Orson Welles, el cineasta cuyas cenizas reposan en un pozo español

El también actor, de cuyo nacimiento han pasado 105 años, pidió que sus restos descansaran en la finca de su amigo Antonio Ordóñez

Orson Welles interpretó el papel de Harry Lime en «El tercer hombre» ABC

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Orson Welles ya dejó boquiabiertos a los más de tres mil asistentes que le vieron debutar con apenas tres años en la Ópera de Chicago, en una representación de la obra «Sansón y Dalila». Conociendo este dato, extraña menos que solo veintitrés años después, en 1938, convenciese a toda la isla de Nueva York de estar sufriendo una invasión extraterrestre .

«Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de último minuto procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se ha observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez... Continuaremos informando».

Antes de eso ya había descubierto una conexión que provocaría que pasara décadas viviendo y trabajando en España. Su vínculo nació en 1932, cuando residió en Sevilla durante apenas unos meses. Durante este tiempo quedó cautivado por el flamenco, los toros y la buena comida, algo que denominó como el «misticismo de Ernest Hemingway» ; y no dudó en volver para seguir disfrutando de ello. Tras huir de la Hacienda estadounidense y de Hollywood, se convirtió en un maestro para muchos actores y técnicos españoles que pudieron aprovechar su peculiar forma de trabajo, como la actriz de «Mister Arkadin» Amparo Rivelles .

«Un hombre no pertenece al lugar donde nace, sino a donde escoge morir». Estas palabras no se cumplieron ya que Orson Welles falleció en Los Ángeles, Estados Unidos, en 1985; pero el cineasta dejó indicaciones para que sus restos descansaran en España, concretamente a Ronda. Dos años después su hija Beatrice viajó a la finca malagueña de «El recreo de San Cayetano», del que fuera su gran amigo el diestro Antonio Ordóñez.

Una representación extraterrestre

Eran las ocho de la tarde de un 30 de octubre cuando el Estudio Uno de la Columbia Broadcasting en Nueva York se convirtió en el escenario donde Welles interpretó, acompañado de la compañía teatral Mercury que él mismo dirigía, la novela del escritor británico H.G. Wells «La guerra de los mundos» . A pesar de que la CBS (Columbia Broadcasting System) había presentado la adaptación como una radionovela, millones de radioyentes creyeron que las palabras del joven eran reales. Con esta representación, Welles dejó los 59 minutos más famosos de la historia radiofónica, unos que les valieron un contrato que cualquier artista querría ver.

Además de la propuesta de la CBS para desarrollar un programa semanal basado en la dramatización de obras literarias, el aclamado cineasta firmó un contrato para desarrollar tres películas con el estudio cinematográfico RKO. No existía ningún tipo de restricción ni condición. Sin embargo, de ese acuerdo, solo vio la luz una de ellas: «Ciudadano Kane» (1941). Mientras en Europa estallaba la Segunda Guerra Mundial, Welles escribía y dirigía —junto a Herman J. Mankiewicz— la historia de Charles Foster Kane, un magnate de una importante cadena de periódicos, de una red de emisoras, de dos sindicatos y de una inimaginable colección de obras de arte, que muere en Xanadú, su fabuloso castillo de estilo oriental. El mismo que dejó un enigma por resolver justo antes de su muerte. El texto estaba inspirado en la vida de William Randolph Hearst, un magnate de la prensa estadounidense y propietario de dos importantes periódicos, quien intentó prohibir la proyección y consiguió que la película tuviera problemas con la distribución.

«Ciudadano Kane» ha provocado que el nombre de Orson Welles continúe saliendo en cualquier debate o recopilación cinematográfica que se precie. Pero, pese a que es considerada como una de las mejores películas de la historia, en su día ni obtuvo un gran éxito ni cosechó un sinfín de galardones, como si lo han hecho otras películas que con el tiempo hemos olvidado. Hay quien asegura que la falta de premios estuvo más relacionada con la juventud y poca modestia de su director. Fuera como fuese, Welles sí que consiguió el Oscar a Mejor guion original en 1941 y contó en todo momento con el apoyo de la crítica.

