Los misterios de la aviación comercial, destapados por una miniserie documental

Las tres entregas de «La vida en el aire», emitidas originalmente en la televisión pública británica, están disponibles en el catálogo de Movistar+

Simulación de un múltiple aterrizaje de aviones en «La vida en el aire» BBC

Óscar Rus

Comprar el billete, llegar al aeropuerto, pasar el control de seguridad y sentarse en el avión. Se trata de una habitual –y cada vez más– sencilla concatenación para muchos ciudadanos que, sin embargo, esconde mayor intríngulis del que creemos. Un misterio aparentemente banal de los numerosos y variados secretos que intenta desvelar «La vida en el aire» («City In The Sky» en su título original), documental de tres partes sobre el antes, el durante y el después de los viajes en avión .

Esta miniserie documental, producida por la televisión pública británica, la BBC (échenle un ojo a «Planeta Tierra» y «Planeta Azul» ), está disponible en España a través de Movistar+. La única «pega» de la versión internacional que ofrece la plataforma española es la ausencia de sus conductores, el televisivo Dallas Campbell y la matemática Hannah Fry , que dotan de mayor candor a un formato rebosante de datos, datos y más datos. Una ausencia que, por otra parte, reduce la duración de cada entrega de los 60 a los 50 minutos.

Uno de los misterios que el documental desentraña en su primera entrega («Salida») es cómo el diseño de los aeropuertos está pensado al milímetro , especialmente aquellos que alojan una ingente cantidad de pasajeros como el de Atlanta (EE.UU.). Su diseño puede evitar, por ejemplo, que se generen «atascos». De hecho, un aeropuerto es uno de los lugares más «pensados» , desde las indicaciones (una «mera ayuda» que, sin embargo, ralentiza el tránsito pues los pasajeros se paran a leerlas) hasta los mostradores, pasando por los pasillos, los asientos o el tipo de suelo de la estancia (variará si es de tránsito o de descanso).

El diseño es también fundamental, por ejemplo, a la hora de prevenir el mal humor de los transeúntes . ¿Cómo? A través de un sistema de filas serpentina. Tal y como relatan en «La vida en el aire», no solo se ha demostrado que las colas en «S» son más rápidas que varias colas de una fila sino que a los propios pasajeros les parecen más «justas». Al haber una sola fila, nadie va más rápido que otro, por lo que el usuario llegará menos estresado al mostrador de facturación .

No es el único «modus operandi» para agilizar el «tsunami» de pasajeros . También se emplean las denominadas «cintas desplazadoras» (presentes en el Aeropuerto de Madrid-Barajas) cuya principal función es ofrecer la «percepción» de que será más fácil llegar de un lado a otro con el equipaje. En el de Atlanta hay una distancia de hasta 2 kilómetros para facturar .

Otro de los misterios desentrañados es el significado del número de 10 cifras de la etiqueta de equipaje , el «transporte de la maleta», más allá del nombre del pasajero y el destino. El primer número alude al tipo de maleta y el nivel de prioridad; los tres siguientes a la aerolínea, y los restantes conforman el código de identificación exclusivo de la maleta.

Uno de los protagonistas de la miniserie documental es el Airbus A380 , aeroplano de 73 metros («6 autobuses urbanos»), cuyo proceso de construcción es detallado en la primera entrega. 21.000 millones de dólares : eso es lo que cuesta construir dicho modelo de avión. 2 millones de horas es lo que se tarda. Para ello, el documental desvela que son 4 países inversores (Francia, Reino Unido, Alemania y España) los que posibilitan su fabricación a cambio de manufacturar parte del mismo. ¿Las alas? Gales (Reino Unido). ¿El fuselaje? Hamburgo (Alemania). ¿La cola? El sur de España. «La vida en el aire» se desplaza hasta las afueras de Toulouse (Francia), donde se encuentra la planta de ensamblaje. Y aunque parezca mentira, se trata de un proceso que consiste básicamente en el remachado como garante de la vida útil del avión (unos 100 millones de kilómetros...).

¿Y cómo llega el combustible a los aviones? Procedente de mayúsculas instalaciones de depósitos –una de ellas se encuentra en Gante, Bélgica, que abastece a los aeroplanos de Europa y otros continentes–, se hace bajo tierra mediante el Sistema de Oleoductos de Europa Central (CEPS), construido por la OTAN en la década de los 50 para así suministrarlo a sus bases durante la Guerra Fría. Se trata de un total de 4.800 kilómetros de tuberías en todo Europa por las que anualmente pasan 9 mil millones de litros de combustible.

El documental incluso muestra escenarios atípicos como el aeropuerto de Yakutsk (Siberia), «la ciudad más fría de la Tierra». ¿Cómo mantener las condiciones idóneas de vuelo en un lugar que alcanza los 47 grados bajo cero? Entre los trucos filmados por «La vida en el aire» está colocar mantas sobre las ruedas o aplicar calor a varias partes del avión mediante conductos hasta pocos minutos antes de despegar.

Cómo se logra pilotar de noche , qué innovaciones se están llevando a cabo en la aviación comercial –con la consecuencia indirecta de reducir los efectos del «jet lag» en los viajes largos–, los motivos que hay detrás del miedo a volar , cómo se solucionan las emergencias médicas en el aire –cambiar la ruta de un avión internacional cuesta mucho dinero– o por qué un rayo casi nunca impacta en un aeroplano son algunos de los misterios que «La vida en el aire» desentraña en su segunda parte.

Ya en la tercera y última entrega, la miniserie documental descubre la identidad de quienes supervisan la «salud» de los motores así como las pistas de aterrizaje –un simple tornillo absorbido por el motor puede ocasionar una catástrofe–, la principal causa de un aterrizaje de emergencia , las maniobras para aterrizar en el Himalaya y cómo los aeropuertos se las ingenian para deshacerse de los equipajes perdidos.

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