El calvario de una aspirante al tener que dirigir el cocinado más caótico de la edición: «No puedo más»

María Robert

12/04/2023
Actualizado a las 02:29h.

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Un plato nipón incomible le ha costado a Tuki la expulsión en la sexta entrega de 'Masterchef'. El madrileño ya estuvo en la cuerda floja en el programa anterior, salvándose por los pelos gracias a que Larraiz perdió la concentración al enterarse de que estaba embarazada .  

Pero esta vez no tuvo tanta suerte, así que el aspirante que reivindicó la importancia de romper los moldes se convirtió este martes 11 de abril en el octavo eliminado de la undécima edición del 'talent' en una gala donde todos los ojos estaban puestos en la prueba de exteriores. Y es que era la primera después de la grave polémica de la intoxicación masiva de comensales en el Oceanogràfic de Valencia.

En esta nueva entrega, 'Masterchef' desembarcó en uno de los pueblos blancos de Cádiz, Vejer de la Frontera, donde jueces y aspirantes dieron a conocer a la audiencia la Fundación Montenmedio Contemporánea, el museo de arte contemporáneo al aire libre más importante al sur de Europa. Los equipos cocinaron tapas diseñadas por el chef Paco Doncel y debían servirlas a 80 personalidades del mundo del arte contemporáneo y hosteleros de la zona.

Sin embargo, la exigencia de la prueba la ha convertido en una auténtica odisea. Especialmente para Ana . La sevillana ha celebrado su 30 años de la peor manera posible: con un ataque de nervios y sumamente agobiada por afrontar la capitanía del equipo rojo.

Quiso el azar que la camarera tuviese que dirigir a Jeremy, Pilu, Merce, Alex, Jorge Juan, Eneko, Tuki y Fray Marcos . La tarea empezó organizada, hasta que el primer problema surgió al darse cuenta de que les faltaba el cazón, uno de los ingredientes principales. A modo de regalo de cumpleaños, los jueces se presentaron con un 'bichaco' entero que tendrían que limpiar.

La autoconfianza de Ana se fue derrumbando progresivamente, y todavía fue a peor cuando los chefs obligaron a las capitanas a mandar al banquillo a dos miembros del equipo. El maquiavélico experimento se repitió más veces, obligándolas a ambas a trabajar con cuatro aspirantes menos en cada cocina. Demasiada presión para la cumpleañera, que se vio tentada a tirar la toalla al ver que no podría encaminar bien las elaboraciones.

«Las lágrimas son de frustración, porque me hubiese gustado hacer las cosas bien en mi primera capitanía y no siempre salen las cosas como una quiere. Soy una persona muy perfeccionista, me gusta hacer las cosas bien y ha habido muchos impedimentos. No puedo más», explicaba en un total a cámara tras sufrir una ataque de nervios.

«Eres un hornillo», le comentaba un Jordi Cruz que ha sacado su lado más comprensivo. Mientras ella gritaba una y otra vez que no podía más el jurado le daba ánimos e incluso le ofrecía una mano para sacar adelante los platos. «Yo estoy contigo, no te preocupes que yo te ayudo a sacar adelante la capitanía», le aseguraba, acto seguido poniendo orden en el caos reinante en el equipo.

Sacando fuerzas de flaqueza, Ana intentó remontar repitiéndose a sí misma que «aquí no se rinde nadie». Pese al cambio del chip el cocinado estaba lo suficientemente desbordado como para no poder realizar un buen trabajo, y así se lo hizo saber Jordi durante la valoración, donde nuevamente la sevillana se vino abajo. «Me he sentido bastante desbordada. He intentado llegar a todo y he llegado a lo que he podido», reconoció, pero aclarando que está «orgullosa» de sí misma y a la vez deseosa de tener una nueva oportunidad «para sacar todo lo que lleva dentro».

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