Salud Mental

«El uso de las redes sociales no debe interferir en nuestra vida diaria»

Johanna Rodríguez, graduada en psicología, alerta de los problemas de autoestima que puede generar un mal uso de estas aplicaciones

Johanna Rodríguez L. V.
Jesús Mejías

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Al igual que sustancias como el alcohol, el tabaco, la marihuana y elementos como los videojuegos y las puestas pueden crear adicción, también las redes sociales, con la diferencia de que el acceso a estas herramientas se produce mucho antes que al alcohol y el tabaco, porque según vario estudios los adolescentes prueban y consumen estas bebidas y productos a los quince y dieciséis años aproximadamente, el acceso al teléfono móvil propio suele ser a los diez años de media, por lo que estar activo en una red social llega varios años antes que a ese primer contacto con ciertas sustancias. Las redes sociales «forman parte de nuestro día a día ya que nos hemos acostumbrado a compartir nuestra vida y a conocer sobre la de los demás a través de ellas, sobre todo en la población mas joven», afirma Johanna Rodríguez (@psicoactivapsicologia), graduada en Psicología con mención en Psicología Sanitaria por la Universidad de Cádiz y con un máster en Dirección de Recursos Humanos. Los jóvenes «prácticamente han nacido con ellas», destaca la psicóloga.

Las redes sociales «pueden crear adicción», ya que «su uso activa los mecanismos de refuerzo positivo de nuestro cerebro motivándonos a que repitamos acciones que nos generan placer», pero «el uso de estas no debe interferir en nuestra vida diaria pero si comenzamos a abusar y esto provoca un deterioro en aspectos de nuestra vida como descuidar nuestro aspecto, dejar de socializar en reuniones, perjudicar a nuestros estudios o trabajo se empieza a considerar adicción».

Los usuarios adictos a las redes sociales «les dedican mucho tiempo», ya sea «publicando como revisando sus me gusta o sus visualizaciones y poniéndose al día de nuevas tendencias para llevarlas a cabo», aunque como comentaba Johanna Rodríguez anteriormente, el verdadero problema surge cuando «desatienden otras cuestiones importantes como el trabajo o los estudios», y «normalmente no aceptan que tengan un problema con el uso de sus redes, porque lo consideran dentro de lo normal y se adentran tanto dentro de la pantalla que se alejan de sus familiares y amistades».

«Cuando nuestra autoestima es débil la basamos en el reconocimiento externo que los demás hagan de nosotros, por eso nos sentimos validados cada vez que nos dan un me gusta o nos suben los seguidores porque obtenemos refuerzos positivos, pero estos son a corto plazo, te sientes mas guapo, mas fuerte o mas importante, pero esto solo dura un corto periodo de tiempo«, apunta, pero agrega que »por eso es tan importante trabajar en conseguir una autoestima sólida y fuerte, la cual perdure a lo largo del tiempo, para que nuestra aprobación solo dependa de nosotros mismos, de esta manera tener mas o menos me gusta no nos va a afectar a nuestro estado de ánimo, ya que igualmente nos sentiremos valiosos simplemente porque nosotros mismos sabemos quienes somos».

Esta falta de popularidad en las redes sociales puede traer consigo en los usuarios problemas aceptación personal porque «las personas que no tengan una autoestima fuerte si no reciben el refuerzo que esperan en las redes les provoca un sentimiento de insuficiencia y falta de valor que en casos extremos puede llevar a desarrollar otros miedos como a relacionarse con los demás, a hablar en público o simplemente hacer gestiones como ir a un banco por no hablar con la persona que nos tenga que atender, y tan importantes como dejar de estudiar lo que nos gusta o no luchar por nuestro trabajo soñado simplemente porque no se sientan capaces«, hasta el punto de crear un complejo de inferioridad porque »los humanos tendemos a compararnos constantemente porque somos seres sociales y queremos encajar en la sociedad en la que vivimos, y si no entendemos que lo que vemos en las redes sociales no es la vida real nos puede provocar sentimientos de inseguridad que a la larga pueden desencadenar en trastornos de imagen corporal deteriorada que a su vez lleven a un trastorno de conducta alimentaria, ansiedad, depresión o baja autoestima«, ya que »simplemente un ángulo diferente en la foto de una persona en el mismo momento puede hacer una gran diferencia, tampoco sabemos cuantas horas lleva esa persona sin comer y por eso tiene el vientre tan plano o si se ha hecho algún tratamiento de belleza y por eso tiene la piel tan reluciente«, de ahí la importancia de »saber elegir que influencers queremos seguir, si personas reales y sanas, que nos muestren que en su día a día trabajan, estudian, luchan por lo que quieren, se cuidan tanto mental como físicamente, hacen deporte y comen sano o si seguimos a personas que no nos aporten ni enseñen nada».

El problema de la baja autoestima, la falta de aceptación, la presión por esa aceptación en redes suele ser más intenso en el caso de las mujeres, que sufren «el 90% de los casos de trastornos alimenticios», debido «al ideal de belleza femenina».

«El cuerpo de la mujer ha sido sexualizado y cosificado desde tiempos inmemorables y esto nos lleva a realizar comportamientos que en muchos casos son dañinos para nosotras mismas por encajar en ese ideal», señala, por lo que «estos problemas están mucho más acentuados en las mujeres».

Por ello, es importante «destacar la importancia de cuidar nuestra autoestima, nuestra salud mental, trabajar con nosotros, intentar mejorar siempre para sentirnos tan bien con nosotros mismos, y que entendamos que nadie es mejor que nosotros por tener mejor cuerpo o salir mejor en las fotos».

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