Mathieu celebra con Piqué el gol que otorgó la victoria al Barça en Vigo
Mathieu celebra con Piqué el gol que otorgó la victoria al Barça en Vigo - AFP
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El balón parado puede valer otra Liga

En el Barcelona de Luis Enrique, la estrategia origina el 10% de los goles; en el Madrid, el peso es menor. El Barcelona apenas encaja goles de cabeza; el Madrid recibió un tercio así

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El fútbol a balón parado (en lo sucesivo ABP) es una categoría del menospreciada del fútbol. De resultas de la hegemonía casi cultural del juego hilado y al pie, la preparación del ABP cayó en el descrédito. Hasta ahora, claro. Hasta que el Barcelona se acerca a ganar una liga subido al andamio de Luis Enrique con las correrías de Messi y los cabezazos de hombre-bala de Mathieu.

Ver, como hemos visto estos días, portadas dedicadas al ABP es tan raro como verlas dedicadas al softball.

Pero a medida que el fútbol con balón se hacía aburrido, algunos comenzaban a buscarle el interés al sin balón. En los córneres, entre codazos, hay coreografías y tacticismos muy sutiles. Y hay mucha bibliografía al respecto.

Incluso un artículo académico dedicado al saque de banda: «El saque de banda, el gran olvidado».

Pero en general, el ABP se ha visto como el equivalente asumible y actual del autobús de Maguregui, aquello que hacían los entrenadores tacticistas y humildes para arañar puntos.

Hasta que empezaron a hacerlo los equipos grandes.

El Barcelona está a nueve partidos, ocho en realidad, de ganar una Liga que ni esperaba. En Vigo le salvó Mathieu con su cabezazo. Parece que hay una relación negativa entre el toque y la estrategia y Luis Enrique ha terminado de definir su Barça, un Barça menor, de entreguerras, que recuerda al de Venables.

El año pasado, una parte importante de la liga rojiblanca la ganó el ABP y si en el Barcelona es Unzué, exportero, quien prepara estas jugadas, a Simeone le ayuda el Mono Burgos, que, pese a tener la pinta de uno de esos Ángeles del Infierno apacibles que se quedaban en casa de los Simpson a ser cuidados por Marge, es un estratega maniático. Devorador de libros de táctica futbolera, ve los partidos con un cronómetro colgando del cuello como Flavor Flav y ordena minuciosamente el ABP.

En el Barça, el lugar de Unzué hasta se representa. Como en los deportes americanos, cuando llega el córner Luis Enrique se sienta y él sale a dar indicaciones.

En el Madrid, el entrañable Villiam Vecchi entrena a los porteros, pero la estrategia, en principio, es cosa de Ancelotti. De él, de primeras, puede decirse poco al respecto porque con el ABP llegó la Décima, pero sí caben algunas matizaciones.

Empecemos. El balón parado del Madrid lo mejoró (como casi todo lo demás) Mourinho y (casi como todo lo demás) en el tercer año se le vino abajo. La estrategia es un síntoma. Al principio de esta temporada, tras la Décima y el Mundial, hubo un bajón en el juego ABP del Madrid, que tiene rematadores altos y un lanzador excepcional en Toni Kroos.

Para el Barcelona, un 10% del total

El Real Madrid ha metido cinco goles ABP en Liga este año, un 5% del total; el Barcelona ocho, cerca de un 10% del total de los suyos. La diferencia de tres goles no es muy significativa, aunque pueda suponer algún punto. Pero se calibra su importancia en el peso relativo. El Barcelona ha marcado menos goles, y el ABP supone un porcentaje superior, cerca de un 10% del total. Es decir, se trata de una vía más del ataque culé, no de algo circunstancial como en el Madrid. Algunas fuentes hablan de once goles ABP en Liga, es decir, más de un 13% del total.

Pero la importancia de los goles ABP se suele menospreciar porque no se mira la defensa. Ni estadísticas hay de los goles en contra recibidos así. Lo más parecido quizás sea buscar en los goles recibidos de cabeza. Ahí encontramos un contraste mayor. El Madrid ha recibido nueve, casi un tercio del total; el Barcelona ha recibido uno. Un único gol de cabeza. ¿Revela esto una superior organización defensiva?

Evidentemente, no todos esos goles son ABP, aunque sí un buen porcentaje. Está también -y si no está, alguien lo introducirá- el factor portero, antiguos son los problemas aéreos de Casillas, pero no explicarían tanta diferencia. Del Madrid se esperaría que que le marcaran goles en jugadas en las que se gana la espalda del defensor con salidas rápidas o balones largos. Este tipo de ataques no suelen acabar de cabeza. Es fácil aventurar, pues, que esta debilidad tenga mucho que ver con el ABP.

La paradoja de Ancelotti

Hay otra forma de verlo. Si calculamos el balance resultante de comparar goles a favor y en contra sin considerar los ABP a favor, ni los goles de cabeza recibidos, veríamos que el Madrid mejoraría su balance de 61 a 65; el Barcelona empeoraría el suyo, de 64 a 57. El Madrid, “deflactado” el ABP o lo más estratégico de las áreas en defensa, tendría mejor balance, el Barcelona peor. Es algo perfectamente habitual en un equipo que controla el juego y sale a tener la posesión. La paradoja de Ancelotti es que el Madrid, contra los rivales importantes, tampoco controla el juego. Pero esa cuestión es para otro día...

Datos sueltos se quedan flotando en la estadística: el Atlético de Madrid ha marcado el doble de goles ABP que el Madrid en esta liga.

O de otro modo: si el campeonato se va a decidir al final y por detalles, parece que el juego a balón parado pudiera explicar algo. Cuestión de modelos, dirán. Un antiguo entrenador americano se quejaba: «Después de haber repetido mil veces algo a un jugador, repíteselo otra vez más, ésa puede ser la vez en que lo entienda». Las mil y una veces del entrenador, que parece que funcionan.

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