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Daniel Millor: «El cambio social funciona al ritmo de la confianza»

El arquitecto galardonado con el Premio Princesa de Girona Social 2024 defiende que la regeneración comunitaria de barrios vulnerados «mejora la salud y el funcionamiento democrático, porque la gente participa, tiene voz y se conecta desde las necesidades, pero también desde el interés de cambiar cosas»

Daniel Millor, Premio Princesa de Girona Social 2024 por su proyecto participativo de regeneración urbana

Daniel Millor Vela, en el Palacio de Congresos de Cádiz tras obtener el Premio Princesa de Girona 2024. antonio vázquez

BEATRIZ ESTÉVEZ

Cádiz

El jurado del Premio Princesa de Girona 2024 ha destacado de Daniel Millor Vela «su compromiso vital como arquitecto y activista social y solidario; promoviendo la regeneración comunitaria de barrios vulnerados, empoderando a sus habitantes en el desarrollo de su propio bienestar y mejora de su salud».

No obstante, el joven arquitecto alicantino ha querido dejar claro que su labor forma parte de un trabajo colectivo en el que participan y se implican muchas personas. «Aquí pongo la cara yo, pero los protagonistas de las acciones son desde los técnicos hasta los vecinos y las vecinas de los barrios que curran todos los días para mejorar su entorno. Nosotros lo que hacemos es descubrir, conectar y movilizar los recursos que hay y, cuando faltan, los aportamos de manera muy puntual, y así proyectos colectivos, como los de mejoras de viviendas y de espacios comunes, se convierten en aventuras comunitarias».

Eso sí, «todo es muy progresivo» porque «el cambio social funciona al ritmo de la confianza», apunta el premiado. Regenerar barrios vulnerados debe ser «un tema muy humano y tienes que tener confianza con la gente en los barrios. Tienes que estar en los barrios y al mismo tiempo ir tejiendo confianza con las personas que están en las instituciones, en las entidades sociales... y es complicado porque el reto es enorme». «Yo provengo de Alicante, y tres cuartos de la provincia tiene algún tipo de vulnerabilidad urbana, bien residencial, económica o social. ¿Y cómo hacemos para afrontar un reto tan mayúsculo? No puede ser desde un solo actor, eso es imposible», niega con la cabeza.

Desde Arquitectura sin Fronteras y Quatorce, que son las entidades en las que trabaja, «intentamos crear pilotos de éxito». En este punto, el galardonado expone que ha recibido el Premio Princesa de Girona Social 2024 por «mi recorrido en proyectos muy pequeñitos con gente muy concreta». Y esta «artesanía social», como la define, «mejora la salud y mejora el funcionamiento democrático, porque la gente participa, tiene voz y se conecta desde las necesidades, pero también desde el interés de cambiar cosas».

Ésta es la línea en la que Daniel Millor viene trabajando, con su «equipazo», desde 2017, consiguiendo recursos de forma paulatina para su proyecto. Un proyecto por el que, remarca, la Comunidad Valenciana «ha apostado mucho», lo que ha permitido que «a día de hoy podamos ver un piloto de éxito» en el barrio del Cementerio de Alicante, que es una barriada de 600 habitantes del barrio Ciudad de Asís, «donde yo nací», sonríe el entrevistado. «Yo al final soy un caso de éxito del ascensor social -comparte-. Mis padres se criaron en una vivienda social, luego pasamos a una segunda casa en el barrio de José Antonio y sus vidas fueron mejorando y, con ello, la mía también. Al final son estos pequeños casos de éxito que, si se comparten, generan un cambio social a gran escala».

Millor retoma el hilo para centrarse en el modus operandi de su «equipazo» -insiste- en los proyectos participativos de regeneración urbana: «Los técnicos van al barrio con la idea de conocer quién quiere mejorarlo, y la gente viene y te cuenta los problemas que tienen en su vivienda o en su calle. Los técnicos tejen una conversación con esas personas para descubrir qué saben hacer, y cuando descubres no sólo lo que falta, sino también lo que hay puedes empezar a hacer un proyecto en el que contribuye la gente, porque si sólo te pones a suplir necesidades, la ciudadanía sólo participa como asistida. Y así, empezamos a hacer grupos de trabajo y se van desarrollando proyectos. Por ejemplo, había una parcela que ahora es un huerto comunitario... La gente se va uniendo y vamos consiguiendo mejorar espacios comunes y viviendas».

Eso sí, la implicación de las administraciones en todos estos proyectos es «fundamental». Es por ello que el premiado subraya la importancia de que «ayuntamientos, comunidades autónomas... todas las escalas se pongan de acuerdo para que se alineen esas intenciones de hacer un mundo decente».

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