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Refugio Kimba: La protectora animal más antigua de España está en Chiclana

bienestar animal

Esta asociación, creada en 1872 con el objetivo de salvar unas plantas y una leona, acoge perros y gatos abandonados e intenta darles la salida más digna posible

Los canes a su libre albedrío por los terrenos del Refugio Kimba MLS

Manuel López Sampalo

CHICLANA

«Hasta hurones llegamos a tener», responde Ana, una de las voluntarias del Refugio Kimba, a la pregunta de si sólo acogen perros allí: es lo que hay a la vista. «También refugiamos gatos, pero ahora están dentro de la caseta», y señala una chocita de madera en una esquina del arenoso terreno.

Aunque hoy, al entrar por el portón de esta protectora de animales, sito en el Pago el Cuartillo en Chiclana de la Frontera, lo que aparecen son perros, en su mayoría galgos y podencos ‒abandonados por cazadores‒, que, literalmente, se le echan a uno encima dándole la bienvenida; decía que pese a que hoy predominen los canes, todo empezó con unas plantas… y una leona.

Así, en 1872, varios socios del Grupo Joly ‒fundado apenas 5 años antes‒ crearon la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Cádiz, popularmente conocida como Refugio Kimba. Comenzaron su andadura con vegetales entre las que pronto corretearía una leona que había sido abandonada por el circo. No fue hasta 1966 que se trasladara el refugio a su ubicación actual: un pago o campito con las dimensiones de un terreno de juego de fútbol moteado de pinares y con diferentes casetillas para dar un servicio digno a los animales.

Auténticas perrerías

Una pareja danesa, de vacaciones en Chiclana, ha acudido a la protectora porque la noche anterior le tiraron dos «chuchos» por el murete del jardín de su apartamento. Ellos, cuentan, ya tienen tres perros y no pueden hacerse cargo de más. Por tanto, una vez informados, deciden que la mejor opción es llevarlos a Kimba.

«Es algo habitual», comenta Concha, otra de las abnegadas voluntarias: «Aquí en muchas ocasiones nos han lanzado perros por las tapias, al igual que nos han entrado a robar; por eso hemos tenido que poner concertinas».

Desde luego, el matrimonio de Dinamarca no ha podido elegir mejores manos en las que dejar a «los chuchillos», se ven felices y juguetones, cada perro con su tema: unos correteando, los más holgazanes tumbaditos a la sombra y hasta los que escarban o se esconden no sabemos de qué.

«Aquí no tenemos horario, somos 4 ó 5 voluntarios, depende, y dedicamos la vida a estos animales: nos mueve el amor y la compasión hacia ellos», explica Ana. Y Concha la secunda: «La gente se piensa que esto es una tontería, pero es un trabajo muy duro física y mentalmente».

«Afortunadamente, la imagen de los galgos colgados de los árboles cada vez es más infrecuente», relata una de las cuidadoras en relación a ciertas prácticas terribles de muy pocos cazadores. «Pero nos llegan animales raquíticos, heridos, aterrados… Y cada uno tiene sus circunstancias, por lo que les damos un trato personalizado ‒cada perro recibe un nombre‒ para ayudarles de la mejor manera posible», abunda la otra voluntaria.

El veterinario viene un par de veces por semana al refugio y justo sale de la sala quirúrgica de intervenirle una oreja a un podenco y se dirige hacia la estancia de los gatos. Por el camino cuenta que «Estos perros tienen más vacunas que ninguno; no basta con ponerles la de la rabia como muchos creen; es muy importante por ejemplo la del moquillo».

Adopción y padrinazgo frente a compraventa animal

Aunque dé la impresión de que de un tiempo a esta parte la gente está más concienciada en lo que adopción animal se refiere, desde Refugio Kimba nos lo desmienten: «Para nada, hay muchísima compraventa, de los que van buscando un perro de tal raza y tal edad como si fuera un coche», explica Ana. «Aquí vienen a verlos y dicen este no es bonito, este es mayor, etcétera. No sé qué esperan», abunda la cuidadora.

Ahora mismo hay en torno a 50 perros en el refugio pero aseguran que podrían acoger hasta 100, «dependiendo de las características, claro». «No acogemos razas potencialmente peligrosas y todos están castrados», aseguran desde esta ONG animal.

Confiesa Concha que «Recibimos con frecuencia ayudas económicas de particulares desde el extranjero; allí tienen otra cultura». Y es que la protectora también posibilita la opción de apadrinar, para quienes no puedan hacerse cargo de los animales, y aportar una cantidad para el mantenimiento de los mismos. Además, están abiertos a cualquier voluntario que quiera echar una mano, «pero esta labor no es moco de pavo», nos recuerda una de las cuidadoras.

Se quejan desde Kimba de la ausencia de ayudas por parte de las administraciones, poniendo el acento en el Ayuntamiento de Chiclana: «Nunca nos han echado un cable, y además son caóticos, la manera de gestionar la perrera y tal». Con el SEPRONA sí afirman mantener una buena y estrecha relación de colaboración.

Respecto al sacrificio animal, a diferencia de las perreras municipales, confirman que «Nosotros jamás vamos a sacrificar a una criatura salvo que esté sufriendo y sea irreversible».

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