Crítica de 'Sparta': Viaje y angustias de un pedófilo

Es muy probable que, en el fondo, lo que cuenta la película de este hombre es el ensayo y prolegómenos de un depredador todavía oculto entre el pecado y la penitencia

La controversia de 'Sparta' sobre las tribulaciones de un pedófilo llega al Festival de San Sebastián

Fotograma de la película 'Sparta'
Oti Rodríguez Marchante

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Si la controversia es un aliciente, esta película tiene más estímulos que el escaparate de Tiffany para Audrey Hepburn ; se pudo ver en el pasado Festival de San Sebastián , pero después de ser rechazada por el de Toronto y con cierta bronca por su admisión aquí. El director es Ulrich Seidl , austriaco como tantos otros, pero burro como él solo, pues hace películas muy escandalosas visual, sexual y moralmente. Ahora que todo se considera extremo, a la derecha, a la izquierda e incluso al centro, títulos como su trilogía ‘Paraíso’, ‘Import/Export’ o ‘Días perros’ dejan nuestro concepto de ‘extremo’ más en el medio que un jueves.

De lo que trata ‘Sparta’ es motivo para el recelo: su personaje central es un pedófilo, un hombre en la cuarentena que va abandonando lugares y relaciones según avanza en su obsesión, y que la historia lo lleva en su último traslado a una especie de escuela en un pueblo rumano que convierte en un centro de actividades deportivas para los jóvenes de la zona. Antes, Ulrich lo presenta junto a su padre moribundo y demente (con un pasado nazi) y con una relación tormentosa de pareja. A los ojos de la cámara de Ulrich, el personaje no es ni malvado ni violento, y muestra más educación que agresividad, lo cual, en cierto modo, ha de tomarse como algo reprochable a efectos de imagen, pues lo humaniza y cambia, en cierto modo, la ferocidad, la dominación y la vesanía hacia otros comportamientos, como el de algunos padres ante la sospecha de abusos a sus hijos.

Ficha completa

Spartan

Spartan

Aunque cueste creerlo, Ulrich tiene enorme contención y hasta dosis de sutileza para contar la historia, para no ocultar ni su insana atracción por los niños ni las armas sin afilar que utiliza para atraerlos a su círculo y actividades (blancas turbias, de contacto gimnástico, sudor y ducha), pero establece con finura la posible diferencia entre la pedofilia y la pederastia, entre la atracción y el abuso, algo que deja en el aire sobre su siniestro personaje quizá también con poco escrúpulo ético. Es muy probable que, en el fondo, lo que cuenta la película de este hombre es el ensayo y prolegómenos de un depredador todavía oculto entre el pecado y la penitencia. En cualquier caso, a Ulrich le ha quedado una pieza inteligente, potente, oscura y bien hecha.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación