Crítica de 'Un amor intranquilo': Bipolar, artista, esposo y padre
El trabajo de la pareja de actores, Damien Bonnard y Leïla Bekhti, es excelente; el de él es extremado, sobrecogedor y físico; el de ella, contenido, emocional y elocuente
Una de esas películas que necesita el ojo de una cámara sutil y rastreadora, atenta a los detalles y movimientos internos, para atrapar lo esencial de esta historia tremenda, la de un pintor, un artista, atacado de brotes bipolares y el terrible drama que eso supone para la convivencia con su mujer y su hijo, también con él mismo. El director belga Joachim Lafosse ni siquiera roza lo melodramático y vuelca su relato en los desastres cotidianos y hogareños de la enfermedad y, especialmente, en la sigilosa y paulatina descomposición de una familia que sabe que el equilibrio es solo el momento que precede a la caída.
El trabajo de la pareja de actores, Damien Bonnard y Leïla Bekhti , es excelente; el de él es extremado, sobrecogedor y físico; el de ella, contenido, emocional y elocuente. Y ambos hacen entender lo complejo, lo simple y lo enormemente incómodo de su vida en común, agravado porque tanto en los periodos de euforia, como en los de depresión y peligro evidente, hay entre ellos devoción, entrega y humanidad. Y naturalmente miedo. Pues el traspaso de esas emociones y disturbios íntimos es lo que captura maravillosamente la cámara de Lafosse en la cuidada interpretación de Bonnard y Bekhti.
Ficha completa
Un amor intranquilo
El interés de la película, además del puramente cinematográfico, está en el contacto visual y emocional con una enfermedad psicótica, sus distintas fases y lo que ello afecta y desequilibra también a los convivientes, y de refilón a esa pulsión demoníaca que en ocasiones exige el arte a los artistas.
