Lucas Silva deja fuera de juego a Illarra

Hay futbolistas que nacen con estrella y otros que nacen estrellados. Illarra no ha tenido estrella en el Real Madrid de Ancelotti. Por el contrario, la de Lucas Silva ha brillado desde que llegó al mundo hace 22 años. Es un jugador precoz. El Cruzeiro le cazó con catorce años. El club blanco le tenía en su diana desde el mes de junio. Le fichó el 23 de enero. Veinticinco días después, este joven debutaba como titular en la Champions en Alemania. Y jugaba bien. «Hay madera» espeta un integrante del cuerpo técnico, con la mirada fija. Hay madera para tallarla físicamente, porque técnica mente es bueno y tácticamente es sólido. Juega de medio centro destructivo desde hace dos años en los que fue elegido el mejor pivote de la Liga brasileña, ganada por el chaval en esas dos temporadas.

«He venido al Real Madrid a conseguir más títulos», decía Lucas Silva el sábado. En Gelsenkirchen confirmó que es un futbolista con futuro.

Su arrojo para disparar y arriesgar pases encantó al club y a Carlo Ancelotti. Pocos lo hacen en su primer encuentro completo. Hay que tener desparpajo para jugar en el Madrid. Lo tiene. No se amilanó ante tantas estrellas. Perdió balones por lanzar centros con peligro de gol a Bale y Cristiano Ronaldo, sin dejar de ser eficiente en su disciplina táctica. Sabía muy bien lo que hacía. Siempre jugó cerca de Kroos para dar salida a la pelota. Presionó bien para recuperarla. En un santiamén ha dejado fuera de lugar a Illarra, que se ve superado también por esta última incorporación.

El guipuzcoano rechazó marcharse al Athletic en el mercado de invierno. Probablemente se equivocó. Es difícil admitir personalmente que uno no rinde porque le puede la presión. Ni siquiera la contratación del brasileño, un hombre que venía a ocupar el mismo puesto, le hizo cambiar de opinión. El ex jugador de la Real Sociedad quería demostrar que puede jugar aquí. Pero la verdad es que sale al campo con el freno echado. No arriesga. Sus pases son hacia atrás. Es la antítesis de Lucas Silva, que le ha dejado fuera de lugar en su primer encuentro como titular del campeón de Europa.

Illarra no es el primero ni será el último que sufre esta dura realidad. Este tipo de jugadores ficha después por otro equipo sin tanta presión y demuestran su valía. La sucedió a talentos como Valerón, que descendió con el Atlético a Segunda y triunfó desde la campaña siguiente en el Deportivo. Lucas Silva, por el contrario, no siente presión. Es puramente brasileño. Para él, jugar al fútbol es innato. Le sale por naturaleza desde que con trece años sobresalía en la Agremiação Esportiva Ovel. No tiene que concentrarse para hacerlo bien. Ha nacido para esto. «Ahora todavía es tímido fuera del fútbol, en el trato con sus compañeros, porque siente respeto por tantas figuras, pero en el césped se transforma», destacan los profesionales que están junto a él.

«En el campo vemos al verdadero Lucas Silva», subrayan sus allegados. «Tiene personalidad y no se arruga. Se considera uno más al lado de tantas figuras. Nunca se sentirá inferior». Si así fuera, no podría militar en el Real Madrid. Con 22 años posee mucha madurez futbolística. Sabe lo que se juega. « Quiero ganarme un sitio en el Real Madrid», declaraba el sábado en «petit comité» tras disputar veinte minutos ante el Deportivo. Y añadía con ese desparpajo: «Para eso he venido». Vino a Gelsenkirchen y dejó sellado su carácter. Ancelotti está sorprendido por esa valentía. El brasileño quiso mostrar sus virtudes individuales sin dejar de trabajar para el equipo. Rechazaba pasar por el campo como uno más. Y ha pasado por delante a Illarra con esa sencilla osadía. Tiene estrella.