Las verdades y mentiras históricas que ocultan grandes series

Desde los mafiosos de «Boardwalk Empire» a la radiación de «Chernobyl». Detrás de prestigiosas y cuidadas series inspiradas en hechos reales, a veces hay más imaginación de la que parece

Imagen de la serie «Chernobyl»

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Todo es posible en la ficción, donde los coches vuelan y los extraterrestres dicen «mi casa». Donde un alien puede nacer de la tripa de John Hurt y un condensador de fluzo permite viajar al pasado . Más allá de las licencias obvias y de la imaginación de los creadores, en algunas ocasiones las producciones audiovisuales descuidan o distorsionan la realidad, siempre en detrimento del espectáculo.

Sobran los errores históricos en el cine, pero también las series que se aprovechan de ciertos contextos para retorcerlos a su antojo. Como si la realidad no diera para tanto. No hay que alejarse mucho en el tiempo para ver ciertos deslices en series actuales.

Boardwalk Empire

—En las décadas de 1920 y 1930, Enoch L. Johnson controló la vida política y los negocios —legales e ilegales— de Atlantic City, una hazaña que le valió la entrada en libros de historia como «Boardwalk Empire: The Birth, High Times and Corruption of Atlantic City», de Nelson Johnson. Precisamente dicha obra es la inspiración de esta producción, en la que Steve Buscemi da vida a la réplica catódica del mafioso. Todo lo que tiene que ver con el protagonista de «Boardwalk Empire» bebe de sus hazañas , pero también de las de otros, configurando una argamasa de diferentes capos que operaron en Atlantic City.

Ficha completa

Boardwalk Empire

Boardwalk Empire

—Si bien es cierto que Al Capone trabajó para Torrio en Chicago y también que tenía una cicatriz en la mejilla, no lo es tanto la sordera de su hijo, que no nació con la incapacidad de oír sino que perdió el sentido a los seis años por una infección. Además, su sordera era parcial, tan solo de un oído.

—Personajes reales como Arnold Rothstein, Remus, Lucky Luciano, Meyer Lansky e incluso Joe Masseria aparecen en la ficción como los famosos contrabandistas que fueran en esa época. De igual modo, lo hace el fiscal corrupto Harry Daugherty (Christopher McDonald), que también existió, todo lo contrario que el capo italiano Gyp Rosetti (Bobby Cannavale) o Jimmy Darmody (Michael Pitt).

Freud

—Quizás para alimentar el misterio de la trama, la serie original austriaca de Netflix se empeña en presentar a Sigmund Freud con un notorio interés por los piscópatas, cuando en realidad le horrorizaba todo lo que tuviera que ver con delitos de sangre . El padre del piscoanálisis, en cambio, sí estaba obsesionado con todo lo relacionado con la infancia.

—Si bien es cierto que «Freud« acierta en presentar al famoso neurólogo judío como un asiduo consumidor de cocaína, conviene matizar que esta sustancia no era algo excepcional en a época. De hecho, era bastante frecuente encontrar este estimulante en múltiples bebidas que consumían, por ejemplo, desde el Papa hasta Thomas Edison.

—El heredero del imperio austriaco, el archiduque Rodolfo, es presentado como un personaje demente , cuando si bien es cierto que era bastante excéntrico, no se ha provado nunca que estuviera realmente loco. De hecho, todavía hoy existen especulaciones sobre si fue asesinado o se suicidó. Por otro lado, es absurdo pensar que estuviera de parte de los húngaros, como insinúa la ficción.

—El emperador austriaco Francisco José I es presentado en la ficción como un hombre mayor, incluso decrépito, cuando la realidad es que, en 1880 que es la época en la que se ambienta la serie, debería tener 50 años. La elección del casting en este sentido resulta fallida, ya que conviene saber que el emperador de Austria vivió hasta los 86 años e incluso fue testigo de la Primera Guerra Mundial .

Chernobyl

A excepción de la física Ulanca Khomyuk , interpretada por la actriz Emily Watson, todos los personajes que aparecen en la serie existieron en la realidad, aunque casi ninguno de ellos pudo sobrevivir. Precisamente este personaje en una de las escenas habla de una segunda explosión que podría tener «una fuerza de entre dos y cuatro megatones , lo que acabaría con la población completa de Kiev y una porción de Minsk, impactando a toda la Ucrania soviética, Letonia, Lituania, Bielorrusia, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y gran parte de Alemania Oriental». Sin embargo, además de la improbabilidad de una segunda explosión, de haberla nunca podría ser de cuatro megatones de fuerza, tal y como afirman en el portal «Fuera de Series».

