Las series que han marcado nuestro 2019 y que, quizá, ni siquiera conoces

Redacción ABC Play

31/12/2020
Actualizado a las 14:19h.

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La elección de Lucía M. Cabanelas: «The Crown» y «Sex Education»:

— The Crown

Siempre elegante, la tercera temporada de «The Crown» no defrauda. Pese al choque inicial del cambio de actores –solventado de forma magistral con una sutil transición en la renovación de la imagen de las libras– enseguida uno olvida que Isabel II no fue siempre Olivia Colman y el Duque de Edimburgo, Tobías Menzies . Aunque ese mérito es casi exclusivo del reparto que, pese a la estridente colisión que supone ver a Helena Bonham Carter en un papel que antes interpretó Vanessa Kirby, se permite hasta el descubrimiento de nuevos talentos, como Josh O'Connor en la piel del Príncipe Carlos.

Prudente a la hora de rellenar lagunas, brillan especialmente esos ingeniosos diálogos que construye Peter Morgan cuando la reina y su familia cierran las puertas del Palacio de Buckingham. La historia, dijo Morgan, consiste en unir puntos, y eso él lo hace de maravilla cuando destaca los eventos oportunos para tender un puente entre la realidad histórica y la evolución de esos personajes que a veces parecen distantes y casi siempre de otro mundo.

— Sex Education:

Además del aliciente de ver a Gillian Anderson sin su sobrio atuendo de «Expediente X» ni el cambiante disfraz de la diosa moderna que interpretó –y abandonó– en «American Gods» , esta serie original de Netflix ha sido una de las grandes aplaudidas por su pretendida ligereza y su naíf sentido del humor.

La relación entre Anderson, terapeuta sexual, y su hijo Asa Butterfield, con problemas sexuales, dinamizan la ficción y establecen un simpático golpe de efecto para contraponer generaciones y tramas.

Más blanca que «The end of the f***ing world» pero igualmente recomendable, es otro de los ejemplos del talento británico en la creación de ficciones que, sin embargo, terminan sepultadas bajo el ruido mediático y el exceso de unos catálogos siempre en constante producción.

La elección de Lorena López: «Euphoria» y «Hierro»:

— «Euphoria» :

La nueva «niña mimada» de HBO (que ha sido injustamente ignorada por los Emmy y los Globos de Oro) no es para todos los públicos, por mucho que algunos críticos pretenda que así lo sea. Muestra de ella es que la propia Zendaya , protagonista de la ficción, lanzara un mensaje de advertencia para sus seguidores de su época como chica Disney : «Es un crudo y honesto retrato de la adicción, la ansiedad y las dificultades de la vida en la actualidad. Hay escenas que son gráficas, difíciles de observar».

Y así es. «Euphoria» es un retrato crudo y doloroso de una de las peores enfermedades que puede padecer el ser humano, una que arrebata tu propia salud y la de aquellos que te rodean. Pero también es un espacio en el que Sam Levinson revela sus secretos mejor guardados (como exadicto) y planta al espectador la cruda realidad de la adolescencia que se esconde tras filtros de Instagram.

— «Hierro» :

Su estreno pasó sin pena ni gloria por mi calendario de «series pendientes». El pretexto del traslado de una jueza complicada a un lugar que nunca pasada nada y de repente pasa algo no se me hacía tan atractivo como realmente es. Pero la insistencia de Candela Peña , que apareció en un sinfín de medios de comunicación, y los halagos de algún que otro tuitero feroz propiciaron que le diera una oportunidad al (para mí) thriller más emocionante de la temporada. Cuartadas, lazos de sangre que lo complican todo, un isla que habla más que cualquier personaje y el asesinato de un joven justo la noche antes de su boda son ingredientes más que suficientes para «forzarte» a ver estos ocho capítulos de una sentada.

— «Watchmen»:

Nueve capítulos con un guion compacto para que el bueno de Damon Lindelof («Lost», «Tomorrowland») no se desvíe hacia sus desbarres habituales. La adaptación del popular cómic es lo suficientemente arriesgada para que Lindelof se arriesgue a jugar –durante los dos primeros capítulos es casi imposible entender nada de lo que está pasando– y para que, al mismo tiempo, el cierre deje la sensación de círculo perfecto. Aunque en la segunda tanda de capítulos que ya están rodando –fácil adivinar quién hereda el cargo de Dr. Manhattan– el perpetrador de la sexta temporada de «Perdidos» pueda tirar por la borda esta revisión coloreada del clásico de Alan Moore , merecerá la pena solo por ver cómo evoluciona el mejor personaje de una serie de 2019: Jeremy Irons como Adrian Veidt.