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Orson Welles

Orson Welles

El cineasta continúo trabajando en el cine. El ritmo se antojaba vertiginoso. Además de su compañía teatral, estrenaba una película por año —«El cuarto mandamiento» (1942) y «Estambul» (1943)—. Pero su carrera en Hollywood parecía estancarse cuanto más rumores le señalaban como comunista. Sufrir estas acusaciones fue algo característico del período del macartismo, durante el cual numerosos personajes de la vida pública fueron señalados y declarados como enemigos de los Estados Unidos.

«Lo malo de la izquierda estadounidense es que traicionó para salvar sus piscinas. Y no hubo una derecha estadounidense en mi generación. No existían intelectualmente. Solo había izquierdas, y estas se traicionaron. Porque la izquierda no fue destruida por McCarthy; fue ella misma la que se destruyó dando paso a una nueva generación de nihilistas», escribió Welles sobre la compleja etapa. Para evitar mayores represalias, el cineasta se trasladó a Europa. Aquí trabajó como actor para financiar sus producciones y colaboró con industria cinematográficas como la italiana y la francesa para desarrollar proyectos comunes. En España, sacó adelante junto al productor Emiliano Piedra la que fue mayor producción española: «Campanadas a medianoche» (1965). Aunque ya había rodado fragmentos de otras cintas como «Mr Arkadin» (1955).

Orson Welles, durante el rodaje de «Campanadas a medinoche»

Welles ya había llevado a la gran pantalla otras obras de Shakespeare , como el gran tropiezo en la taquilla de «Macbeth» (1948). Incluso había trabajado los texto del escritor británico con su compañía Mercury Theatre, con la cual estrenó en Broadway «Caesar» (1937). Pero «Campanadas de medianoche» parece que ocupaba un lugar especial en su corazón, ya que tardó 17 años en encontrar un productor que le ayudara a sacar el proyecto adelante. Se reservó el papel de Sir John Falstaff, uno de los personajes más completos y humanos de los escritos por el dramaturgo. Incluso llegó a reconocer, en una entrevista con Mark W. Estrin, que «si tuviese que entrar en el Cielo solamente por una película, ésta es la que presentaría».

La película, rodada en diversos emplazamientos naturales españoles, contó con una producción hispano suiza y con elenco europeo, con nombres como Fernando Rey, Jeanne Moreau o los británicos John Gielgud, Margaret Rutherford y Keith Baxter. Para contar la historia de cómo Enrique VI le arrebató el trono a su primo Ricardo II, Welles trabajó con varias obras de Shakespeare como «Enrique IV», «Enrique V», «Las alegres comadres de Windsor» y «Ricardo II».

«Campanadas a medianoche» fue el tipo de cine que el cineasta aseguraba querer rodar. «La gente piensa que mis películas son frías y a veces violentas, pero creo que 'El cuarto mandamiento' (The Magnificent Ambersons) y 'Campanadas a medianoche' (Chimes at Midnight) representan más que nada lo que me gustaría hacer en cine. Si he tenido éxito o no, no lo sé, pero es lo más cercano a lo que siempre he querido expresar», dijo.

Proyectos frustrados

El productor Emiliano Piedra se convirtió en un gran aliado de Welles durante el rodaje de «Campanadas a medianoche», uno de sus proyectos frustrados, pero no tuvo la misma suerte con su gran sueño: «Don Quijote». Rodó 20.000 metros de película en Italia, España y México , y de la que se conservan dos secuencias montadas, una incluso con sonido. Sin embargo, la película nunca se finalizó. Solo queda una versión montada por el español Jesús Franco, que trabajó con Welles, la cual fue muy criticada.

Aunque el tropiezo de «Don Quijote» es el más conocido, no es el único proyecto frustrado relacionado con España. El cineasta también quiso rodar una película sobre los toros y sus aficionados. Esta idea quedó plasmada en un breve documental rodado por Albert Maysles en 1966, «Orson Welles in Spain». «Un toro puede matar a un tigre o a un elefante, así que obviamente puede matar a un hombre», explicó el cineasta. Quería reflejar una fiesta que califica de «una tragedia en tres actos», quería hacer algo «nuevo en el cine».

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