Crítica de 'Black Adam': Dilemas del superhéroe, machacar o reinsertar
Propone entre tanto divertimento, efecto especial y ligereza una reflexión muy profunda sobre el modo de hacer justicia, si cargándose rápido a los villanos o dándoles una oportunidad
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Supongamos que esta película de superhéroes y supervillanos, así, muy mezclados, no es como todas, o sea, un Marvel más (en realidad, ni siquiera es de Marvel, sino de DC Comics, un poquito anterior), aunque su historia y su desarrollo, todo a golpe de leyenda, fogonazos y porrazos, pueda parecerlo.
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El personaje principal es un tal Teth Adam , alguien que reaparece cinco mil años después (¿?) con una cantidad de poderes que ni Putin, Biden y Sánchez juntos, y al que encarna ese elogio a un buen chuletón de buey que es Dwayne ‘La Roca’ Johnson ; y frente a él, la Sociedad de la Justicia de América, unos cuantos tipos y tipas que tienen la misión de regular las cosas del mundo, algo que ya nada más decirlo suena mal.
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Black Adam
Conviene señalar que a la cabeza de la Sociedad está el Doctor Destino, o Pierce Brosnan, que además de ser superpoderoso quiere ser también supermordaz, y lo consigue. Sin entrar en lo menudo del argumento, pues es exactamente el que creen que es, se puede asegurar que entretiene, que no para ni un poquito y que no hace falta entenderlo al detalle (salvo para aquellos que están en el ajo de todos estos universos).
El director, Jaume Collet-Serr a, que sabe mucho del cine de acción y vistoso, organiza un espectáculo visual impresionante con mundos atávicos, lugares inexistentes y leyendas poco leídas, y propone entre tanto divertimento, efecto especial y ligereza una reflexión muy profunda sobre el modo de hacer justicia, si cargándose rápido a los villanos o dándoles una oportunidad o, incluso, una subvención.