— «Years and Years»:

Poco tiene de desconocida esta obra maestra de HBO , pero en estos tiempos de sobreproducción de las plataformas, un pestañeo te hace perderte la serie del año (de esa semana, ¿recuerdan Chernobyl?). Así que sirvan estas escasas líneas para poner en valor una miniserie tan rotunda como despiadada, capaz de aventurar un futuro próximo oscurísimo y, al tiempo, hacerte confiar en que todo saldrá bien. Y si el personaje de Jeremy Irons en Watchmen es perfecto, el de Emma Thompson como esa populista sádica y descarnada llamada Vivienne Rook lo es también, si no fuera porque parece sacado de las páginas de Política de cualquier periódico.

La elección de Helena Cortés: «Watchmen» y «El vecino»:

— «Watchmen» :

Aunque «The Crown» es digna de encabezar la lista de lo mejor del año y la década, la apuesta aquí es una de superhéroes que sorprende por su riesgo y acierto: «Watchmen». La adaptación que hace Damon Lindeof («Perdidos», «The Leftovers») de los superhéroes más adultos de DC es casi todo menos una historia fantástica. Aunque al principio desconcierta, merece la pena seguir esta historia que habla del amor, los orígenes, la amistad... Con un Jeremy Irons en estado de gracia, merece la pena dejarse encandilar por su arriesgada narrativa.

— «El vecino» :

Rozando el 2020, llega todo un descubrimiento: «El vecino» , la adaptación televisiva del popular cómic de Santiago García y Pepo Pérez escrita por Raúl Navarro y Miguel Esteban (nominados al Emmy por «El fin de la comedia»). Esta loca comedia de Netflix, protagonizada por Quim Gutiérrez -que borda a estos personajes torpes, jetas y encantadores-, cuenta la historia de un joven treinteañero que, además de lidiar con un trabajo precario, un negocio desastroso y una novia (Clara Lago) con la que no acaba de entenderse, tiene que aprender a usar los poderes que le cedió un misterioso extraterrestre. Aunque para él eso de «hacer el bien» es lo de menos, tiene a su lado a su vecino José Ramón (Adrián Pino), que se lo recuerda constantemente. Lo mejor de todo es que no hay un supervillano, sino que se enfrentan a problemas más terrenales: la precariedad, las redes sociales, el egoísmo y las casas de apuestas, entre otros.

La elección de Helena de la Casa: «The Crown» y «Pequeñas coincidencias»:

— «The Crown»:

«The Crown» lo ha vuelto a conseguir. La tercera temporada ha hecho que sea una de las series más cautivadoras del año. De hecho, una de las incógnitas era cómo se iba a resolver el cambio de actores, un deseo de su creador Peter Morgan, para que no fuera brusco para el espectador. Y la respuesta la dio la ficción de Netflix en un plano lleno de significado, en el que se enfrentan un retrato en el que aparece la imagen de Claire Foy, la «antigua» Reina, al de Olivia Colman, quien observa como ha quedado su nuevo perfil para los sellos. Un antes y el después de una «mujer joven a una firme soberana» , como apunta su equipo de Gobierno, en el que queda totalmente explicada la decisión de Morgan. 

Con la fotografía, la escenografía y la banda sonora establecen en menos de un minuto el preludio de delicadeza con el que se va a tratar esa transición. La Reina ya no es inexperta, se ha convertido en un referente, y la galardonada Colman reproduce con más crudeza  y con menos contención que Foy, el carácter serio de la monarca. Casi sin signos de expresión y hasta reconociendo su pesar por ello, ha hecho un perfil de ella exquisito. Con especial mención, a la escena en la que en soledad y con la intención de sentir la desgracia de la muerte de 116 niños en un accidente de las minas de Aberfan, escucha la canción de lamento del pueblo minero. El mundo parece detenerse ante esa escena en el que la fotografía vuelve ser cautivadora y en el que poco a poco una lágrima asoma por su ojo. En silencio y solamente ella, ante ella misma, sin necesidad de más aclaraciones, queda reflejada su personalidad.