—En su ambición por aproximarse al máximo a la verdad, «Chernobyl» recrea la labor de los helicópteros para intentar mitigar el desastre nuclear, arrojando cargas de boro, plomo y arena sobre el reactor mientras explusaba radiación. Sin embargo, muestra cómo uno de los aparatos se estrella durante la intervención, ante la mirada de los protagonistas, algo que, a pesar de suceder, no lo hizo justo después de la catástrofe sino meses después.

—El reactor de «Chernobyl» no es, evidentemente, el real, pero sí un gemelo, el de la planta de energía nuclear de Ignalina, situada en Lituania, en un intento por aproximarse al máximo a la verdad, igual que la sala de control de la Unidad 4, que se crea con fidelidad , incluidas las batas blancas y gorras de los operadores.

—Tal y como se muestra en la serie de HBO, los bomberos, sin la protección adecuada, sufrieron las consecuencias de la radiación ya que no fueron prevenidos de la magnitud del desastre nuclear. Se les trasladó al hospital y, como recrea «Chernobyl», algunas escenas, como la de la partida de cartas entre ellos o el tratamiento de las quemaduras con leche, sucedieron en la realidad.

—También existieron esos voluntarios que aparecen en el segundo capítulo de la ficción con equipos de buceo . Fueron Alexei Ananenko, Valeri Bezpalov y Boris Baranov. Dos de ellos siguen todavía con vida, mientras que el otro murió en 2005. Del mismo modo existieron los mineros que cavaron un túnel, a elevadas temperaturas, debajo del reactor de fusión para evitar que el uranio penetrara en el Mar Negro propagando la contaminación a Europa. El problema fue que todo su esfuerzo fue en vano, ya que al final el combustible se enfrió por sí solo.

—En una de las escenas de «Chernobyl» se puede ver cómo una familia abandona a su perro tras ser evacuados de Pripyat en clara referencia a las labores de los controladores de plagas, que dispararon a los animales de la zona por temor a que se extendiese la contaminación. El puente ferroviario de Pripyat desde el que habitantes de la ciudad asisten al incendio en la central nuclear existió en realidad, así como esa escena en la que unos niños juegan con el polvo radiactivo como si fuera nieve.

«The Spanish Princess»

—Aunque replica algunos de los sucesos que marcaron esa época, es también palpable la visión chovinista con la que encara ciertos eventos, con errores de bulto como la inexplicable ausencia de Fernando II de Aragón en el argumento o representar a Isabel la Católica (interpretada por la española Alicia Borrachero) con armadura gótica y espada en mano contra el Rey de Granada y los infieles. Resulta paradójico cuando hubiese sido más simple invertir sus roles, ya que sin presentar batalla, Fernando sí se enfundó en una armadura. Para guardarse las espaldas, eso sí, justifica su falta de rigor advirtiendo al final de cada capítulo que «algunos eventos históricos y personajes han sido alterados en la serie para un propósito dramático».

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The Spanish Princess

The Spanish Princess

—Esta serie retrata a Catalina de Aragón como una persona manipuladora y dispuesta a mentir para conseguir lo que quiere, planteando que ulitiza sus ardides para quedarse en Inglaterra y desposarse con Enrique VIII, asegurando que se mantuvo virgen pese a desposarse con el príncipe Arturo. Una imagen alejada de la mujer culta e inteligente que fue la última hija de los Reyes Católicos, que contrasta con su lema –«Humble et loyale» (humilde y leal)– y con las palabras, entre otros, de William Shalespeare, para quien era «la Reina de todas las reinas y modelo de majestad femenina». Pese a ser repudiada por el Rey Tudor, Catalina siempre fue respetada y querida por el pueblo inglés, que todavía lleva granadas a su tumba.

—La fidelidad histórica brilla por su ausencia cuando se incluye a un escolta musulmán de Isabel I de Castilla que reza a Alá. Se trata de un error pensar que la comitiva real habría acogido entre sus filas a un musulmán, cuando lo coherente hubiera sido que se convirtiera al catolicismo.

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