Crítica de 'Los perdonados': Excesos en el desierto

Jessica Chastain y Ralph Fiennes protagonizan un drama de intriga y contrastes, en el que brilla casi todo el reparto

Jessica Chastain, en 'Los perdonados' Universal Pictures
Federico Marín Bellón

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A Ralph Fiennes le gusta volver al desierto cada cierto tiempo. Antes de 'El paciente inglés' ya había interpretado a T. H. Lawrence en 'Lawrence después de Arabia'. Incluso puso voz a Ramsés en 'El príncipe de Egipto'. Su vocación africana no impide que en 'Los perdonados' se desoriente y sufra un grave accidente. Es el desencadenante de la acción de una película no siempre verosímil, pero a ratos apasionante.

Su pareja en la ficción es Jessica Chastain , con lo que ya tenemos una declaración de intenciones. La actriz, a la que vemos leyendo 'El inmoralista', de André Gide , en un detalle almodovariano y poco sutil, brillaría aunque hiciera de banderín de 'corner' en una película sobre fútbol maltés, pero su papel aquí es menos sustancial que el de Fiennes. Este se ve forzado a trabajar con sutileza las contradicciones y debates morales de un hombre privilegiado y no siempre deshonesto.

Estamos pues ante un reparto potente, con aires de realeza gracias a la presencia de Alex Jennings y Matt Smith , el duque de Windsor y el de Edimburgo en 'The Crown'. Les roban protagonismo sin disimulo los menos conocidos intérpretes africanos (o casi) Ismael Kanater , Saïd Taghmaoui y Mourad Zaoui , todos ellos excelentes en papeles muy diferentes.

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'Los perdonados'

'Los perdonados'

El juego de contrastes entre los rubios y adinerados anglosajones y los enigmáticos y mucho más humildes anfitriones funciona bien y sitúa al espectador en un incómodo punto, quizá no tan medio. La confrontación entre ambos 'bandos' puede ser sutil y violenta. El guion del también director John Michael McDonagh , aficionado a indagar en las diferencias raciales y de clase, como vimos en la comedia 'El irlandés' (no confundir con la de Scorsese ), habla de perdón y de impunidad, dos asuntos también presentes en su película 'Calvary' . Sus reflexiones son pertinentes, aunque cuesta no sentirse manipulado.

Con todo, cabe celebrar que también establezca distintas categorías morales –aquí el color de la piel importa menos– entre las personas capaces o no de perdonar, y entre las que necesitan el perdón y las que les da igual lo que piensen los demás. Son sutilezas quizá no bien transmitidas del todo, aunque en eso consisten precisamente las sutilezas.

A estas alturas, carece de sentido seguir respetando el misterio de lo que sucede en los primeros minutos, desvelado por el tráiler y la sinopsis oficial. Quien lo prefiera, en todo caso, puede saltar al siguiente párrafo para ver la película sin saber que la pareja protagonista, de camino a una lujosa fiesta en Marruecos, atropella por accidente a un muchacho. Al contrario que los protagonistas de 'Muerte de un ciclista' y de innumerables telefilmes, David y Jo, (Fiennes y Chastain) no huyen para esconder su crimen.

Desde aquí, no se destripa nada

Algunos de los sucesos que ocurren después son más previsibles que otros, pero en general las ruedas de la trama principal no derrapan tanto como los comportamientos de sus personajes, pese a todo creíbles, porque la galería de mamíferos que se nos muestra es tan extrema, o lo parece, como la que uno puede encontrarse en fiestas así en un casoplón perdido del desierto.

McDonagh juega a provocar, con la coartada de que lo hace para obligarnos a pensar, en nuestros pecados y en los de sus protagonistas, probablemente más extremos. Quizá la argucia le salga peor que la tensión, más genuina, que consigue crear alrededor de la inesperada 'generosidad' del personaje interpretado por Ralph Fiennes. Se suele decir que los grandes autores, es ya un tópico, no juzgan a sus personajes. A John Michael McDonagh cabe criticarle que no resista la tentación.

En una historia en la que abunda la gente superficial, el protagonista se eleva por encima de sus defectos más evidentes y es casi el único a la altura del clan marroquí. Una serie, las modas existen por algo, habría permitido profundizar mejor en la personalidad de los habitantes más frívolos de la historia. Pese a todo, se agradece que se haya optado por una película de dos horas, insuficiente para extender todos los detalles de la novela sobre el lienzo pero apropiada para exponer los conflictos principales y dejar un más que aceptable sabor de boca.

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