Urbanismo y sociedad

Alameda de Hércules, de gran burdel de Sevilla a barrio de moda en sólo treinta años

El mayor espacio público del Casco Histórico hispalense ha sufrido un vertiginoso cambio urbano y social que ha transformado un bulevar degradado en referente de la vanguardia local

Extremo sur de la Alameda, con sus características columnas romanas Raúl Doblado

Eduardo Barba

Con albero simulado en granito y no su clásica polvareda, quizás con menos sabor y autenticidad pero con una innegable atracción, la Alameda de Hércules es hoy el espacio más de moda de Sevilla capital y su Casco Histórico. La vanguardia artística y cultural —que la ciudad también posee aunque a veces parezca mentira— se concentra cada vez más en el entorno de este tradicional bulevar, pero también los bares y restaurantes de última generación, los espacios gastronómicos más singulares o las tiendas de moda más alternativa pueblan sus flancos y, por extensión y hasta contagio, todo el espacio urbano que lleva a San Luis y también a la calle Feria, Regina y la Encarnación al calor de las Setas. Es ya, de hecho, el «soho» sevillano . El panorama de este lugar emblemático ha variado notablemente en un tiempo verdaderamente corto en términos relativos, apenas treinta años, después de una profunda reforma urbanística pero también social. La primera, de hecho, ha traído la segunda en buena medida por el auge de los precios del metro cuadrado en este sector del centro urbano.

Aquella gran reforma concluyó entre 2007 y 2008 , hace ya más de once años, cuando el gobierno local de coalición formado por el PSOE de Alfredo Sánchez Monteseirín y la Izquierda Unida de Antonio Rodrigo Torrijos remató una reurbanización que generó bastante polémica por sus demoras, por su coste, por los cambios introducidos en la idea inicial, por las imposiciones del socio comunista del alcalde socialista y, muy especialmente, porque no conllevó la construcción de un aparcamiento subterráneo en el nuevo bulevar, una necesidad más que evidente. Pero con todos sus errores de planteamiento o desarrollo, lo que resulta innegable es que la obra varió bastante la fisonomía de este espacio y muy profundamente el tipo de vecindario, que ha ido cambiando a un público de mucho mayor poder adquisitivo o, sencillamente, a los turistas.

De la vieja Alameda degradada de los ochenta, la del mercadillo de los domingos, la droga y la prostitución casi en cada calle, que había convertido el barrio en el gran burdel de la ciudad con unos cuarenta prostíbulos , se iba dando paso a un territorio moderno y con una estampa más presentable y abierto al uso y disfrute de la gente. Eso sí, no puede concederse a las obras del arranque de este siglo toda la responsabilidad en esa metamorfosis, sino que las mismas tuvieron importantes precedentes en las iniciativas de rehabilitación urbana de toda la ciudad con motivo de la Exposición Universal de 1992 y del Plan Urban impulsado por el andalucista Alejandro Rojas-Marcos en la zona norte del casco viejo también en los años 90 y que estuvieron más centradas en San Luis, pero que otorgaron cierto efecto de arrastre también a la Alameda. El actual Ayuntamiento, de hecho, pretende conectar todas estas zonas mediante itinerarios peatonales.

Espacio central de la Alameda R. D.

La profunda transformación supuso una restricción de buena parte del tráfico rodado , limitado a un carril por cada banda del bulevar, así como la eliminación del característico albero que cubrió su suelo durante el siglo XX y las verjas que protegían del público a los pedestales de las columnas romanas traídas de la calle Mármoles. También se construyó un poco antes en el enorme agujero de la obra fallida de la estación de metro un tanque de tormentas, un gigantesco depósito para recogida de las aguas pluviales de 24 metros de profundidad y una capacidad de casi doce mil metros cúbicos. El remozado espacio se completó con nuevos álamos, la instalación de varias fuentes artísticas y la rehabilitación de un par de bares en el centro del paseo, ahora de piedra y no de tierra. Hasta se reformó la Casa de las Sirenas, que alberga un centro cívico. Por cambiar, hasta el solar del cine de verano se usó para levantar la nueva comisaría de Policía Nacional. Eso sí, quedó como gran asignatura pendiente la construcción de un aparcamiento subterráneo , el principal déficit de esta área de la ciudad con tanta confluencia. Poco a poco, la Alameda pasó a ser una animada zona de copas y restaurantes que, muy especialmente los fines de semana, congrega a una ingente cantidad de público heterogéneo y urbanita; al que ahora se suman muchos de los extranjeros que inundan la ciudad y una importante oleada de turismo gay procedente de países europeos en los que se vende a este segmento de viajeros el destino hispalense con la Alameda como lugar de moda por su oferta gastronómica, sus locales de ambiente y sus alojamientos.

