Jérôme Bonnell: «Con 'Las cartas de amor no existen' quería volver al origen del cine»

El director francés retrata la fragilidad masculina en una comedia romántica influenciada por los clásicos del western

Javier Navío

Jérôme Bonnell ha dedicado toda su filmografía a reflexionar sobre las relaciones sentimentales pero, hasta ahora, siempre lo había hecho desde una perspectiva femenina. «Tenía miedo de que se pudiera pensar que estaba haciendo un autorretrato y por eso me he escondido detrás de tantas mujeres», reconoce el director en su entrevista para ABC. En 'Las cartas de amor no existen' , Bonnell «se desnuda un poco más» para realizar un retrato sobre la fragilidad masculina a través del personaje de Jonas ( Grégory Montel ). Cuando el protagonista intenta retomar su relación con Lea ( Anaïs Demoustier , vista recientemente en 'Los amores de Anaïs' ) pero es rechazado, decide sentarse en un bar y comenzar a escribir una carta que recoja todos los sentimientos que es incapaz de expresar. En el bar, Jonas encontrará el apoyo moral de un camarero ( Grégory Gadebois , protagonista de 'Delicioso' ), que se convertirá en su mejor consejero.

- ¿Está Jonas locamente enamorado de Lea o lo que siente realmente es miedo a quedarse solo?

- La película interroga el narcisismo amoroso. Mientras el personaje escribe la carta, la pregunta que me hago es: ¿Cuando amamos, qué es lo que amamos realmente: al otro, a nosotros través del otro, a la situación…? En la película no respondo a esta pregunta porque tampoco creo que tenga la solución. Solamente intento hablar sobre la pasión amorosa y, a través de la película, podemos entender que esta pareja ha cortado muchas veces. Así que podemos pensar que, más que una relación, es una adicción. A través de esto podemos ver toda la complejidad que hay en el abanico amoroso.

- ¿Por qué crees que nos cuesta tanto poner fin a una relación amorosa?

- Depende de la persona. Creo que hay personas que sí tienen cierta neurosis con la imposibilidad de dejar al otro. El alma humana es muy compleja y hay gente para la que cortar el cordón umbilical conlleva una angustia tremenda. También hay gente como el protagonista, que ve en el acto de retomar una relación una forma de guardar el sentimiento. Pero, en ese caso, no se trata tanto de amor como de pasión. Está claro que la pasión es importante en una relación amorosa pero no puede serlo todo.

- Al comienzo de la película, Jonas realiza un acto tan reprobable como espiar a su ex pareja. ¿Te preocupaba que alguna de sus acciones pudiera despertar rechazo en el público?

- Al contrario. Creo que es agradable que en el cine te puedas identificar con un personaje que no tiene una actitud especialmente moral. Incluso puedes identificarte y pasarlo bien con el personaje de un asesino porque lo sano del cine es que no es la vida misma. Creo que la moral tiene más que ver con la mirada del director que con juzgar al personaje. En todo momento tuve en mente, tanto durante la escritura como durante el rodaje, que a este personaje no se le podía juzgar.

- ¿Por qué decides que la historia transcurra en un solo día y en tan pocas localizaciones?

- Quería volver, de alguna forma, al origen del cine. He trabajado mucho en esta película acerca del concepto de fuera de campo, para volver a encontrar la esencia y dejar al espectador la libertad de imaginar todo lo que hay fuera de este campo, tanto a nivel de tiempo como de lugar.

- ¿Qué papel juega el bar dentro de la película?

- Me encantan los bares y paso mucho tiempo en ellos. Me encanta observar a la gente y hablar incluso con gente que no conozco. El bar aquí se convierte en el fuera de campo de la ciudad. Es como un pequeño teatro donde la gente desvela muchas cosas: sus sentimientos, sus problemas de pareja, las dificultades de sus vidas… También me interesa mucho el dueño del bar, que es muy importante en la película. Se convierte en una especie de psicoanalista que es capaz de leer los rostros y los ojos de sus clientes.

- ¿Fue muy complicado encontrar las localizaciones?

- Localizar ha sido difícil pero también divertido. Lo primero que encontramos fue el bar, que existe realmente. El piso del dueño también está encima del bar, como en la película, y el apartamento de Lea está justamente enfrente. Lo único que hemos falseado es el interior de ese apartamento, que no corresponde a la ventana que vemos desde fuera.

- La película se siente influenciada por el cine clásico. ¿Cuáles han sido tus mayores referentes?

- Aunque parezca un poco raro, lo que más me ha influenciado son los westerns. Creo que muchos de las grandes películas de este género tienen esta unidad tiempo/lugar. Suelen transcurrir en pocos días y pocos espacios: una calle, un saloon… Otra de las cosas que me hicieron inspirarme en el western es su exploración de la fragilidad masculina.

- En esta película vuelves a coincidir con Anaïs Demoustier, con la que has trabajado en múltiples ocasiones. ¿Siempre la tuviste en mente a ella cuando escribiste el personaje de Lea?

- En este caso, no pensé en nadie en particular pero siempre estoy buscando una oportunidad para volver a trabajar con ella. Lo que sí ocurrió es que cuando Gregory aceptó el papel de protagonista, pensé en Anaïs de manera inmediata como un contrapunto ideal para él.

'Las cartas de amor no existen' llega a los cines de toda España el 8 de abril.

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