, pero no lo hemos visto escrito. No tenía sentido que se pensara en abrir en el museo cafetería-restaurante, librería, sala de juegos para niños y padres, enfermería, guardarropa, y otros servicios que más provocan necesidades que resuelven problemas.

¿Por qué razón está preocupado por las grandes piezas del museo?

Porque el espacio del Museo es limitado, con lo cual las grandes piezas ocupan espacios únicos. Si se quitan de donde están ¿dónde se van a poner y con qué fin? Me pregunto si los beneficios del posible traslado justifican los riesgos y los gastos que conlleva.

Pero imagino que ese será un riesgo calculado y que se pondrá un mimo especial en su traslado.

No dudo que se habrán calculado los riesgos, pero si una pieza de gran envergadura se halla reconstruida o restaurada, será muy difícil evitar que esa restauración se resienta, por mucho mimo que ponga la grúa al alzarla.

¿Le resulta chocante que se corran riesgos en el traslado de las grandes piezas incluso si lo exige el nuevo discurso museográfico?

Es que el discurso no puede variar tanto como para exigirlo, un museo arqueológico es un museo de Historia, y la Historia es inamovible.

Sé que le preocupa la extracción de los grandes mosaicos. ¿Por qué?

Me parece una barbaridad extraer los mosaicos de los lugares en que se hallan para poderlos mover y luego colocarlos ¿dónde? ¿en los mismos sitios que ocupan? Los espacios adecuados en el museo son limitados.

Pero usted no desconoce que hoy existen métodos y máquinas capaces de extraer no solo un mosaico, sino una casa entera, con riesgo calculado.

No digo que no se pueda hacer técnicamente, sino que para moverlos es imprescindible dividirlos en paneles, trocearlos y separarlos de sus anclajes, creando en el mosaico nuevas cicatrices que añadir a las que ya tienen. ¿Y para qué, qué va a ganar un mosaico por cambiarlo de sitio?

Nunca ha dudado de la idoneidad del edificio ni de su magnífico emplazamiento. ¿Sigue pareciéndole el mejor de los posibles?

Sin duda. Creo que ocupa un lugar privilegiado y en uno de los edificios emblemáticos de la ciudad, en un contexto museístico y paisajístico difícil de igualar. A veces me pregunto si cuando se piensa en sacar mosaicos y grandes esculturas no será con la finalidad de llevar el Museo a otro sitio, aunque no se diga. Y entonces sí tendría explicación todo ese movimiento.

Hay quien ha subrayado la falta de metros de un museo como el Arqueológico. Pero resulta evidente que cada vez tiene más porque cada pueblo pide lo que consideran suyo…

El Museo tiene unas dimensiones adecuadas para exponer el conjunto de la riqueza arqueológica de la provincia. No hay nada que, mereciendo la pena, no esté expuesto al público por falta de espacio. Y no es de esperar que crezca, pues, como muy bien dice, la tendencia es que los nuevos hallazgos, que no son tantos, se vayan quedando en los museos locales.

Tenemos un ejemplo muy claro. El mosaico de Casariche, que por la amistad de su alcalde con la ex presidenta de la Junta, salió del Arqueológico para recalar en su pueblo.

Así fue, lamentablemente, y sentó un precedente grave. Ustedes se hacían eco de ello en abril de 2017. A mí me dolió en el alma ver cómo lo arrancaban, y hablé incluso con el restaurador para que se negara a hacerlo.

Creo que desde que ese mosaico llegó a Casariche las visitas turísticas sumaron un aumento exponencial muy notable…

Me gustaría saber el número de visitantes que ha tenido Casariche atraídos por su mosaico. El atractivo hubiera sido musealizar la villa romana donde apareció, si realmente merecía la pena, pero ésta no puede visitarse.

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