Un mar de posibilidades

Fue un conjunto de circunstancias las que tumbaron a la industria salinera de la Bahía. La llegada de la conservación en frío (con los congeladores y las neveras en comercios y domicilios), los cambios administrativos, por lo que el suelo era propiedad del Estado que otorga las concesiones, y la competitividad comercial (frente a la artesanía y producción limitada del entorno gaditano), provocaron que las salinas y esteros perdieran su protagonismo en Cádiz.

A punto de perderse esta actividad, el sector comprendió la necesidad de reconvertirse pero a la vez se encontró con un contratiempo significativo. Existe un mar de posibilidades en cuanto a la explotación de una salina o estero (productos gourmet, estéticos, energía mareomotriz) pero pocos recursos y sobre todo experiencia para ponerlos en marcha.

Es por ello que se precisa de un clúster (un grupo de empresas que trabajen con un objetivo común) para poder competir y sobre todo para desarrollar la industria bajo la marca ‘Economía azul. Mar de Cádiz’.

Actualmente está compuesto por unas 25 empresas que se han dividido en distintos equipos que trabajan en la potenciación de iniciativas en campos como la sal, el pescado o el turismo. En cuanto a las dos primeras se están realizando diferentes acciones como el acuerdo con grandes superficies para la venta de productos con una denominación de origen. También se quiere implicar a la hostelería. Su presidente, Bernabé Machio, ya dejó claro que se tenía que sumar.

Aunque el secretario de la entidad, Adrián Sánchez, considera que es algo que llegará. «El Faro o el Campero ya hacen una gran promoción de los productos relacionados al mar de Cádiz. El resto se irá sumando sobre todo cuando sea consciente de que fuera de la provincia ya está calando. Lo que tenemos es que diferenciarnos y sobre todo crear categorías dentro de lo que ofrecemos con sinergias para poder competir. Estudiar y tener claro que sale más ventajoso y vincularnos por ejemplo a tiendas gourmet en unos casos y en otros buscar otro tipo de público. Focalizar el target de cada producto. Algo que no es posible si no nos unimos».

En cuanto al turismo ya se están preparando paquetes que ofertar a las operadoras internacionales y en este sentido destaca el trabajo que están realizando Genatur, Marisma 21 y Atlántida, que han puesto en común sus infraestructuras y experiencia para atraer a los aficionados del avistamiento de aves.

Precisamente Adrián Sánchez es uno de los gerentes de Marisma 21. «Tenemos un gran recurso que no se sabe aprovechar y aunque han sido varias las ocasiones en las que se señalado esta cuestión, nadie se ha metido de lleno, que es lo que estamos haciendo nosotros. Está claro que sería una actividad complementaria dentro del apartado turístico que no es la panacea, pero es algo que suma además en busca de un cliente de nivel alto, que es el que suele realizar este tipo de actividad. Hemos preparado un paquete en el que lo recogemos y dejamos en su destino con alojamiento, comida y actividades».

También se preparan otro tipo de iniciativas como la de llevar a los turistas a mariscar o realizar los trabajos propios de una salina. «Hay muchas posibilidades, es cierto, pero tampoco debemos perder el norte y querer hacer de todo. Estamos empezando a trabajar y lo importante es determinar una estrategia común, saber hacia dónde nos dirigimos».

Uno de los aspectos más demandados por las empresas es la creación de un plan de exportación e internacionalización conjunta que incluirá misiones comerciales, participación en ferias y congresos, habilitación de una plataforma ‘on line’ y establecimiento de nuevas redes de comercialización. Todo ello se complementará con diagnósticos individualizados de cada empresa, elaboración de mapas de necesidades comunes y búsqueda de financiación de empresas complementarias a la actividad comercial de cada una de ellas.