Larry King escribió su testamento a mano antes de la trágica muerte de dos de sus hijos

La estrella de la CNN, un genio de la entrevista, falleció el pasado 23 de enero a causa del coronavirus

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Larry King, el genio de la entrevista en Estados Unidos, falleció el pasado 23 de enero después de haber sido hospitalizado por coronavirus. Sin embargo, su testamento lo escribió a mano la estrella de la CNN, el 17 de octubre de 2019. «Esta es mi última voluntad y testamento. Debería reemplazar todos los escritos anteriores», matizó, tal y como ha recogido el portal 'TMZ'.

En el escrito, el mítico presentador dispuso que, en caso de su muerte, quería que todos de sus fondos se «dividieran en partes iguales» entre sus hijos, Andy, Chaia, Larry Jr. Chance y Cannon. Pero los dos mayores, Andy y Chaia, fallecieron con un mes de diferencia en 2020. Él, por un ataque cardíaco en julio, y ella, en agosto, después de haber sido diagnosticada con cáncer de pulmón.

Ninguna de estas muertes estaban previstas en la última voluntad de Larry King, cuyo legado se estima en aproximadamente dos millones de dólares, sin incluir ningún dinero que pudiera haber puesto en fideicomisos. Ahora, otros de sus hijos, Larry Jr. Chance, ha solicitado convertirse en el administrador del patrimonio del presentador, alegando que este se encontraba en medio de un proceso de divorcio en el momento de su muerte.

Tal y como escribió en este diario Javier Ansorena , Larry King nunca se consideró un periodista. Sus entrevistas no buscaban extirpar información del invitado, aunque en ocasiones fueran muy noticiosas –como cuando Ross Perot anunció en directo, en 1992, su candidatura a la presidencia de EE.UU.–. Fueron más una conversación constante, cada noche, en la que King solo provocaba que sus entrevistados hablaran.

Lo consiguió con Frank Sinatra, que huía de los entrevistadores. O con Marlon Brando, todavía más huidizo, y con quien acabó cantando a dúo y con un beso en los morros que se convirtió en viral cuando lo viral no existía.

Le criticaban que no era incisivo . Que no arrinconaba a los entrevistados -en especial, a los poderosos- con preguntas incómodas. Siempre presumió de no prepararse las entrevistas y seguir sus instintos. Dejar que el invitado hable, que no se defienda, para presentarlo al espectador. Eso le conectó con el público y le dio éxito. Primero, durante muchos años en la radio, en un programa de entrevistas de difusión nacional. Después, desde 1985, en CNN, donde Ted Turner le fichó en los comienzos de la cadena de noticias. Pronto su programa diario se convirtió en el más visto del canal. Era una puerta abierta cada noche, durante una hora, a la gente más interesante del momento. Desde presidentes a buscavidas.

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