Sustancias presentes en algunos cosméticos podrían aumentar el riesgo de endometriosis

La causa podría ser la presencia en mascarillas para la cara, pintalabios, cremas faciales, pintauñas, tintes, cremas, laca y espuma para el cabello de sustancias químicas que son capaces de imitar o bloquear la acción de hormonas, señala un estudio en «Environmental Research»

Cosméticos Wikimedia

R. I.

El uso de algunos productos cosméticos y de cuidado personal (como mascarillas para la cara, pintalabios, cremas faciales, pintauñas, tintes, cremas, laca y espuma para el cabello) podría estar relacionado con una mayor probabilidad de desarrollar endometriosis , debido a la presencia en estos productos desustancias químicas que son capaces de imitar o bloquear la acción de hormonas (conocidos como disruptores endocrinos). Es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista « Environmental Research ».

La endometriosis es una enfermedad ginecológica muy frecuente, y se estima que una de cada 10 mujeres en edad reproductiva podría padecerla. Se trata de un crecimiento anómalo de tejido endometrial (que en situaciones normales recubre el interior del útero) en distintas regiones del abdomen y la pelvis , provocando un amplio abanico de síntomas tales como intenso dolor crónico en la región pélvica, problemas intestinales e infertilidad, disminuyendo notablemente la calidad de vida de estas mujeres.

A esto se le suma la dificultad para ser diagnosticada (se requiere una intervención quirúrgica para confirmar definitivamente la enfermedad), ocasionando en muchos casos un importante retraso en el diagnóstico (estimado en unos 10 años de media desde la aparición de los síntomas). Además, la falta de un tratamiento definitivo que cure esta enfermedad la convierte en una enfermedad crónica y ciertamente incapacitante en algunos casos.

La endometriosis es una enfermedad ginecológica muy frecuente, y se estima que una de cada 10 mujeres en edad reproductiva podría padecerla

Como indican los investigadores responsables de este proyecto, la ginecóloga Olga Ocón del Hospital Universitario San Cecilio de Granada y el profesor de la Universidad de Granada, Francisco Artacho, «a pesar de que no se conocen con exactitud las causas de su aparición, se sospecha que puedan ser diversas, entre ellas causas genéticas, epigenéticas y ambientales, donde las hormonas parecen jugar un papel clave».

En este sentido, la presencia de sustancias químicas que son capaces de imitar o bloquear la acción de hormonas (conocidos como disruptores endocrinos), presentes en numerosos productos de consumo diario, podrían estar contribuyendo al incremento de los casos diagnosticados que se están detectando en los últimos años, tal y como se ha demostrado para otras patologías como el cáncer de mama, la obesidad o la diabetes.

Entre estos disruptores endocrinos se encuentran los parabenos y las benzofenonas, ampliamente usados en la industria de la cosmética y de los productos de cuidado personal y que forman parte del exposoma, nombre que se ha dado al conjunto de factores ambientales no genéticos que contribuyen al riesgo de enfermar.

Los investigadores han cuantificado los niveles internos de parabenos y benzofenonas en un total de 124 mujeres (con y sin endometriosis), además de recoger información detallada sobre la utilización de cosméticos y productos de cuidado personal de cada una de ellas.

Los resultados obtenidos mostraron una clara asociación entre un mayor uso de diversos tipos de cosméticos (mascarillas, pintalabios, cremas faciales, pedicura, tintes, cremas, laca y espuma para el cabello ) y mayores niveles internos de parabenos y benzofenonas. «Además, observamos que los niveles internos de algunos de estos disruptores endocrinos estaban relacionados con el riesgo de padecer endometriosis», señalan Ocón y Artacho.

El estudio tienen algunas limitaciones: un tamaño de la muestra relativamente pequeño, variabilidad en la exposición diaria a congéneres de benzofenona y parabenos...

Sin embargo el estudio tienen algunas limitaciones: un tamaño de la muestra relativamente pequeño, lo que redujo el poder estadístico de los hallazgos; variabilidad en la exposición diaria a congéneres de benzofenona y parabenos, solo se tomó una muestra de orina de las mujeres y esto podría sesgar los resultados; no se tuvo en cuenta la contribución de otros factores del estilo de vida, como la dieta o el hábito de fumar, en el aumento del riesgo de endometriosis o que no se contempló el hecho de que la exposición a otras sustancias químicas que alteran el sistema endocrino podría tener un efecto sobre el riesgo de endometriosis.

Estos resultados se suman a los obtenidos en otro estudio recientemente publicado, donde estos mismos investigadores han observado cómo otro disruptor endocrino, el bisfenol A, también podría estar implicado en el desarrollo de esta enfermedad.

Y un comunicado reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) advertía de la presencia de sustancias tóxicas en algunas barras de labios de las marcas Kiko, MAC y Too Faced y reclamaban a las autoridades que establezcan un límite máximo para este tipo de sustancias que garantice la salud de los consumidores.

Los MOSH pueden tener efectos perjudiciales en la salud, en concreto sobre el hígado

Se trata de los aceites minerales -Mineral Oils Saturated Hydrocarbons (MOSH) y Mineral Oils Aromatic Hydrocarbons (MOAH)- que están presentes en algunos pintalabios y protectores labiales infantiles y de adultos que la OCU, junto con asociaciones de Bélgica, Francia, Italia y Portugal, ha analizado en un estudio.

La principal conclusión es que no se recomienda el uso de tres de las nueve marcas analizadas por la presencia de MOSH y MOAH, sustancias que aparecen como impurezas en el proceso de fabricación de distintos aceites minerales derivados del petróleo que se utilizan como ingredientes de las barras de labios.

Según la OCU, los MOSH pueden tener efectos perjudiciales en la salud, en concreto sobre el hígado y, aunque no hay normativa de seguridad en productos cosméticos, una recomendación de la asociación europea de fabricantes recomienda que no supere el 5% del total de hidrocarburos saturados.

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