Raphaelismo
Las cien mil pesetas que cambiaron para siempre la vida de Raphael
El cantante de Linares, tras ganar en 1962 el Festival de Benidorm, pudo comprar un piso a su madre y para él mismo la portada de una revista
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Raphael: «Le tengo pánico a quedarme sin voz, es lo único que puede apartarme de este mundo»
100.000 pesetas ganó Raphael (Linares, 1943) en la cuarta edición del Festival Español de la Canción de Benidorm, ahora rebautizado como Benidorm Fest , que se celebrará durante tres noches la próxima semana para elegir al representante de RTVE en Eurovisión 2022.
Fue un 23 de julio de 1962 cuando el desconocido Raphael se presentó en sociedad con la canción 'Llevan' (compuesta por Ángel Martínez Llorente y Armando Reguero) y con un traje que él mismo se hizo de un forro que le había regalado su maestro de la sastrería; la misma en la que empezó a trabajar de adolescente en Madrid. Con 19 años llamó la atención en el Festival de Benidorm por su buen cante, pero también por sus insólitos movimientos en el escenario.
«Con una coreografía un tanto exagerada, derivada de la que hacían algunos artistas de copla. Era entonces cuando se dijo: 'Ha ganado un chico que se pasa la canción desenroscando bombillas'», recuerda el periodista musical José Ramon Pardo en el primer episodio de la serie documental 'Raphaelismo' (Movistar Plus).
Ficha completa
Raphaelismo
Raphael , tras la muerte de su tía con la que él y su familia vivían en Madrid, tuvo que marcharse del barrio de Cuatro Caminos al de Carabanchel. No cabían todos sus muebles en aquella habitación. Fue entonces cuando el de Linares pasó de jugar a hacerse cargo de su casa y de su gente.
El sueño de Raphael era que su madre tuviera una casa «como Dios manda». «Y ahí es cuando la varita mágica de quien sea empezó a guiar mis pasos y me hizo apuntarme en el Festival de Benidorm», recuerda él mismo en 'Raphaelismo' .
Tenía un plan Raphael (aquella 'Ph' se debía a Philips Records, su primer sello discográfico). Que sus compañeros, con quienes había viajado en bus hasta Benidorm, se desgañitasen. «Algo me decía dentro de mí que, cuanto menos hablara, más cantaría. Los demás, todos gritando; que es lo lógico. El ilógico soy yo», rememora de viva voz. Si de noche se fueron de fiesta; por la mañana, a la playa. Raphael se quedó en su habitación. Todos se quedaron mudos menos él, que estaba «como una flauta». Raphael no podía permitirse el lujo de desaprovechar aquella oportunidad. Para Raphael , el Festival de Benidorm era todo. Si ganaba, pagaba la entrada de una casa para su madre.
Así resume Raphael lo vital que fue para él ganar aquellas 100.000 pesetas: «Ese premio de Benidorm significa mucho más que conseguir mi primer objetivo como artista. Significa sobre todo dar la entrada de la nueva casa, sacar a mi familia de Carabanchel y pagarme por única vez una portada de la revista 'Primer plano'».
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