Juan Manuel Bonet, junto a su copiloto Alejandro Buxonat, con la Supercopa de Europa
Juan Manuel Bonet, junto a su copiloto Alejandro Buxonat, con la Supercopa de Europa - ABC

El aviador de la suerte del Real Madrid

Juan Manuel Bonet, comandante de Iberia, se ha convertido en el amuleto del campeón de Europa cuando juega una final

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Es 24 de diciembre, día aún de resaca para unos pocos afortunados y de sueños incumplidos para la gran mayoría. Toca esperar otros 363 días para un nuevo Gordo, aquel que le tocó al Real Madrid el lunes 28 de abril en el viaje hacia Múnich para disputar 24 horas después la vuelta de las semifinales de la Champions. Aquel histórico repaso en el Allianz Arena al Bayern de Pep (0-4), que certificó el pase a la final de Lisboa, se comenzó a gestar en ese vuelo chárter de Iberia a cargo del comandante Juan Manuel Bonet, el piloto de la suerte.

«En aquellas fechas yo estaba de incidencias, que es como estar de guardia para cualquier imprevisto o necesidad, como así fue.

Uno de mis superiores me llamó para comunicarme que debía llevar al Real Madrid a Múnich. Era la primera vez en mis veinte años como piloto que llevaba en el avión a un equipo de fútbol. Fue un trayecto muy agradable donde Florentino Pérez estuvo muy cariñoso con toda la tripulación y donde tuvimos la oportunidad de crear un vínculo bonito con el equipo. Y en ese buen clima el presidente tuvo el detalle de invitarnos a presenciar el encuentro en el estadio. A partir de ahí ya sabéis lo que sucedió».

Lo que ocurrió fue una exhibición merengue ante en el que ese momento era campeón de Europa. Un memorable triunfo, el primero en campo muniqués en los 112 años de historia del club, que dejaba al Madrid a noventa minutos de la Décima. Ese día los blancos se «desvirgaron» a lo grande y en aquella gesta Bonet también tenía su cuota de culpa: «Entiendo que es un tema de superstición. Salió tan bien lo de Múnich que desde entonces cada vez que hay una final el Madrid llama a Iberia para solicitarle que sea mi tripulación y un servidor quienes les llevemos al destino de la misma».

Así sucedió en Lisboa, donde el Madrid levantó la ansiada Décima; también en Cardiff, donde los blancos se proclamaron campeones de la Supercopa de Europa; y la película se repitió la pasada semana en Marruecos, donde los de Ancelotti le pusieron el candado a un año único con la consecución del Mundialito, el cuarto título de un 2014 de ensueño para la entidad de Concha Espina: «Fue curioso. Florentino ya me ‘advirtió’ tras regresar de Escocia que nos veríamos de nuevo en diciembre. Yo me lo tomé a broma, pero así fue. Para esa fecha tenía programado un vuelo a Londres, pero Iberia cambió mi plan de trabajo para llevar al Madrid a Rabat». Bonet, el amuleto merengue, lo volvía a hacer: «Yo simplemente creo que es una casualidad, pero entiendo que ellos consideren que no. La superstición en el mundo del deporte existe desde las carrera de cuadrigas de la época romana. Así que nosotros estamos muy orgullosos y felices porque el Madrid crea que le damos suerte».

Copiloto azulgrana

El picante en esta historia lo pone la mano derecha de Juan Manuel Bonet, su copiloto: «Es muy graciosa la historia de Alejandro. La primera vez que volé con él fue precisamente en el viaje a Múnich y con la lógica euforia del trayecto de vuelta me comentó que no me lo tomara a mal si no le veía exultante pero que él era hincha del Barcelona. Me resultó muy divertido su comentario, y a Florentino también, que le bromea por su sentimiento culé. Pasamos momentos muy buenos en nuestros vuelos».

El piloto de la suerte del Real Madrid espera que durante 2015 su equipo siga cosechando tantos éxitos como el año que languidece y, si así se lo pide su empresa y el club blanco, compartirlo junto a ellos, aunque pase lo que pase, Juan Manuel Bonet tendrá motivos de sobra para brindar esta Navidad por un 2014 inolvidable: «Para mí es un honor pilotar el avión que transporta al equipo del que soy aficionado y que ha logrado hitos tan importantes como la Décima. Además, he tenido la inmensa fortuna de haber vivido in situ partidos que ya son leyenda de la historia del fútbol. Veremos el futuro qué nos depara». Pues el 6 de junio en Berlín es la final de la Champions. Vaya haciéndose a la idea.

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