Crítica de «Rocketman»: Elton John visto desde sus propias gafas
Es un musical más puro, más oscuro, también más colorido, que «Bohemina Rhapsody». Recorre la vida del artista con una estructura y voluntad redentora, pero sin dejar de enfocarlo en sus fases más sórdidas, antipáticas y conflictivas
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En el caso de esta película, las comparaciones no son odiosas, sino necesarias, pues tras el éxito de «Bohemian Rhapsody», el biopic sobre Freddie Mercury y el grupo Queen, se estrena ahora este musical sobre la vida y figura de Elton John , que ha participado activamente en él y figura como productor .
Lo primero que hay que saber es que, aunque en los títulos de crédito de «Bohemian Rhapsody» figure como director Bryan Singer, quien cogió las riendas de aquella película tras su despido fue precisamente Dexter Fletcher , que es quien firma íntegramente «Rocketman» . Y lo segundo, que el planteamiento en esta ocasión es completamente distinto: es un musical más puro, más oscuro, también más colorido, que recoge al personaje en su niñez, lo acompaña con su propia música (interpretada por el actor que lo encarna, Taron Egerton), y que recorre su vida con una estructura y voluntad redentora, pero sin dejar de enfocarlo en sus fases más sórdidas, antipáticas y conflictivas.
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Rocketman
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De hecho, la historia arranca con un Elton John vestido de demonio emplumado y en busca de su rescate personal en una sesión de terapia de grupo: ahí, desde la confesión y el «arrepentimiento», comienza el relato, con un niño de cualidades mozartianas al piano y con una relación tortuosa con su padre frío, ausente y acusador (la sensación de no sentirse nunca abrazado por él se convierte en un síndrome de abstinencia para su evolución como persona y como artista). Muy bien ilustrada esta época y bien celebrada su carrera hacia el éxito y lo que eso conlleva de verdades y de clichés : la incapacidad para contenerlo, dominarlo, la soledad, la caída en tromba en todo tipo de dependencias, drogas y caprichos, la descomposición personal y la composición de un personaje excesivo, caricaturesco, pero también de una música magistral.
Con precaución, sin romper nada, la película entra en dos de las relaciones cruciales del personaje, una frívola y enloquecida con el sexo, y otra más profunda y «auténtica» con Bernie Taupin, su gran amigo y eterno compositor de sus letras, que interpreta con mucho sentimiento y sentido Jamie Bell . Sin ser complaciente con Elton John, su película lo encuentra con toda su distorsión y lo cuenta con sus vicios, su virtud y su moraleja.
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