La ficción regala así pequeños fragmentos emocionantes que van revelando lo que se esconde detrás de cada personaje, pero siempre teniendo en cuenta la línea roja que defiende la Corona: cuánto menos se sepa de ellos, más endiosados los tendrán la población civil. Un «leitmotiv» que aparece durante estos diez capítulos y que hasta la serie respeta. Con una producción y fotografía que podrían pasar por cualquier película de Hollywood, «The Crown» explica a través de una estudiada narración cómo una de las monarquías más antiguas de Europa ha conseguido ser tan admirada.  Eso sí, para evitar ser tachada de propagandística, la serie ha sabido señalar las luces y las sombras de otros miembros de la Casa Real, sin quedarse solo en la figura de la Reina Isabel y Felipe de Edimburgo como había pasado en las anteriores temporadas.

El Príncipe Carlos de Gales ya es independiente y tiene sus propias inquietudes y aparece un personaje sorprendente, la Princesa Alicia de Grecia y Dinamarca, que otorga un aire más humilde y hace reflexionar sobre los trastornos psicológicos. La ficción se adentra cada vez más en la actualidad y sabe cómo jugar con los espectadores para que cada temporada, sea devorada en pocos días, a pesar de que su duración sea casi de una hora.

— «Pequeñas coincidencias»:

«Pequeñas coincidencias», la primera producción original española de Amazon Prime Video estrenada en diciembre de 2018 y en Antena 3 este septiembre, ha sido un descubrimiento. Basándose en el factor destino, que aunque ha sido muy trillado en las comedias románticas, Javier Veiga ha sabido valerse de él para innovar y crear una ficción ágil y llena de gags que pocos se podrán resistir.

Ocho capítulos en los que Veiga, además de ser el guionista, también es el protagonista junto a su mujer en la vida real, Marta Hazas -la química estaba así asegurada . Ambos abordan sus aventuras y desventuras amorosas para conocer a sus medias naranjas. Una carrera a contrarreloj porque el instinto biológico se ha instalado en sus vidas y no hay forma de ignorarlo. Un argumento que puede parecer de cualquier película de sábado por la tarde pero que narra de un modo muy peculiar la maternidad y paternidad. De hecho, es en este aspecto en el que se diferencia del resto de ficciones y que hace que lo cómico supere a lo romántico.  Además, la naturalidad de los personajes y el escenario en el que se desarrolla casi toda la serie, en Madrid Río, crea un ambiente de cercanía con el espectador que pocas series logran conseguir. Sin perder de vista su género y que no tiene más pretensiones que la de entretener, «Pequeñas coincidencias» consigue recabar suficientes detalles y una buena fotografía para aportar su grano de arena distintivo y sorprendente al panorama de la ficción española

La elección de Silvia Montero: «Euphoria» y «Atípico»:

— «Euphoria»:

Ignorada por los Emmy y por los Globos de Oro, Euphoria parece no haber enamorado a los críticos. Quizás sea porque se trata de una serie transgresora e innovadora que refleja una adolescencia que asusta y remueve conciencias que se plantean qué está pasando realmente si el futuro queda en menos de una generación como la de sus protagonistas.

Ver Euphoria no es fácil porque recrea la vida de un grupo de adolescentes que carga con una mochila pesada de drogadicción, abusos y pérdidas que se convierten en taras con las que es difícil no solo convivir, sino existir. Para muchos una exageración que no muestra la realidad; para otros es una llamada de atención para despistados que no quieren ver cómo es la vida de los más jóvenes y los problemas a los que se enfrentan sea cual sea su origen.

Para mostrar este mundo difícil, complicado, agresivo y a veces irrespirable de cada uno de los personajes se utiliza una atmósfera desasosegante creada por una fotografía y música con estética de vídeoclip. Todo está pensado al milímetro para enganchar al espectador que cae en ese espiral de desesperanza en la que cada minuto parece un reto insalvable al tiempo que se permite abrir la puerta a la esperanza. Y es que una de sus grandes aciertos de esta ficción de HBO es mezclar sabiamente el lado más oscuro de la juventud con el más halagüeño de una sociedad tolerante en la que un personaje transgénero es aceptado con total normalidad por casi todos. Una de sus grandes virtudes es que deja atrás prejuicios para plantear el gran enigma sin respuesta. ¿Será esa generación abierta, ingenua y solidaria capaz de superar todos los obstáculos que se presentan en un mundo inhóspito?

— «Atípico»:

No es la serie estrella de Netflix, pero debería, porque tiene una gran virtud, mostrar la realidad desde otro punto de vista que nunca nos habríamos planteado algunos a priori: el de un adolescente autista en el instituto, con lo que eso conlleva. Constantes altibajos, dudas, miedos y alegrías. Si la adolescencia es una época de efervescencia complicada para todos, es aun más para alguien que tiene dificultades para entender el mundo tal y como lo hace la mayoría.

