Crítica de «Madame Hyde»: Una profesora poco chiflada

«La cada vez más frágil y etérea Huppert justifica, como siempre, el desplazamiento al cine»

Escena de «Madame Hyde», con Isabelle Huppert
Antonio Weinrichter

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Durante el primer tramo de la película, Mme. Gèquil, la profesora que encarna Isabelle Huppert, se gana todas las simpatías de los que somos profes como ella: los alumnos de su clase de física parecen más allá de toda redención posible. Luego, le cae encima un rayo y adquiere «poderes» ( no pregunten; para más referencias, consulten la tesis de R.L. Stevenson ). Son de carácter más bien eléctrico, lo que se aviene bien con su competencia en el campo de la física. Pero no los utiliza, como quizá podría uno esperar, contra sus irrespetuosos alumnos. Ni tampoco su lado Hyde le hace desarrollar sus peores instintos.

De hecho, la referencia al mito de Stevenson acaba disolviéndose como un azucarillo, sin mayores consecuencias: no se sabe bien a santo de qué se le convoca. Ni película de terror ni crítica del sistema escolar francés ni reflexión sobre la dualidad del alma humana, la falta de definición o de dirección de la película podría parecer un mérito pero se convierte en un lastre insalvable. La cada vez más frágil y etérea Huppert justifica, como siempre, el desplazamiento. Pero el placer de verla, incluso el de verla un poco en la vena de « X-Men », no impide que según nos aburrimos pensemos en la profe que hacía en « El porvenir » o la mujer empoderada que bordaba en « Elle », de Paul Verhoeven, por citar sólo dos de sus últimas maravillas interpretativas.

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