Entrevista

Gavin Francis: «El cerebro es el territorio más desconcertante del paisaje humano»

Este médico escocés se siente un viajero del cuerpo humano. Estudiarlo es su forma de descubrir nuevos territorios

Gavin Francis Maya Balanya

R. Ibarra

Durante 10 años Gavin Francis combinó sus dos pasiones, la geografía y la medicina, viajando por todo el mundo como médico de emergencias. Instalado ya en su lugar, Escocia, el escritor sigue viajando a través del cuerpo humano, como queda reflejado en su último libro, Mutatio Corporis, editado por Siruela, texto en el que indaga en el proceso de transformación y mutación que es la vida humana a través de las conversaciones que mantiene con sus pacientes como médico de primaria.

—Su libro, Mutatio Corporis, es un viaje a través del cuerpo humano y los cambios que se producen a través de sus experiencias con sus pacientes. ¿Qué relación hay entre la geografía y la medicina?

—Como médico, me siento un viajero del cuerpo humano. Todo comenzó cuando era un niño; siempre había querido ser geógrafo. Pero me enamoré de la anatomía, del cuerpo humano como un atlas, y decidí hacerme médico. Para mí, la medicina es, en cierta forma, un viaje. De hecho, gracias a ser médico pasé 10 años de mi vida viajando y, cuando tuve una familia, dejé de hacerlo, al menos físicamente. Y de la misma forma que había viajado y escrito sobre mis viajes comencé a escribir libros sobre el cuerpo humano. Yo veo al cuerpo humano como un paisaje y, escribir sobre él, y sobre sus enfermedades y la salud, es una forma de seguir siendo un geógrafo. Es, de alguna manera, descubrir nuevos territorios.

—De todos los territorios del cuerpo humano, ¿cuál es el más desconcertante, el más interesante, el más desconocido…?

—Lo cierto es que desconocemos muchas cosas del cuerpo humano. Aunque hemos avanzado, seguimos sin tener un conocimiento de cómo funciona y se desarrolla nuestro corazón en las fases embrionarias, de cómo trabajan los riñones, de la manera en la que se regeneran nuestros huesos tras una lesión, etc. Pero, en mi opinión, el gran desconocido sigue siendo el cerebro. Si hacemos un símil con la geografía, el cerebro es un territorio totalmente virgen y desconocido. Si echamos un vistazo a las investigaciones que hay actualmente sobre este campo podemos ver que, el conocimiento que tenemos actualmente está 100 años por detrás del que tenemos de cualquier otro órgano, o territorio, del cuerpo humano. Es posible que tengan que transcurrir otros 100 años para obtener un conocimiento más profundo del cerebro. El cerebro es, para mí, el órgano más desconcertarte y misterioso del paisaje humano.

—Estuvo viajando durante 10 años por India, África, etc… como médico. De esos viajes, ¿qué es lo que ha aprendido?

—Algo que solo se aprende viajando. Da igual a dónde vayas: el ser humano es el mismo en cualquier lugar del planeta y tenemos las mismas necesidades: una familia, lo esencial para comer y beber, etc. Pero también me ha enseñado que existen otras formas de ver el cuerpo humano a como lo hacemos en los países occidentales. Por ejemplo, cuando trabajé en la comunidad tibetana ví que su medicina es completamente diferente de la occidental. Y a veces, cuando mis pacientes no mejoran con la medicina tradicional, y no se pueden curar, lo hacen con esta medicina. Es un recordatorio de que la medicina tradicional es muy buena, siempre que sea accesible, pero que no es la mejor para todo. Es muy buena si se necesita un trasplante de corazón, curar una meningitis o un hueso roto, pero no lo es para las personas que se sienten infelices o tienen algún problema emocional.

—¿Y recomienda esta medicina a sus pacientes?

—Yo no estoy entrenado en estas prácticas y no se la recomiendo, pero, en ocasiones, me preguntan por ella y yo les digo que, si prueban algo diferente a la medicina tradicional y les va mejor, entonces, deberían seguir con su decisión.

—Usted dedica mucho tiempo a sus pacientes; sin embargo, en España los médicos de familia apenas disponen de 5 minutos. ¿Se puede hacer una buena medicina con ese periodo de tiempo tan corto?

—Probablemente no. En Escocia tenemos 12 minutos, que tampoco es demasiado que se diga. En mi caso, tengo la suerte de controlar la agenda y las citas así que, si veo a algún paciente que precisa más tiempo, le vuelvo a citar lo más pronto posible. Desde luego que necesitamos más de 5 o 12 minutos, de eso no hay duda.

Maya Balanya

—¿Son los médicos de familia el pilar del sistema sanitario?

—En realidad, depende del médico de familia. Es la persona a la que se puede acudir con relativa facilidad; somos, de alguna manera, una especie de portero en el acceso al especialista: este paciente sí, este no. Desde un punto de vista de coste –eficacia, es el mejor sistema, pero también lo es para el paciente. Soy de la opinión de que la mayor parte de los problemas podemos resolverlos en atención primaria. Y si los pacientes demandan cada vez más la consulta con especialistas, el sistema se colapsará.

—En su libro habla de trasformación y cambios. ¿Sabemos enfrentarnos a los cambios?

—Estar vivo es estar inmenso en proceso constante de transformación. El ser humano experimenta una serie de cambios a lo largo de su vida: crecer, enfermar, curarse o envejecer. Algunos de estos cambios son terribles, como el cáncer, pero otros son normales, como la menopausia o la pubertad. Y esos, que son naturales, debemos estar preparados para recibirlos con naturalidad.

—Cada vez vivimos más e incluso algunas personas hablan de vivir más allá de la frontera de los 100 años como algo normal. ¿Le parece posible?

—Creo que estamos muy lejos de ello. Además, hay una cosa curiosa que está pasado en Gran Bretaña: estamos observando que la esperanza de vida en nuestro país está disminuyendo desde hace tres años. Hasta 2016, la tendencia era vivir más años, pero desde esa fecha se ha producido un parón.

—¿Saben por qué?

—Hay una teoría que dice que nuestro gobierno ha reducido los servicios sociales para las personas mayores. No les están dando los cuidados necesarios. Hay otra que señala estamos en el ínterin de dos generaciones: una que tuvo una infancia más sana cuando fueron niños -buena alimentación, más ejercicio físico, etc.- y otra que tuvo una infancia más sedentaria y peor alimentación, etc. Esa puede ser la razón por la que la esperanza de vida está cayendo.

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