Crítica de 'Sinjar': Tres mujeres y el fundamentalismo islámico

Es una película de enorme dureza dramática y narrada con suavidad y sentimiento, que trabaja bien y sin excesos la zona sentimental y cercana, y que resuelve con prudencia y cámara suelta las dificultades del cine bélico

Luisa Gavasa y Nora Navas en una imagen de 'Sinjar'
Oti Rodríguez Marchante

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Tras dos películas de escaso pulso, especialmente la segunda, ‘Barcelona 1714’, Anna Bofarull presenta ahora un modélico trenzado trágico en el que tres historias de mujeres se miran de cerca y se abrazan sin llegar a tocarse y que se desarrollan en tres escenarios distintos, pero igualmente desesperados y con la mirada puesta en Sinjar , una ciudad en la frontera kurda en la que el llamado Daesh perpetró una auténtica masacre entre la población yazidi. Una mujer en Barcelona descubre que su hijo, apenas adolescente y recién captado por el islamismo, se ha ido a Siria a combatir junto al Daesh; una joven escapa del infierno de Sinjar y se une a las milicias kurdas que combaten en la zona, y una mujer yazidi está esclavizada, junto a sus tres pequeños hijos, por una familia islamista que tiene poder absoluto sobre ellos.

La directora teje con cautela y en constante cruce de hilos narrativos las tres historias, que se van impregnando unas a otras de su torrencial carga dramática. A la madre catalana, viuda y enfermera, la interpreta la actriz Nora Navas , que tiene el encargo de trasmitir la sorpresa, la incomprensión (su hijo, Marc, es un recién convertido a la religión del Islam) y su voluntad de batallar por recuperarlo. Este es el tramo más acompasado al drama, a la tristeza, pues las otras dos historias apelan a otros sentimientos más viscerales, y en especial la de la mujer esclava, sometida incluso sexualmente y que ve en peligro la vida de sus pequeños. Es la parte de la película que mejor trabaja la tensión, el suspense, la irritación.

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Sinjar

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Anna Bofarull apuesta por esa compleja estructura de montajes paralelos, muy comprometida siempre en los cortes y cambios de escenario y en ese encuentro de los momentos propicios para pasar de una historia a otra sin que perjudique el relato ni rebaje el ritmo ascendente. Cuenta con la ventaja del enorme interés del drama y las circunstancias de esas tres mujeres, y de la fuerza en plano corto de las tres actrices, por supuesto Nora Navas, excelente, pero también Halima Ilter (la mujer esclava) y la sorprendente Iman Ido Koro, que no es actriz sino que protagoniza ante la cámara de Bofarull su propia historia vivida.

‘Sinjar’ es evidentemente una película de enorme dureza dramática y narrada con suavidad y sentimiento, que trabaja bien y sin excesos la zona sentimental y cercana, y que resuelve con prudencia y cámara suelta las dificultades del cine bélico.

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