Precios disparados

Pero convertirse en tendencia también tiene algunas variables negativas y ser el sitio de moda también supone que los precios de las viviendas en la zona (tanto compra como, sobre todo, alquiler) se hayan disparado en los últimos años. A un ritmo de ascenso similar al de todo el Centro de la ciudad pero con el añadido de ese componente que supone ser el barrio de moda de todo ese amplio sector urbano. Resulta difícil saber, en este caso, si fue antes el huevo o la gallina y si la transformación urbana trajo consigo la escalada de precios o fue sencillamente el flujo social que volvió a aparecer en la zona el que provocó que las administraciones promovieran las obras, pero lo cierto es que los índices inmobiliarios han aumentado considerablemente en los diez últimos años.

Todo ello ha provocado un acusado proceso de gentrificación , tan propio en los cascos históricos de las grandes ciudades turísticas y que en la Alameda resulta más que evidente. Los vecinos más mayores han ido dejando su sitio a rentas más poderosas y, muy especialmente, a los apartamentos turísticos, que han crecido como setas en este sector y han reventado literalmente el mercado inmobiliario en la parte norte del casco viejo sevillano. La suculenta rentabilidad del alquiler turístico, que puede ser cuatro veces superior al tradicional, ha cambiado por completo la situación y ha hecho subir los precios en esta zona en torno al 8% anual nada menos, según los datos de empresas especializadas como Fotocasa.

El alquiler medio mensual en las zonas más céntricas de Sevilla está ya sobre los 700 euros gracias al enorme empuje procedente precisamente del área de la Alameda, donde en los cinco últimos años los arrendamientos acumulan más de 30 puntos de subida, con lo que muchos de los inquilinos habituales no pueden ya hacer frente a ese pago . La proliferación de plataformas como Homelidays, Homeway o la conocida Airbnb han expulsado del mercado tradicional de arrendamiento centenares de inmuebles que ahora se ofrecen únicamente a turistas. Con precios y rentabilidad muy diferentes.

Los metros cuadrados

Pero no sólo en el ámbito de los alquileres se ha notado ese despegue. En las ventas de inmuebles, de hecho, es donde más se puede medir sin factores de distorsión como el alquiler turístico. Según los datos que maneja la consultora Tinsa, el Casco Histórico, y muy especialmente esa zona del mismo, es donde más ha subido el coste de una vivienda en la capital andaluza. El precio medio del metro cuadrado se situaba a finales del año pasado en 2.400 euros, un 2,5% más que cuando terminaba 2017. Eso supone que una vivienda de 80 metros y tres habitaciones sale por una media de 191.850 euros, eso sin entrar a valorar la condiciones en las que se encuentre la propiedad o el hecho de que se trate de un parque residencial antiguo y, en la mayor parte delos casos, sin ascensor. «Si en el Centro los pisos suben un 3% al año, en la Alameda es prácticamente de un 5% o un 6% esa subida, más que en ninguna otra zona, algo que incluso se está incrementando en los dos últimos años», comentan expertos inmobiliarios. En los ochenta, sólo unos cuantos de los que tenían dinero en la caja se percataron de cómo sería el futuro y compraron edificios degradados en J oaquín Costa, la Mata o Correduría . Nadie los quería. Hoy son objeto de deseo dentro de la innegable milla de oro y barrio de moda sevillano. Hasta hace muy poco, paradigma de la marginalidad y la vida «canalla».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación