Eurovisión 1969: El último triunfo español que acabó en un empate histórico

Cuatro mujeres se repartieron el primer premio, una circunstancia no prevista por la organización

Salomé, interpreta «Vivo cantando»con Los Valldemosa en el escenario del Teatro Real, sede de Eurovisión 1969 ABC
Nieves Mira

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España ha grabado su nombre en las páginas de historia de Eurovisión en dos ocasiones gracias a dos propuestas que poco o nada se parecían entre sí, pero que lograron alcanzar la victoria en el festival. Lo hizo primero Massiel en 1968 con el «La la la» y Salomé reeditó el hito un año después en una noche épica. España, sede de Eurovisión en 1969, acogió la única edición que, hasta ahora, ha culminado con un empate. El final de la historia es bien conocido: Salomé, al ritmo de ‘ Vivo Cantando’ (una canción de María José de Cerattó y Aniano Alcalde) revalidó el triunfo español. Una victoria, la del 69, que será recordada por el cuádruple empate a 18 puntos en lo más alto de la tabla: Francia (Frida Boccara), Países Bajos (Lenny Kuhr) y Reino Unido (Lulu), además de la barcelonesa, se repartieron el triunfo en una circunstancia no prevista por las reglas.

«Dieciséis países cantando un mensaje», titulaba ABC en su portada

Cartel del festival de Eurovisión de 1969, diseñado por Salvador Dalí

el día siguiente del festival. En ella destacaba que «toda Europa y Chile siguió el emocionante desarrollo del festival en imagen y sonido». Que guiñara un ojo a Augusto Algueró para que dirigiera ese día bien, que derrochase simpatía y juventud, que no pensara que se jugaba la vida y… que no se diera un «berrinche» si no ganaba, le había aconsejado a la catalana la ganadora de la edición anterior, Massiel. Y su decálogo funcionó, aunque no le hizo falta su último consejo. La representante española cantó más segura que nunca, al igual que sus otros quince competidores, en un escenario de lujo. Para la ocasión, Salvador Dalí diseñó una estrella de 5 metros y 350 kilos que llenó los 27 metros cúbicos de madera de pino encargados para construir el escenario, con fue decorado con 15.000 claveles repartidos por todas partes. Con semejante escena, el traje de Salomé, diseñado por Pertegaz, deslumbró. Además del movimiento de la artista, el vestido estaba diseñado para moverse al compás de la música. Compuesto por más de cinco mil piezas diminutas de porcelana, el «engranaje» pesaba 14 kilos, «más que un matrimonio a disgusto», bromeaba ella más tarde.

El festival de Eurovisión de 1969 supuso un reto para España. Debía retransmitirse en color, ya que había países europeos en los que ya se estaba implantando esta tecnología. Televisión Española aún no contaba con los medios necesarios y se vio obligada a alquilar los equipos a otras televisiones europeas. María Casado cifra en «Historias de la tele» en cien millones de pesetas el gasto , que se veía por el régimen como una inversión de futuro rentable, «un lavado de imagen frente al mundo en pleno franquismo».

La historiadora Reyes del Amor , seguidora del certamen, sitúa esta edición del festival dentro de la época dorada de España en Eurovisión: «Del 66 al al 73 es cuando conseguimos los mejores puestos, con Raphael, Massiel, Salomé, Julio Iglesias, Karina… eran de lo mejor, y TVE tenía muchas ganas de ganar cosas a finales de los años sesenta. España se estaba despertando a nivel técnico, y apostaba fuerte». En el mismo sentido, Adrian Vogel, autor de «Bikinis, fútbol y Rock & Roll», habla de una época «en la que España exportaba éxitos, y no solo a los países de habla hispana. Es la edad de oro del pop español, con éxitos en Alemania, en Francia y en Holanda, que va del 66 al 76».

A España acudieron unos 700 periodistas extranjeros , que pasaron unos días a gastos pagados por todo el país, costa incluida. Manuel Fraga, ministro entonces de Información y Turismo, aconsejó a Franco, incluso, levantar el estado de excepción en el que se encontraban los españoles debido a las revueltas estudiantiles para dar una imagen «normalizada» al mundo . No se escatimó en gastos y, en este contexto, Eurovisión rompió todas las expectativas: el Teatro Real se quedó pequeño para la ocasión (entre grúas televisivas y la banda) y apenas cupieron unos 500 espectadores (entre ellos, Carmen Polo desde el palco). «La audiencia potencial era entonces de 500 millones de espectadores. Salvador Dalí, incluso, diseñó toda la publicidad relacionada con el festival. Se apostó a lo grande y en diferentes ámbitos para mostrar que España sabía hacer las cosas bien», señala a ABC José García , codirector de la web especializada Eurovision-spain.com.

La encargada de presentar el festival fue Laura Valenzuela , «una de las mejores presentadoras de toda la historia de Eurovisión», apunta Reyes del Amor. «Si no llegamos a tener a esa presentadora, hubiera sido un desastre», añade. Bajo su punto de vista, fue un festival «bastante regular» desde el punto de vista musical: «La que tenía que haber ganado era la de Francia». Para Adrian Vogel, «el ‘La la la’ estaba más acorde con los tiempos, con el nuevo pop que se estaba haciendo, pero el ‘Vivo cantando’ era una canción más festivalera en el sentido tradicional, con un estribillo pegajoso, y donde lo que destacaba sobre todo era ella, que tenía ya entonces una gran experiencia». Para José García, lo que se premiaba en aquella época, sobre todo, era la interpretación en directo: «Eran artistas con un directo que se calaba en la retina. La nota común a las cuatro canciones triunfadoras es que tenían bastante calidad musical dentro de su estilo con una personalidad propia, y en directo eran artistas que hacían mucho más grande su propuesta».

El inédito empate hizo peligrar el festival en años posteriores. En 1970, tanto Portugal como el resto de países nórdicos se retiraron y participaron tan solo once. «Entonces se pensó que podía morir, pero un año después se cambió el sistema de votación», dice Reyes del Amor. Además de resolver en directo la situación inédita del empate, la organización del festival tuvo que afrontar el conflicto de la sede, ya que tradicionalmente, el país que gana Eurovisión se encarga de organizarlo al año siguiente. Pero España se presentaba incapaz de acoger dos ediciones consecutivas del certamen: se había quedado casi sin recursos y había cumplido su objetivo con la edición de 1969. Por ello, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) decretó que la organizaría Países Bajos, que acababa de conseguir su tercera victoria. «El festival de 1970 fue gris, oscuro, con una presentadora que estuvo toda la gala sentada», añade la historiadora, para contraponerlo al «colorido» certamen madrileño.

El festival de 1969 supuso para España una oportunidad única para reivindicarse en Europa, a pesar de los contratiempos a los que tuvo que hacer frente, como un empate a cuatro que nadie podía prever. Cincuenta años han pasado ya desde el último triunfo español en Eurovisión.

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