No es fácil ser el raro de un instituto típico, y menos si no alcanzas a comprender por qué las cosas son como son y no siempre se ajustan a unas reglas. Este es el día a día de Sam, el protagonista, que en el fondo es un gran afortunado porque cuenta con una red de seguridad formada por su familia, amigos y terapeuta. Todos ellos le acompañan en sus pequeños y grandes dramas con mucho amor en esta serie en la que cada habitante de este microcosmos está creado e interpretado con infinita ternura y humor. No hay personaje pequeño o desdibujado en Atípico, cada uno tiene un motivo para existir con sus propias tramas que abordan temas como la homosexualidad, abandono paternal o infidelidades.

Es muy difícil no caer rendido ante Sam y su amor incondicional por los pingüinos, sus rutinas y pautas que le ayudan a seguir adelante en una vida repleta señales confusas. O de Casey, la hermana protectora que le defiende contra viento y marea de un ambiente hostil. O de Paige, la novia obsesiva y ambiciosa que es capaz de adorar la honestidad que conlleva el autismo de su pareja. Ser autista es duro, muy duro, porque hay que enfrentarse sobre todo a la incomprensión, pero esta serie tiene la sabiduría de mostrarlo con optimismo viendo el vaso medio lleno a pesar de las adversidades. Atípico es una pequeña joya muy recomendable que nos muestra que siempre es posible reírse aunque tengamos el viento en contra.

La elección de Inma Zamora: «Juego de Tronos» y «Workin Moms»

— «Juego de Tronos»:

El final de «Juego de Tronos» merece estar en la lista de peores finales de serie junto a los de «Dexter» y «Lost» . Pero no dejemos que la realidad estropee un buen titular, ni que ocho capítulos enturbien la que ha sido una de las mejores series de la década. Quien escribe comenzó a seguir «Juego de Tronos» de manera casi obligada y terminó visionando el último capítulo a deshoras como buena fan de la Casa Stark, porque, con «Game of Thrones», no hubo «binge watching» (¡Aleluya!) pero sí teorías conspiranoicas, apuestas por ver quién ocupaba el Trono e incluso maratones para ver de nuevo la serie completa y llegar fresco a los últimos capítulos (yo confieso). Eso, perdonen que les diga, solo lo consigue una serie que es elevada (justa o injustamente, el debate queda abierto) a la categoría de fenómeno de masas. Y de esas, ya quedan pocas.

De final errático pero comienzo brillante, «Juego de Tronos» pasará a la historia en los primeros puestos de mejores ficciones junto a otras grandes como «Breaking Bad», «Los Soprano» o «The Leftovers» . ¿Lo merece? Puede que no, pero tampoco lo merece «Lost» y algunos seguimos recordando sus mejores momentos. Está claro que «el Norte no olvida» y los fans, tampoco. En un año, 2019, con una cosecha de series inigualable («Years & Years», «Chernobyl», «The Crown»)... puede que parezca osado igualar el atropellado final de «Juego de Tronos» a las escenas protagonizadas por la grandísima Vivienne Rook, pero no perdamos de vista estos últimos años, la b atalla de los bastardos, la Boda Roja, la resurrección de Jon. Larga vida.

— «Workin Moms»:

Puede que mi condición de madre primeriza me lanzara de lleno a esta serie de Netflix que reúne todas las condiciones que debe tener un producto enfocado a padres con poco tiempo: duración, gracia y credibilidad. Aunque ya es cada vez más común encontrar historias sobre la maternidad real (la primera temporada de «Mira lo que has hecho» tiene también puntos a favor en este sentido), se agradecen tramas en las que se muestra sin tapujos el modo en que la mujer necesita en más de una ocasión gritar sin avergonzarse.

Ver «Workin Moms» es como reunirte con tus amigas ( las que son madres, porque con las otras ya no quedas), para tomar café y comentar sin pudor las consecuencias físicas del parto o esas inquietudes que, por momentos, te hacen sentir #malamadre, que diría la gran Laura Baena. «Working Moms» muestra los problemas de la conciliación, de esa ambición profesional que choca con el deseo de querer cuidar de tus hijos, pero también las fisuras inevitables en las relaciones de pareja, las diferencias de criterio, el volver a empezar, a intentar ser quien eras. La vida, en definitva. Y, solo por eso, ya merece la pena.

