El Rocío 2019

Los almonteños sucumben a horas de presión y nervios en el Santuario

A las 2:49 minutos, cuando el Simpecado de Almonte asomaba apenas por las puertas del templo, se produjo el salto de la reja de una procesión histórica

La Virgen del Rocío sale de su Santuario a hombros de los almonteños Miguel A. Jiménez

Miguel A. Jiménez / M. Humanes

El Rosario de Hermandades tocaba a su fin en la Plaza de Doñana y las últimas filiales aligeraban el paso para desfilar ante el Santuario Nacional de la Virgen del Rocío. Moguer, La Palma del Condado, Pilas, Villamanrique …y por fin Almonte enfilaba el último tramo de la calle Mogu er, escoltada por la Guardia Civil y con un enjambre de almonteños rodeando al hermano mayor de la Matriz, mientras las campanas del templo comenzaban a repicar frenéticas.

Dentro, cientos de personas acumulaban varias horas de espera, infringiendo una presión cada vez mayor a los almonteños que aguardaban en la reja el momento del salto . Imposible formar el pasillo por el que debería haber accedido el Simpecado de Almonte al llegar al Santuario. Ni un espacio libre. El gentío formando una masa prácticamente compacta que se mecía por momentos y se revolvía, impaciente, al empezar el sonido de las palmas.

A las 2:49 de la madrugada y nada más entrar en el Santuario el Simpecado, los primeros hombres saltaban la reja y el resto se precipitaba hacia el altar. El hermano mayor pugnaba por avanzar entre el gentío mientras varios hombres se encaramaban a la peana para prender crespones negros en los varales del paso. Una vez organizado el aparente caos en el que se desarrolla tradicionalmente este momento, con un mar de almonteños ya dispuestos bajo las andas, la Virgen del Rocío emprendía un camino sorprendentemente sereno sobre un manto de devotos y de forma limpia, sin escorarse en ningún momento, cruzaba el dintel del templo a las 2:55 de la madrugada.

El hemano mayor de Almonte porta el Simpecado en el interior del Santuario Miguel A. Jiménez

Fuera, la multitud trataba de inmortalizar el momento y los flashes de los dispositivos móviles, signo de los tiempos presentes, arrancaban mil destellos a las bambalinas y al impresionante traje y el manto que la Blanca Paloma está estrenando en esta Romería, el que ya es conocido como «el terno del Centenario».

Tan sólo un minuto después se posaría por primera vez en el suelo y los almonteños tardarían un instante en volver a posarla sobre sus hombros, venciendo la fuerte presión de la muchedumbre , que dificulta cada vez más el avance del paso a pesar de las mejoras que se van añadiendo, como las agarraderas que en este 2019 se han incorporado a la base con el fin de proporcionar nuevas superficies de sujeción.

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