Chicharito jugó y marcó ante el Éibar
Chicharito jugó y marcó ante el Éibar - EFE
Liga BBVA

Goles pensando en Simeone

El Madrid vence con extrema facilidad al Éibar en un partido en el que hubo minutos de descanso para Modric y Ramos

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Rotaciones pensando en Simeone. Keylor en la portería, que salió a coger moreno, porque otra cosa... Y en la media Illlarramendi. Tengan en cuenta lo que puede ser un partido con setenta minutos illarraméndicos. Pues eso, así fue.

Como de la BBC sólo estaba Cristiano, los primeros minutos tuvieron su interés, porque permitían ver lo que es la delantera de un equipo terrícola. Todo terminaba necesariamente en Cristiano Ronaldo, crecido además en esa situación. Llega al duelo contra el Atleti (evitaremos en lo posible estos días usar la expresión “duelo fratricida”) en plenitud. Contra el Éibar se bruñó la armadura, se cinceló un poquito más el torso heroico. [ Narración y estadísticas del Real Madrid-Éibar]

De hecho, el único movimiento real en el partido fueron sus convulsiones al regatear.

Parecía que le estaban disparando con una pistola eléctrica. Intentó una chilena espectacular, como si entre los fotógrafos estuviera Robert Capa.

Chicharito, que pidió de rodillas el gol antes de empezar, estuvo bien, pero se notaba la ausencia de Benzema. Acostumbrados al francés, ver a Chicharito bajar a recibir la pelota era como comparar la forma de ir a por una copa de Peter O'Toole y Quique Camoiras.

En el minuto 18 le anularon un gol por fuera de juego tras un doble disparo al palo del Madrid.

El marcador lo tendría que abrir Ronaldo. Una falta, por fin, en el minuto 20. Le dio a la pelota un efecto contradictorio. Primero a la izquierda, luego se enderezó y, una vez enderezada, decidió botar y coger más velocidad. En realidad, la pelota tuvo dos direcciones como la cogida de Paquirri y dos velocidades (como la Europa cruel de Tsipras). El portero, claro, enloquecido.

Vinieron buenos minutos después, con cosas de Isco. Se disfruta de los buenos mejor de uno en uno. Destacan más. O demuestran si son realmente buenos. Chicharito remató estupendamente de cabeza (es un jugador fundamentalmente aéreo, con andares de saltamonte) y se lo agradeció a Dios y luego a Arbeloa, que a la vejez viruelas en ataque.

Risas y alegría al sol del Bernabéu, que parecía La Latina. Muchos guiris, cada vez más. Con melancolía los miraba uno, pues eran todo potenciales votantes de UpyD, pero la realidad es terca y gorriaránica.

En un momento dado, por megafonía se escuchó: “Nick Porter, su esposa le espera en el vomitorio”. Eso despertó la hilaridad del público del Éibar, porque los del Madrid estaban en su encandilamiento. ¿Sabría español Nick Porter? ¿Querría encontrarse con su esposa? ¡Todos imaginamos a la esposa del señor Porter como una Doña Croqueta!

Ramos tuvo un par de arrebatos a lo Beckenbauer y acompañaba el ataque con alegría. Tener a un futbolista negociando su renovación es lo mejor para un club.

A partir del 2-0 se oyó el Isco, Isco, con todo lo que eso significa. Cosas bonitas, no necesariamente importantes y el aficionado disfrutando de lo lindo, que de eso se trata, entre sonidos de cáscaras de pipas rompiendo.

Para el resto del partido quedaba poco interés. El posible descanso, si lo hubiere, de las estrellas, la estadística de Rodolfo Valentino de Cristiano y lo de “forzar tarjetas”, que suena un poco escabroso.

Pudieron descansar Modric y Sergio Ramos, hubo un susto en una jugada en la que el empuje de Povaccari casi lesiona a Pepe y a Navas en el mismo lance y destacó, sobre todo, una acción de Cristiano en la que alargó un taconazo con adorno que parecía el golpe del taco por la espalda en una exhibición de billar. Cristiano no tuvo descanso, no hay forma de sacarle del fútbol ni un segundo.

Lucas Silva, a ojo y desde la tribuna, parecía estar al límite del kilito de más y además pudimos fijarnos en el estado de Jesé. Ofuscado, con poco brillo, sacó el carácter en un par de jugadas por banda y en el gol, el tercero, que devolvió el recuerdo de ese instante, no muy lejano, en el que casi disputaba la primacía atacante a Cristiano.

El martes, Simeone. Y es curioso, pero pese a la final de Lisboa ya no se sabe quién tiene más ganas al otro. O quién teme más a quién.

La tarde, que empezó soleada, acabó encapotada. En noventa minutos cambia todo. Es eso se parecen la primavera y el fútbol.

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