La elección de Álex Jiménez: «Vikingos» y «Mira lo que has hecho»:

— «Vikingos». Temporadas 5 (2ª parte) y 6 (1ª parte):

Este 2019 ha estado marcado sin duda por el final de «Juego de Tronos», una de las series más emblemáticas de la historia de la pequeña pantalla, aunque sería demasiado simple dejar a un lado a otras grandes series que también han tenido mucho que decir en este curso. Es el caso de «Vikingos» , una producción de un amplio valor histórico y cultural y que en este año ha conseguido terminar de resurgir después de aquella funesta tragedia que tuvo lugar al final de su cuarta temporada: la muerte de su gran protagonista, Ragnar Lodbrok. En ese sentido, pocas ficciones pueden presumir de haber logrado hacer lo que ha conseguido la de Michael Hirst: conseguir dar una continuidad lógica, incisiva y coherente a sus tramas tras la desaparición de su personaje principal.

Porque en «Vikingos» hay mucha vida después de Ragnar y si no, que se lo pregunten a sus hijos: Bjorn, Ubbe, Hvistserk y el sanguinario Ivar «Sin Huesos» , que con permiso de esas dos mujeres tan poderosas que son Lagertha y Torvi se han erigido como el sustento principal de una serie que ya está inmersa en su sexta y última temporada (que como las anteriores, constará de dos entregas, de diez episodios cada una).

En este 2019, además, los seguidores de «Vikingos» han podido conocer a personajes tan interesantes como el Obispo Heahmund (encarnado a las mil maravillas por el reconocido Jonathan Rhys-Meyers) y en última instancia, también al Príncipe Oleg de Novgorod (al que da vida Danila Kozlovsky), ese sádico dirigente ruso que ha llegado para terminar de dinamitar una serie que, ya se sabe, no tiene ningún reparo en acabar con sus personajes más queridos.

— «Mira lo que has hecho» (Temporada 2):

En un año en el que (de manera más que merecida) han saltado a la élite series que parecía que estarían en segunda línea, como «You», «Succession», «Muñeca rusa», «Fleabag» e incluso la brillante «Chernobyl», también el humorista Berto Romero se ha lucido con el retorno de « Mira lo que has hecho» , la genial serie creada por el propio cómico para Movistar+ –y que él mismo también protagoniza–. Los seis episodios de los que consta la segunda entrega de la tragicómica ficción ahondan más en la nueva vida de Berto y su mujer Sandra (interpretada por Eva Ugarte, nominada en dos años consecutivos a Mejor Actriz en los Premios Feroz) después de que en la primera naciera su primer hijo, Lucas. Ahora, la pareja espera gemelos al tiempo que afrontan la complicada infancia de su inquieto primogénito, con Berto muy ocupado por el trabajo y sin apenas tiempo para su familia.

La primera temporada ya anticipó en sus primeros capítulos que el humorista y su mujer se separarían a no mucho tardar, por lo que los espectadores asisten a cómo se va desarrollando la relación entre ambos a lo largo de la temporada , con los más y los menos propios de los vínculos de pareja y un fascinante giro en el último episodio. Y es que al igual que hacen otras comedias tan consagradas como «Cómo conocí a vuestra madre», «Mira lo que has hecho» también pone su foco en las desgracias personales de los protagonistas, en la crudeza de sus vidas y en cómo consiguen salir adelante. No en vano, la temporada se inicia con la muerte de Julio (encarnado por Mariano Venancio), el padre de Sandra y Rosa (a la que da vida Anna Gras-Carreño). Eso sí, siempre con un tono distendido, desenfadado y esperpéntico, que consigue arrancar una sonrisa al espectador incluso en los momentos más duros.

La elección de Federico Marín: «Chernobyl» y «Hierro»:

— «Chernobyl»

La creación de Craig Mazin para HBO y Sky recuerda el accidente de la central nuclear con una veracidad estremecedora. Como serie histórica, supera a dos superproducciones menos redondas: «Catalina la Grande» y «Hernán» . Todo funciona bien en la serie... salvo la central nuclear. La actuación de Jared Harris es sobresaliente.

— «Hierro»

Este drama de intriga de Movistar+ , que ya prepara la segunda temporada , ha sido una de las revelaciones del año sin ninguna duda. Candela Peña brilla con luz propia, aunque Darío Grandinetti también está inmenso , sin perder de vista a Mónica López. Otra de las grandes series de este 2019.

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